64 ~ EL BAILE DEL HIELO Y EL MAR.

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Cuando el sol dio sus primeros rayos iluminando el día, ya me encontraba despierta. Los preparativos estaban dando su toque final a la gran celebración, pues el día se había llegado.

Los brazos de Zander me rodearon por detrás sobre mis hombros y me contuvo en su pecho por unos segundos en silencio mientras veíamos por la ventana el invierno. Por alguna razón se sentía el ambiente del evento sobre al rededor.

—Te amo —murmuro en mi oído con suma ternura.

—También te amo —conteste refugiandome más en su cuerpo cerca del corazón.

Las puertas se abrieron dejando entrar el ruido exterior. El personal había llegado para prepararme. Zander llevó mis manos a mi vientre y ahí justo murmuró solo para nostros tres.

—Te amamos, solecito.

Dejo un beso en mi mejilla y se retiró. Contuve un poco más mis manos ahí, dándole amor a nuestro bebé, solté un suspiro antes de comenzar arreglarme.

El peinado, el maquillaje fueron los primeros que eran bastante sobrios; los empleados me dieron algunas bebidas de vitaminas durante el proceso, que formaban parte de la dieta por los médicos. Momentos más tarde me puse de pie.

𝑭𝒍𝒂𝒔𝒉𝒃𝒂𝒄𝒌

—Tendremos nuestra propia historia de cuento, con príncipes, vestidos, pero en la nuestra habrá demasiada comida que si nos llenara, te lo prometo... tendremos un final feliz.

𝑭𝒊𝒏 𝒇𝒍𝒂𝒔𝒉𝒃𝒂𝒄𝒌.


La voz y el recuerdo de Sienna hicieron eco en mi interior. Las joyas estaban siendo puestas sobre mi cuerpo, unas joyas que no me pertenecían, unas joyas que eran de Merle, mis ojos se perdieron en un abismo por un momento.

Vestidos... joyas... no podía creer que estaba aquí y ahora. Regrese a casa, pero sin ellos no lo hice realmente.

El vestido era color champagne, tenía los hombros descubiertos con pequeñas mangas a su altura, el pecho tenía como un doblez que dejaba ver el corsé en mi abdomen para luego dejar caer una larga falda con volumen, justo en la unión de estos, incrustaciones de diamantes rojos, grandidierite, perlas, taaffeite, zafiros, esmeraldas, y muchas más que representaban un poderío sobre la tierra, pero los rubies eran los más destacados pues eran a juego con la joyería de Merle.

El cabello estaba recogido en un moño impecable, unos aretes de rubíes y una diminuta tiara. Los guantes también llevaban joyería sobre su corte de las muñecas.

Encima del primer vestido pusieron el otro, era negro con mucho más volumen, una capa en mi espalda con un broche de botón en mi clavícula, de ahí seguía la capucha que cubría mi cabello sombreando mi rostro y la tela de los brazos simulaba unos guantes.

Esta ceremonia brindada por los padres y líderes de los Rothchilds era el principio de pertenecer a la sociedad de las familias progenies. Actos de demostración y simbólicos para sus costumbres. Eran hermosos, de no ser por la ruptura que los merondeaban y por la cual yo había entrado.

—¡Wow, tú nombre anuncia tu encanto, Siren! —dijo la mamá de Zander— Tu padres y los invitados ya se encuentran listos —anunció.

Asentí por lo bajo. Zander y yo seríamos los más tradicionales en cuanto a los demás. Ella, la mujer a un lado mío, llevaba un vestido sumamente elegante diseñado exclusivo para la ocacion como era debido; su atuendo era largo acompañado de joyas más que extravagantes, su cabello lo lleva suelto y sobre el una gran corona que simulaba unos cuernos con zafiros rojos con plumas que caían de esta con estatuillas de personas de oro y una llave destacaba entre todo.

PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora