Shokue y Satoru observan el cadáver delante suyo, y ambos son llevados a la tarde de 2006 donde contemplaron juntos su primer fracaso. El inicio de una serie de eventos desafortunados que los había llevado a ese lugar.
—Lo siento mucho —habla el albino, viéndola de reojo.
—Ya no importa —responde ella, y levante entre brazos el cuerpo de Tsumiki, que en esos momentos se ve más pequeña que nunca.
—Sobre Megumi...
—Deberías ir con los muchachos —interrumpe, empezando a caminar por su cuenta—. Les has hecho mucha falta.
Sintiendo que no tiene el derecho de detenerla, la deja marchar por su cuenta, y él toma su propio camino.
—¡Gojo-sensei! —exclaman los alumnos cuando su profesor por fin hace acto de presencia en el colegio de magia.
—¡¿Y Shokue-sama?! —interrumpe Itadori— ¿Pudo detenerla?
—A medias —suspira, pasándose una mano por el cabello y viendo a sus espaldas—. Vendrá en un rato, por ahora necesita estar sola para despejar su mente.
En el jardín de la casa Gojo, abandonada hace años y habitada únicamente por recuerdos, Geto Shokue lleva a cabo una pequeña ceremonia para el cuerpo de Fushiguro Tsumiki.
—Hubiera querido hacer algo más apropiado —dice al aire, irguiendo la humilde lápida sobre el montón de tierra que delimita el espacio del cuerpo—. Lo siento, por favor, no me maldigas al otro lado —exhausta se arrodilla en el piso, contemplando la tumba—. Quizás nos volveremos a ver, y en otra vida todo será mejor... Para todos.
Cierra los ojos y junta sus manos.
Rezando que sus palabras se vuelvan realidad.
Es hora de regresar al colegio, no quisiera preocupar a todos más de lo necesario.
—¡Shokue-sama! —en la entrada la han estado esperando Nanako y Mimiko, que saltan a abrazarla sin dudarlo, ignorando el hedor que emana el cuerpo de la más fuerte... O al menos intentando ignorarlo, no creían que era posible oler tan mal, no es sudor, es olor a sangre, descomposición, putrefacción.
—Siento que han pasado años desde la última vez que las vi —suspira, despeinándoles el cabello y alejándose de ellas sabiendo perfectamente lo que están percibiendo—. Perdonen, las llevaré a comer algo rico como compensación.
—Nos alegra que esté bien —suspira Nanako, Mimiko abraza su peluche con fuerza contra su pecho—. Escuchamos lo que pasó con los hermanos Fushiguro —intercambian miradas y fruncen los labios—. Lo sentimos mucho.
—Está bien —suspira una vez más, cruzándose de brazos—. No se preocupen —esboza una amplia sonrisa y eleva ambos pulgares—, recuperaré el cuerpo de Megumi y el de Suguru, así que vamos a darles una ceremonia apropiada.
—¡Sí! —exclaman, decididas, asintiendo.
—Iré a ver a Satoru —anuncia, despeinándolas antes de alejarse—, vamos a comer en la noche, después que tome una ducha.
Las gemelas asienten una vez más.
Shokue llega a la morgue, donde la esperan Satoru, Shoko e Ijichi Kiyotaka, el asistente.
En cuanto entra al lugar, recupera su rostro de alma en pena.
Está cansada.
—Eh, me dieron escalofríos y todo —murmura Shoko, con un cigarro entre los labios. Shokue camina a la camilla y se lanza, su cuerpo cae como el de un cadáver. Ni siquiera el olor a tabaco opaca el hedor a muerte, pero lo vuelve tolerable.
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Hambre ;; JJK
Fantasy"Uno dice «vamos»" La historia de como Geto Shokue y Geto Suguru, dos primos inseparables, tomaron caminos distintos. "Y el otro dice «estoy cansado»"