55 ~ PAÑUELO

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A diferencia de lo que creí, fui llevada de vuelta a la casa que era de mi familia. Zander se despidió y se fue.


—Agua a la habitación, por favor —pedí a una de las empleadas.


Subí, pero cuando me adentré estaba un vestido morado intenso. Me acerqué ya que una nota blanca relucía.

< Úsalo para mí. Mi deseo por ti me está agotando, estar lejos de ti cansa, lo único que anhelo es tener la presencia de la causante de mi amor y pasión. Oh storm, ven a mí. >


Sonreí con cierta malicia y ternura a la vez por la referencia que había hecho a la cultura del país, a los líderes de sus imperios en tiempos pasados. Me arreglé tomando el tiempo justo.


—Señorita han llegado por usted —avisó el servicio detrás de la puerta.

—Gracias.

Mis pasos se dirigieron a la entrada abordando el transporte. El recorrido nos alejó de la zona central para adentrarse como a una pequeña ciudad clandestina llena de ostentación, el vehículo entró en una propiedad y ahí me dio la libertad de bajar.


Fui guiada por pasillos que parecían túneles donde había poca luz, pronto cruce una puerta antigua que dio acceso a un tipo mezquita. Se encontraba una música, mujeres, hombres, bebidas exóticas y aperitivos afrodisíacos, siempre manteniendo el estilo del país.


Olía delicioso, un aroma embriagante. Los atuendos de las personas no eran discretos, ambos sexos bailaban danzas sensuales, reían, hablaban solo para ellos y disfrutaban de lo que hacían. Nadie ponía atención fuera de ellos mismos, así que se sentía excitante.


A pesar de que en el ambiente se deslizaba el placer, nadie promovía tactos más allá de lo debido. Continúe mi camino cruzando unas telas, ahí se encontraba mi hombre.


—Acércate —pidió haciendo un movimiento con su mano cuando me vio entrar.


Deje de ver a las mujeres y hombres que bailaban para acercarme con cautela. El aroma sensual se desbordó cambiando respiraciones y no solamente entre nosotros. Se encontraba sentado, así que me senté frente a él como una súbdita que estaba a su merced.


—¿Quieres bailar para mí?.

Asentí con sutileza.

Reincorpore mi silueta yendo al centro. Inicie moviendo mi cuerpo con lentitud, cerré los ojos deleitando del recorrido de su mirada sobre mí. Mis manos comenzaron a tocar mi piel como si la tela no estuviera.

Los tactos encendieron las alarmas de los sentidos causando deseo y apetito.

—Desnúdate para mí.

Tiro un pañuelo morado intenso en mi dirección.

Abrí los ojos cuando lo escuché tan autoritario. Lo hice tan pronto como pude; quite prenda por prenda hasta quedar completamente desnuda, pero cuando esto pasó las puertas de la mezquita fueron cerradas dejando de fuera al demás establecimiento.

Me acerqué para luego bajar e ir gateando hacia él mientras nos mirábamos fijamente. Una mujer detuvo mi andar y desvió mi mirada para encontrarla. Ella deslizó su tacto por mi clavícula erizando mi piel, después llevo su dedo hacia mis labios. Dirigí mis ojos hacia mi hombre perdidos de sensualidad.

—¿Deseas hacerlo? —me preguntó.

Asentí.

—Quiero que te complazcas, complácete para mí.


PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora