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Te encontrabas visitando a tus padres en el cementerio, habían pasado ya cuatro años desde que murieron esa noche de Halloween en un accidente automovilístico, no podías evitar sentirte culpable cuando minutos antes de que aquel camión se estrellara contra ustedes, tú les ibas recriminando sobre dejarte vivir más tu vida, que ya eras lo suficientemente adulta para poder divertirte, ocasionando una discusión.
Pero en verdad no era culpa tuya, no cuando el verdadero culpable era aquel señor ebrio al volante cruzando en rojo.
—La vida adulta no es tan divertida si no están ustedes para poder discutir mientras me aconsejan.
Dejaste tu bebida de uva al lado.
—No crean que es alcohol, solo es jugo. —reíste. —No me atrevo a beber frente a ustedes... de hecho es raro que lo haga, no quiero terminar borracha y... que pasen cosas malas por mi culpa.
"De hecho, mami... yo hice el jugo, tu jugo, tal como me enseñabas a hacerlo, lo hice junto a Sophie, supuse que como no estás yo debería enseñar a mi hermanita menor tu receta y seguir la tradición. Ella está muy feliz con sus frascos, quería acabarlos antes de hoy, pero tú siempre dijiste que debería durar todo el mes, uno por día, porque "en la noche de Halloween, los del más allá salen en busca de sangre de venganza y el jugo de uva los confunde, evitando que te busquen y termines muerta entre sus garras".
Soltaste una carcajada. —Casi llora cuando le dije eso.
Te quedaste en silencio después de oír un árbol sacudirse por unos segundos. Lo miraste sin expresión alguna, imaginándote un conejo saliendo de este, nada lo hizo, pero no te importó.
Volviste tu vista a la tumba de tus padres, agarrando la botella y tomando otro sorbo.
De pronto, la luz del farol que se encontraba a varios metros de ti parpadeó, creando más sombras y puntos negros desde donde te encontrabas, ya que apenas te brindaba algo de luz. Suspiraste cuando volvió a su estado brillante.
Estar en el cementerio de noche en Halloween no era tan buena idea, pero te gustaba visitarlos a su hora de muerte y nadie más se encontraba en el lugar para interrumpirte, tampoco algo o alguien te había asustado antes.
—Tranquilos, no me asusté, pero tampoco quiero quedarme a oscuras. —alzaste tu bebida una vez más. —Bueno, último trago. Hasta el fondo.
Tus labios tocaron la boquilla mientras tu cabeza se inclinaba hacia atrás logrando que el fluido pase a tu garganta refrescándola una última vez con su delicioso sabor dulce y ácido.
