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La música estaba a todo el volumen, resonando fuertemente en toda la manzana haciendo vibrar los cuerpos de todos en aquel lugar quienes se movían al ritmo y letra, cantando y disfrutando del ambiente lleno de alcohol y tabaco, era imposible no sudar por el calor del momento gracias a las bebidas, el leve ejercicio y lo abarrotado que estaba la casa de personas.
Por supuesto no podían faltar los disfraces de los invitados, había desde conceptos terroríficos, sensuales hasta los simples y quienes ni siquiera se tomaron la molestia de disfrazarse.
Entre el cúmulo de gente te encontrabas tú contorneándote junto a tus amigas dejando que las melodías guíen sus bailes, eran un grupo bastante atractivo para los chicos al verlas moverse y rozarse entre ustedes sensualmente, sobre todo cuando llevaban puestos disfraces sexys.
Eso le sucedió a Heeseung, que desde que divisó al grupo, sobre todo a ti vestida como el gato sonriente, no desviaba su atención a nadie más que no seas tú. La verdad te veías muy buena, y sí, esas orejitas te quedaban tiernas, pero ese top y minifalda te quedaban de puta madre que lo único que pasaba por su mente era que ojalá la prenda inferior se te subiera para poder ver el tipo de bragas que llevabas.
Su mirada en ti era tan intensa y penetrante que te hizo torcer el cuello en busca de la vibra de aquella persona, encontrándote así con un tipo vestido con una túnica negra y la máscara de ghostface. Para ti fue tan extraño que tu cuerpo se erizara al verte atraída hacia el enmascarado, e inmediatamente empezaste a bailar solo para él, seduciéndolo, dándole la cara y meneándote mientras te tocabas el cuerpo eróticamente.
Él ladeó la cabeza al verte bailar de esa forma, lo siguiente que hizo fue alzar la mano y con dos dedos hizo un ademán para que te acercaras, no dudaste en responder a su llamado y caminaste directo hacia él. Al tenerte frente a frente, cogió tus caderas y te acercó a su cuerpo para hacerte saber lo duro que estaba por culpa tuya. Sonreíste moviendo las caderas creando fricción entre tu vientre y su bulto vestidos. El chico gruñó bajando sus manos hasta tus nalgas para apretarlas con deseo, acercó su rostro al costado de tu cabeza apoyando un poco el pedazo de plástico en tu mejilla.
—¿Quieres jugar un poco conmigo? —preguntó con una voz gruesa que erizó tu piel. —Arriba hay muchos cuartos donde podemos divertirnos solos los dos.
Lo miraste a los ojos a través de su máscara, se notaba lo excitada que estabas y eso le creció el ego, todavía más al verte asentir.
Tomó tu mano y los dirigió al tercer piso, a una habitación desocupada de la inmensa casa. Una vez dentro, se hizo cargo de cerrar la puerta con seguro para luego tornarse hacia su presa de la noche, acariciando con sus pulgares tu cintura desnuda mientras te hacía caminar de espaldas hasta la cama y te tumbó sobre esta, reíste y te levantaste ligeramente colocando tus antebrazos como apoyo.
