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Acostarme con mi alumna fue una de las decisiones más estúpidas que haya hecho, pero debía admitir que desde aquel día no dejaba de pensar en ella.
Claro que al parecer ella sí dejó de pensar en mí. Después de aquel show y coqueteo de su parte para tener sexo conmigo, me ignoró y actuó como si nada hubiese pasado.
Si la sacaba al frente y discretamente la tocaba, ella se alejaba, tampoco es que quería mirarme a los ojos. Hizo tanto embrollo para esto...
Sin embargo, la vida me dio una oportunidad para hablar con ella cuando observé sus notas comenzar a bajar, después de ser una de mis mejores alumnas, ella necesitaba algo que la ayude a volver a su ritmo.
— Aún no entiendo para qué quedarme a esta hora en el colegio, profesor...
— Clases extras, señorita Kim. Se lo dije, sus notas están malas y necesita subirlas.
— No creo que sea tan importante, profe. Ándele, déjeme ir. — hizo ojos de cachorros, pero negué.
Viró los ojos y caminó hacia mí, apoyándose en el escritorio, su pie acarició mi pierna suavemente.
— Dale, profesor Lee. — sus ojos denotaban lujuria.
— Oh, no. Después de días ignorándome, ¿ahora quieres volver a tu coqueteo travieso?
Rio. — ¿Estuviste extrañándome, profe Lee? — se sentó a horcajadas sobre mí. — ¿Extrañaste mi coño caliente y húmedo?
Aquel tono seductor sobre mi oreja me excitó y ya sentía mi miembro ponerse duro.
Mis manos atraparon sus nalgas y la empujé a mi erección.
— ¿Por qué estuviste actuando así?
Su sonrisa traviesa tembló. — Yo no... no quería preocuparte. He estado teniendo problemas en casa que me dejaban cansada, de hecho, aún estoy cansada de toda esa mierda. No quería ir a casa, solo quería ir al parque, pero ahora creo que es mejor quedarme con usted. — aquella sonrisa volvió a aparecer. — Así tal vez me distraigo mucho mejor.
Me dio besos cortos y tiernos.
— Haneul, ¿estás bien, preciosa?
— Sí, Hyunseok. Estoy bien. Ahora... ¿no quieres volver a repetir lo del otro día? Me urge que vuelvas a tomarme de esa forma y me hagas olvidar de mis problemas.
Sonreí con sus palabras y la besé, fue un beso lento al inicio a pesar de tener mi pene latiendo ansioso de sentir aquel pequeño y delicioso hueco nuevamente.
Con delicadeza le quité la blusa, besé su piel resaltante del sostén para luego desabrochar este y tomar uno de sus pezones en mi boca. Lamí y jugué con su dureza dando mordidas logrando que mi pequeña gima suavemente. Hice lo mismo con su otro seno y a este lo solté con un sonoro pop.
