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Lo habían preparado todo, tenían los juguetes, la venda, esposas, lubricante y, sobre todo, las luces rojas.
Fue a petición de él, quería una noche donde todo se viera mucho más lujurioso que otras veces, un mood que con tan solo entrar al cuarto se erizara la piel por saber lo que ocurriría.
Amaba entregarse completamente a ti, desde que te conoció solo vivía para complacerte en todo lo que le pidieras, no importaba las circunstancias, él haría todo por ti y sabía que, con el tiempo, tú también te volviste dispuesta a hacer todo por él.
El cuarto ya tenía aspecto de discoteca por aquellas luces, te mareaba un poco pero no querías arruinar el momento. Tenías las cosas a tu costado en una mesilla, esperando por tu lindo chico. Quien entró al cuarto después de minutos de pasarla poniéndose aquella ropa. Vestía unas medias blancas hasta las rodillas, una braga de encaje del mismo color, en la cual se transparentaba la parte del frente, luciendo su duro miembro tras aquella tela, y por último, un croptop del mismo color que las otras prendas, teniendo como frase delante de esta un "Good Boy".
Sonreíste inmediatamente al verlo y te devolvió la sonrisa mostrando aquellos lindos hoyuelos que tanto amabas besar. Se sentó en la cama como de costumbre y preguntó.
— ¿Ya empezamos? — pese a la luz, sabías que sus mejillas estaban rojas, ya que no importara cuantas veces tuvieron sexo, él siempre se encontraba nervioso y ansioso por el placer que le esperaría.
Asentiste y se tendió sobre la cama, te inclinaste hacia él y tomaste sus labios entre los tuyos, comenzando con un beso lento y pasando tus manos por su cuerpo, acariciando su piel.
— Manos. — ordenaste y te las ofreció, pasando las esposas por sus muñecas y dejándolas arriba de su cabeza. Tomaste la venda y se la pusiste por sobre los ojos, impidiendo su vista.
Repartiste besos por su rostro, cuello, elevaste su croptop y pasaste tu lengua por sus pezones que rápidamente endurecieron, chupabas con deleite y a cambio obtenías aquellos lindos gemidos de Jinie.
Tus besos bajaron por su estómago hasta llegar a su erección cubierta por la braga. Dando ligeros besitos por todo su falo, acariciándolo con tu nariz y oliendo el aroma a jabón de avena, pues antes de esto él tomó un baño. Sonreíste y tomaste los bordes de la tela para jalarlo hasta sacársela. Obteniendo la maravillosa vista de su pene al descubierto, tan lindo y apetitoso. Abriste sus piernas y las flexionaste un poco, siempre te gustó esa vista, él completamente abierto para ti. Tu mano pasó ligeramente por su miembro acariciándolo, tomando sus bolas con cuidado y yendo hasta su rosada entrada que se frunció al sentir tu tacto.
