63. Bucle.

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—Shokue-sama.

La caminata nocturna de Shokue es interrumpida por Itadori Yuuji, quien se presenta ante ella para detener sus pasos. La mujer tiene un cigarro entre los labios, y separa la mirada de las estrellas para encarar al joven delante suyo. Inclina levemente la cabeza hacia el hombro derecho, ve al piso unos momentos, como buscando qué decirle, ¿debería pedir perdón por hablar tan cruelmente antes? ¿Pedirle perdón por no haber podido asesinar a Sukuna? ¿Pedirle perdón por dejarlo vivo?

—¿Sí, Itadori? —pero al final concluye que quizás es mejor escuchar qué tiene él que decirle. 

—No asesinó a Sukuna.

—Las cosas se pusieron complicadas —divaga, desviando la mirada—. Tuve que sacrificar mi cuerpo para reiniciar mi tolerancia a mi propia energía maldita, pero a cambio ahora mismo no tengo acceso a la técnica de Ue-sama... Creí que podía matarlo, pero Satoru me detuvo.

—Yo... Lamento mucho lo que sucedió —masculle, cerrando sus manos en puños—. Sé que usted y Fushiguro eran... como familia. Que él se encuentre así ahora... —frunce los labios y aprieta los dientes hasta sentir que los puede rompe— La posesión de Megumi es mi culpa —se inclina delante de ella, con el rostro viendo al piso y la espalda totalmente recta, en un perfecto ángulo de noventa grados, estruja su chaqueta entre sus manos, le falta el aire— Que tenga que asesinar a Megumi es mi culpa —gruesas lágrimas que escurren de sus ojos golpean la tierra—. ¡Perdóneme!

—Itadori —suspira, sujetándole los hombros para hacerlo erguirse, le limpia las lágrimas con el pulgar—, yo no tengo nada que perdonar. No tenías forma de saber que esto iba a pasar. Eres un niño, y solo querías estar con Megumi cuanto tiempo pudieras... No tenías forma de saber que algo así iba a pasar.

—Yo... —solloza, aferrándose a los brazos de la mayor, sintiendo como la calidez que le transmite solo lo quema la piel. Preferiría su indiferencia. Su odio. Que lo maldiga— Yo nunca... —siente que las piernas le fallan, se deja caer sobre ella, quien lo atrapa sin dudarlo y lo abraza contra su cuerpo— Nunca tuve el valor de decirle cuanto lo quería.

La historia se repetía.

Una vez más.

Como pasó con Suguru y Satoru pasó con ella y Haibara.

Y así como pasó con ella pasaba con Itadori y Megumi.

Y como pasa con Itadori y Megumi pasaría en la siguiente generación.

Y en la siguiente después de esa.

Y en la siguiente.

Y la siguiente.

Una y otra vez.

Una.

Y.

Otra.

Vez.

A menos que alguien hiciera algo al respecto.

—Satoru —habla la mañana siguiente, preparándose el inicio del intensivo entrenamiento que llevarían a cabo desde ese día hasta el 24 de diciembre.

—¿Sí, Shokue?

—He tomado una decisión —se masajea las muñecas para preparar sus puños—. Devoraré a Kenjaku, comeré el cuerpo de Suguru, y si eso me maldice en el proceso entonces Ue-sama derrotará a Sukuna de una vez por todas.

—¿Puedo saber qué te llevó a cambiar de opinión? —inquiere con una amplia sonrisa burlesca, estirando su espalda.

—No —sentencia, severa—. Sabes que odio dar explicaciones. Además —estira sus brazos sobre su cabeza—, quiero que me mates después del entrenamiento de hoy.

Hambre ;; JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora