51 ~ DEMONIOS.

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—¿Más pizza? —ofreció.






—Por supuesto que sí.








Era increíble lo que se podía hacer cuando tenías lo necesario, lo adecuado, lo justo. Triunfar en la sociedad en la que vivíamos era mucho más que solo dinero y cuentas bancarias llenas. Pues había cosas que el dinero no podía comprar, no cuando no naciste con el. Aunque era verdad que todo... o todos tenían un precio, no siempre era un cheque con ceros; si queríamos comprar algo primero debíamos saber qué tipo de precio tenía y después tratar de comprar sin que nadie se diera cuenta de que queríamos comprar o que ya lo estábamos comprando, pero había situaciones que debíamos ser claros.










Al fin estaba pagando mi deuda con Balderik. Lo observé durante unos segundos mientras me daba el trozo de pizza y entonces por un instante recordé la primera vez que lo vi y como fui yo en aquel entonces quien le compartió de su pizza. Desde el primer instante algo en mí creyó en él, aún sin conocerlo, aún sin saber lo que quería para la vida; cuando me lo dijo creí aún más en él, entonces compré las puertas para que pudiera pasar rumbo al éxito con un proyecto que cambiaría al mundo. Pues de no haber comprado esas puertas jamás lo hubiera logrado sin importar si su proyecto era bueno o no. No era justó, no debía ser de esa forma, pero así era como funcionaba.







—¿Volverás pronto con Zander? —pregunto Balderik al tiempo que daba la pizza.










—Tenemos un compromiso, pero antes tengo algunos pendientes en mi agenda.










Mordí el pan, pero enseguida un tenue, pero visible gesto de desaprobación inundó mi rostro.










—¿Todo bien? —me miro desconcertado.









—Si, solo que demasiada pizza, he comido mucho el día de hoy —dejé la comida rápida.












—Todavía logró recordar el pan en mi boca la primera vez, el sabor de los ingredientes —cerró los ojos— Siempre quise probar una pizza, jamás lo creí posible, comer una; lo deseaba tanto que parecía que no lo haría —sonrió— Esa noche apareciste tú... tú diste lo inalcanzable para mí, mi primera pizza y entonces cambiaste mi vida.










Abrió los ojos, tomó mis manos y respiro profundamente con melancolía.











—Eres mi única familia, Siren.










Le respondí con una sonrisa sosteniendo mejor su agarre. Nuestras miradas eran cómplices de un largo camino en la vida y en la sociedad. Su tacto era cálido a diferencia de aquella vez a la que se refería. Era realmente difícil encontrar a personas que en verdad valieran la pena y más aún que compartieran contigo en los mismos aspectos.








—También eres mi familia, Balderik.









Continuamos viendo la película al tiempo que tomaba el helado de coco. Balderik había sido una de las tantas personas extraordinarias que tenían mucho que aportar y dar a un mundo y que simplemente no tenía el estatus para hacerlo. La mente de la gente escondía muchas cosas, solamente bastaba unos minutos para descubrir esas cosas inimaginables para las mentes exteriores o ajenas. Conocí la de él y aposté por ella. Para antes que se terminara la película Balderik ya se había dormido en la sala de cine y segundos más tarde yo también cerré los ojos.











PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora