63 ~ REALIDAD.

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—Qué te parece? —la mamá de Zander dijo cuando la puerta se abrió— Son maravillosos.

En salón se encontraban los dos vestidos que usaría, estaban puestos sobre una muñeca de plástico, sí, eran hermosos. También estaban las joyas de resplandecientes piedras preciosas resguardadas en cubos. Las modistas y diseñadores estaban presentes en una posición de reverencia y con las manos cruzadas, así se debían presentar ante las progenies.

—Tienes que probártelos, para ajustar cualquier detalle —explicó— ¿Qué te parece?.

Ambas entramos en pequeños pasos, su emoción se reflejaba en una sonrisa en espera de mis palabras. Una mirada brillo en mis ojos al verla, aspire y sonreí.

—Sí, es excelente.

—Bien, comencemos —con las manos dio órdenes.

Los diseñadores y el personal iniciaron a moverse.

—Mediremos primero el vestido principal —indicó el diseñador.

Asentí. Enseguida entramos a una habitación, ahí me colocaron el vestido: era ajustado en la parte alta del abdomen, con tenues pliegues de tela, no tenía mangas, pero si un pequeño diseño de encaje arriba del pecho el cual hacía juego con los guantes largos, color aperlado igual que el atuendo.


—¿No ha cerrado? —preguntó al acercarse y ver qué estaba abierto— ¿No debería ir cerrado?.

—Le harán algunos ajustes —respondí.


—¿Por qué? —quiso saber, luego se quedó en silencio unos segundos— ¿Tu peso ha aumentado? —me miro.

Evite verla, solo me concentre en el vestido. Claro que había aumentado de peso, era normal al llevar un bebé, no era mucho, pero había un cambio que claramente notaría el diseñador pues las pruebas habían comenzado mucho antes. Pero no podía decirle el motivo.

—Unos centímetros tal vez, es normal ha dicho el médico.

—Comprendo, entonces que hagan los ajustes necesarios.


Las pruebas siguieron. Joyas, vestidos, peinados, maquillaje entre muchas cosas más. Así que después del desayuno por la mañana todo el resto del día había sido de Merle y yo.

Creer que cambiar al mundo era llevar un color vivo dentro de un mundo vestido de gris o negro... no era verdad, era muy iluso. Cambiar al mundo era llevar los mismos colores para hacerlo desde adentro y lograr transformar para que después esas personas llevaran colores vivos y pensaran que lo estaban cambiando, sin imaginar lo qué había detrás de todo un sistema. Por supuesto, cambiar al mundo también dependía a qué parte se quería cambiar, a qué nivel.


La noche tomó un rumbo diferente debido a la agenda, luego de tomar los medicamentos pude continuar.


Un abrigo largo cubrió al mismo tiempo que resaltaba mi figura sobre las bajas temperaturas, el broche dorado que estaba rodeado de las piedras brillantes que aún permanecían desconocidas para el mundo fue colocado ligeramente arriba de mi pecho, el color rojo sangre se destacaba de los demás por mucho.

—Hace mucho que deje de pertenecerme a mí —Zander se pronunció en la puerta. Sus ojos eran profundos, penetrantes sobre mí.


—A si —conteste al verlo— ¿Por qué?.

—Por qué solo te pertenezco a ti —se acercó con una lentitud tan seductora y posesiva— Y tú a mí —me tomó por la cintura.


—Solo tú tienes las llaves de mi cielo e infierno —sonreí, para luego convertir ese gesto en sometimiento— Soy tuya.

—Es hora —un toque antes de las palabras irrumpieron.

Zander y yo vimos por encima a André antes de asentir con agradecimiento, el hombre frente a mí inclinó un pie sin dejar de rodear mi cintura con una mano y con la otra tocar mi vientre.

—Vamos a cambiar el mundo que es tuyo, solecito —susurró para el bebé— Ahora te diré algo que no es un secreto, y es que mamá es la reina de ese mundo.

Una sonrisa de lo más tierna, feliz y enamorada no dejaron mi rostro, hasta que salimos. Me encontraba en un estado en el que todo parecía irreal. Nuestro auto asignado nos llevó al sitio donde las familias de las progenies nos reuniríamos.

Los autos de lujo clásicos estacionados en orden estratégico parecía un museo del cual también éramos parte, si, tener el poder y control era un arte, un don que ya se nacía con él dentro de la normalidad. Los lugares de reunión vareaban según el motivo, pero usualmente se encontraban en tierras desconocidas como todo lo que rodeaba a las grandes familias y esta vez no era la excepción.

Zander estuvo muy atento en cada detalle conmigo, como ya era costumbre de un verdadero caballero. Elevó su brazo para que pudiera subir el escalón, el cual él subió seguido. Las puertas fueron abiertas revelando nuestras presencias al igual que las personas dentro del enorme salón. Sus atuendos también eran negros en absoluto como era el código de vestimenta, cada uno con su broche como protagonista.

—¡Lo que son, es lo que construirán! —una voz de fondo resonaba por lo bajo a nuestra llegada.

Cada miembro estaba con su progenie a la que pertenecían y forman un cuadro entre cada familia liderando por sus líderes principales, cada uno nos veía con orgullo y respeto. Zander y yo nos colocamos en medio de todos.

Hicimos un pequeño baile de presentación, no, no un baile tradicional. En este el hombre se inclinaba hacia la mujer y luego ella a él. Mi hombre y yo nos observamos con ferocidad, entrega y lealtad, después ambos simulamos un movimiento manifestando la genética unida para que él tomará mi brazo y me sujetara al caer. Se reincorporó nuevamente dando la libertad para que me diera la vuelta al rededor de él, finalizando con un beso tenue.

Todos los presentes aplaudieron como resultado de su aprobación y felicidad por la unión de la pareja. Así se dio inicio a la convivencia entre todos.

—La felicidad es parte de nosotros —Merle llegó a nuestro lado— Sus sonrisas son las nuestras —nos abrazó con delicadeza.

—Pronto se llegará el día —habló Lauret.

—A si es —respondí.

Las respuestas a preguntas que rodeaban toda una sociedad, secretos, investigaciones, avances, guerras, muertes, destrucción, evolución... todo se encontraba aquí, dentro de un salón con las familias de sangre dominante. ¿Cómo era esto posible?, esa respuesta se obtenía cuando te encontrabas dentro de esa sangre.


¿Qué sabíamos de nuestro al rededor?, ¿estábamos seguros de eso?, ¿realmente lo estábamos?. Nuestro sentido de conciencia era pensante, conocedor, pero incluso el pensar, cuestionar e indagar era parte de un sistema, ¿acaso podíamos pensar fuera de el?.

¿Por qué enseñar si el propósito no es que aprendan?, ¿para qué dar, si se va a quitar?, ¿para qué engañar con la verdad y decir la verdad con mentiras?, ¿para qué curar, si la intención es matar?. Así era la realidad.

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PSYCHO | (bilogía mentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora