(Advertencia: Mención de abuso, leer bajo su responsabilidad, recordemos que esto es ficción y nada es cierto, tampoco busco romantizar estas acciones)
(Si en verdad son menores, por favor no lean este capítulo)
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Haneul terminaba de apagar la televisión después de ver nuevamente la nota de los continuos robos en el noticiero. Estaba cansada de que atormentaran así a la población cuando siendo tantas áreas solo habían atacado a una pequeña parte de la ciudad y ella vivía al otro lado de esta. No tenía miedo, pero estaba harta de ver siempre ese tonto segmento.
Se acomodó en su cómoda cama y cerró los ojos entrando en un delicioso sueño.
El ruido de algo cayendo estrepitosamente la despertó con el pecho martilleando como loco. Se sentó en la cama confusa y temerosa por lo que sea que eso haya sido sin saber que pronto lo descubriría cuando salió de su habitación para mirar por las escaleras hacia abajo sigilosamente sin contar que en el camino encontraría a dos altas figuras varoniles subiendo las escaleras con grandes bolsas negras en sus hombros y los rostros cubiertos con máscaras de payasos.
Los dos miraron a la sorprendida y asustada chica que después del shock retrocedió para entrar y encerrarse en su habitación y poder llamar a la policía, pero los chicos fueron rápidos al subir irrumpiendo en la pieza de la joven.
Ambos riendo divertidos la observaron con atención, llevaba solo una camiseta oversized que le cubría casi la mitad del muslo.
—Tomen todo lo que quieran, pero por favor no me hagan daño. —sollozó temerosa.
Se miraron entre sí y se abalanzaron hacia la chica tirándola sobre la cama e inmovilizándola sobre esta callando sus gritos.
—Que linda muñequita nos encontramos.
—Deberíamos jugar un poco con ella.
Las manos de uno de ellos palparon el cuerpo de la chica recorriendo su figura hasta llegar a sus muslos desnudos y empezar a subir por estos alzando la camiseta y revelando sus panties. Los chicos sonrieron al ver los estampados de corazones sobre la tela.
—Que lindo, eres como un regalito para nosotros.
—Quítaselo, Sungmin. Veamos que tiene para nosotros.
El nombrado, con algo de dificultad debido a las pataletas de la chica, deslizó el calzón por sus piernas revelando su feminidad, no era de esas chicas que se depilaban completamente, solo recortaban algo el vello y lo dejaba así, en lugar de sentirse asqueados por ella, ambos jadearon con deseo.
