43 ~ MENTE, CORAZÓN, UNA SOCIEDAD.

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Tener el autocontrol de sí mismo no era nada fácil, pero no imposible. Cada detalle era importante para llegar a un estado donde se obtenía el dominio y control de la mente, del corazón y así de obtener el de una sociedad, sobre todo para dejar de ser prisionero. La vida era el mayor tesoro, irónicamente se había y la habían convertido en un juego, para algunos de polo: ya que eran hermosos animales que eran exhibidos en competencia para otra clase y su diversión. Para otros de tenis: pasando una pelota entre equipos que trataban de no dejarla caer fuera o que tocara la red, mientras ellos creían que jugaban para su equipo en realidad lo hacían para alguien superior. Para otros era un juego de ajedrez: moviendo piezas para su beneficio.









De esta manera había demasiados juegos y como en todos los juegos había niveles, dueños y creadores. Para poder avanzar se tenía que tener conocimiento de en qué nivel se estaba y a cuál juego se pertenecía. Se debía dejar de pertenecer y comenzar a ser, siendo adaptable a cualquier situación o juego. Un camaleón humano dispuesto a cambiar de color para beneficio propio en los juegos del poder y la sociedad. ¿Pero cómo hacerlo sin perderse a sí mismo en el proceso?.











—¿Qué tipo de flores? —pregunto Merle— Rosas blancas, quizás.










Habían pasado algunos días y sorprendentemente todos seguíamos conviviendo en el mismo lugar. Cada uno en sus vidas, pero al final del día compartiendo la misma mesa.












—El blanco debería guardarse para la boda —fue la indiscreta respuesta de Zyanya— ¿Qué opinas, Siren? ¿Qué color y flores prefieres?.











Guarde silencio mientras respiraba lento. ¿Boda?, mi mente repitió para sí misma. Era totalmente normal para los linajes el desenlace de una unión entre familias, pero nosotros no éramos iguales, éramos distintos. Éramos Zander y Siren, Siren y Zander. Continúe pintando en el lienzo, pero la ausencia de palabras llamo la atención de ambas mujeres las cuales voltearon a verme.












—Lo siento, Siren. No fue mi intención ser imprudente —se disculpó tan pronto pudo hacerlo— No tenemos derecho sobre esos asuntos si ustedes no, no lo permiten.











—Oh Bonheur, ya abra tiempo para esos asuntos, por ahora tenemos una celebración en puerta —contestó Merle— ¿color champagne o bronce?.










—Champagne —respondí casi inmediato— Con rosas, sería perfecto.










—Que gran elección, tienes un gran gusto —Dijo con emoción Bonhueur— Por cierto, esta noche cenaremos con la gente del pueblo. Zander informó que ustedes no vendrían, ¿Podrías convencerlo de que vengan con nosotros?, por favor Siren, a ti no te puede decir que no.












—No podré hacer nada, si Zander ha dicho que no, es no —Contesté con una sonrisa consoladora.











Él y yo éramos un equipo, siempre estábamos en sincronía y hablábamos de todo para estar involucrados los dos, ambos demostrábamos un respeto hacia el otro en presencia o en ausencia, pues éramos uno. Si él había dicho no, era un no y era por algo y yo confiaba.











—Está bien —aceptó— Mamá, ya tenemos que irnos a preparar.










—Esta noche todos nos quedaremos fuera —murmuró Merle con el volumen adecuado para qué sonará audible— Nos vemos hasta mañana.











PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora