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Después de aquel día, Nakyum se sonrojaba cada que estaba junto a ti. Sus padres lo habían notado, creían que estaba mucho más enamorado de ti que antes, sin saber que en verdad su lindo hijo había cogido con su amiga de la infancia.
Creías que nunca más volvería a repetirse aquella maravillosa situación, pero estabas equivocada, porque él tenía muchísimas ganas de volver a hacerlo. Había entrado en una etapa rara, era como si tuviera fiebre, una fiebre que solo podía pasar con sexo.
Ese día los padres de ambos salieron a una fiesta de adultos, dejando al chico contigo para que se hagan compañía. Pasaron unas horas viendo películas y dándose uno que otro besito inocente hasta que fue la hora de dormir.
Él te había insistido tanto en dormir juntos que se lo permitiste, quedando lado a lado sobre tu cama. Tenías la costumbre de dormir de costado y le diste la espalda sin esperar que él pasara su brazo por tu cuerpo abrazándote. Te pareció tan lindo que hiciera eso, puesto que sabías que al dormir necesitaba abrazar algo y ese algo ahora eras tú. Quedaste completamente seca a los pocos minutos de echarte, pero él no podía dormir. No cuando todo el día se la pasó pensando que pasaría la noche con su noona en una casa a solas. Desde que los mayores se fueron, esperó que intentaras algo para acabar como esa vez, pero no ocurrió. Y su mente al estar contigo solo pensaba en eso y en volver a sentir esa lujuria.
Te sentías caliente entre sus brazos y el recuerdo de tu centro caliente le ocasionó una erección que picaba en tu culo. Era incómodo tenerlo sin poder hacer nada, así que se le ocurrió algo.
— Dios, perdóname por lo que voy a hacer. — pidió perdón, como últimamente pedía a cada segundo, porque pensaba en cogerte varias veces y terminaba masturbándose con el recuerdo de tu cuerpo.
Así fue como su pelvis se movió hacia adelante, sobando su pene en tu trasero, y demonios, se sintió tan bien que volvió a hacerlo una y otra vez. Gimiendo y apretándote contra él cada vez más fuerte, logrando que despertaras y te encontraras con tu menor haciendo aquella cosa.
— Kyum. — lo llamaste y se quedó inmóvil al escucharte despierta.
— Noo-noona, yo...
— ¿En serio se te paró por dormir en esta posición? — suspiraste y negaste divertida. — Está bien. — tomaste tus shorts de pijama y te los quitaste con todo tu calzón. — Quítate el pantalón. — dijiste para que imitara tu acción, liberando su duro miembro.
Aún de espaldas a él, pusiste saliva en tus dedos para llevarla a su glande, inclinaste tu trasero un poco hacia él y con su ayuda, puso su punta en la entrada de tu agujero y se dio la libertad de entrar en ti. Gimiendo por la sensación de tus paredes aprisionar su polla. Te abrazó por la cintura y comenzó a machacar en tu centro con sorprendente rapidez. A este paso ya no tenías sueño y solo te concentrabas en el pene de Nakyum ultrajando tu vagina.
