67 ~ EL NACIMIENTO DE UNA NIÑA, DE UNA LOBEZNO.

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𝑽𝑬𝑹𝑰𝑻𝒀 𝑽𝑨𝑵 𝑫𝑶𝑹𝑬𝑵 1996.


—¡mmmm! —trate de calmar el llanto de la bebé con el tono de la canción.


—Mamá, bebé Siren tiene hambre, por eso llora —Sienna dio voz a lo que ya sabia.

—Papá vendrá pronto y traerá algo —quise animar.

—Yo también tengo hambre, mamá —Asger me miro.

Sus ojitos pequeños jamás habían exigido más de lo que le brindábamos, pero la escacez también había aumentado.

—Yo la cuido —Sienna extendió los brazos para tomar a su hermana.

—Regresaré lo más pronto que pueda —les sonreí antes de salir.

El frío pinto de rojo mi piel al caminar. Demir y yo no éramos originarios de estas tierras de Oslo, habíamos llegado hacia tanto tiempo que poco a poco fuimos formando parte, pero sin olvidar lo que habíamos dejado a tras, así fueran las cenizas de lo que un día fue nuestro hogar.

—Verity, es una pena que vinieras hasta acá, pero hoy no tengo nada —me miro con tristeza la mujer.

—Por favor —pedí— Puedo hacer cualquier cosa.

—Tienes una boca que toma leche —apareció a tras una señora mucho mayor que vivía cerca de nuestra casa.

—¿Un bebé? —la encargada de la tienda volvío a verme.

—¿Varón o hembra? —se entusiasmó.

—Una niña, una mujercita.

Habían pasado días desde que la pequeña habia llegado a casa y nadie sabía de ella hasta ese momento. Tal vez sus risas o llantos también cautivaron a los oídos cercanos, como los de la mujer mayor y ya era hora que todos superan del nacimiento de una lobezna.

—No podemos dejar a esa niña sin comer, anda pasa —me señaló el camino donde ya había estado— Puedes empezar a limpiar, no es mucho, pero es algo y los dueños no se darán cuenta que falta algo de leche y pan.


Las tres entramos a la propiedad, cada una comenzó con su trabajo.


—¿Quien haría eso? —dijo la mujer que me había dado el trabajo.


—¿Qué cosa? —pregunte.

—Cada que llegan a están estas tierras todo decae —me miro— Son los que nadie conoce, pero todos saben quienes son. Fueron los primeros en llegar, eso contaban los ancianos.

—La hora negra —mencionó la mujer de avanzada edad— Se aproxima. Cuando vuelven a sus tierras, ellos se divierten con el sufrimiento de los habitantes que llegaron después.

—¿A que se refieren?, ¿ha pasado antes? —indague.

—Las tierras no terminan donde es el límite, más allá hay cosas que nadie sabe, solo ellos —volvió hablar la mujer de canas— Nadie que es habitante ahora lo ha vivido, pero se habla.

Las palabras se detuvieron y el trabajo avanzó.  Pronto volví a casa con algo de comida, al entrar todos esperaban sentados a la espera de papá o mamá.

—Vamos, a la mesa —sonreí, a pesar del cansancio.


Ellos lo hicieron, servi sus platos y a la pequeña Siren le di leche mientras los demás hablaban de su día.


𝑶𝑺𝑳𝑶 𝑵𝑶𝑹𝑼𝑬𝑮𝑨 2000.


—Su madre ya viene —Demir quien traía la canasta de comida, calmó a los niños.

—Si, si, ya estoy aqui —di un beso a mi marido, para luego sonreír.

Al voltear a ver a los pequeños, unos nos veían con gusto, al tiempo que otros se organizaban.


—Vamos —Demir guío a las afueras.


Habían pasando algunos años desde la hora negra como le llamaban, si, había sido difícil, pero nos recuperamos poco a poco, mi esposo tenía un trabajo y yo también; los niños eran educados junto con los demás.

Teníamos la costumbre de acercarnos a la naturaleza, para convivir con nosotros mismos y con nuestra familia, pues así conectábamos con lo que nos rodeaba. Caminamos lo más afuera, no, nos quedaba lejos, así que era bueno para los niños, quienes llevaban a Siren de la mano.

—Este es un buen lugar —dijo Demir dejando la canasta en el pasto.

—Si, lo es —asentí aspirando con profundidad por el embarazo.

—¿Mamá, podemos ir más allá? —preguntó Vidarr, el mayor de los niños.

—Con cuidado.

—Si, mamá —Ronan lo siguió.

Enseguida todos los demás los siguieron, eran muy unidos, tres niñas y una en camino y tres niños, éramos una familia grande.

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¡No editado en ortografía!

PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora