SEHUN | Special service

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Tenía las mejores amigas del mundo

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Tenía las mejores amigas del mundo. Me habían roto el corazón y ellas aún estaban a mi lado dándome apoyo condicional. Eran las mejores, pero estaban locas.

Para evitar que yo siguiera hundida en mi cuarto llorando a mares por un chico que no valía la pena, ellas decidieron sacarme para despejar mi mente, lo que nunca se me hubiera ocurrido es que me llevarían a un night club donde las mujeres frecuentaban para disfrutar el sexo con chicos jóvenes y guapos.

Todos los bailarines e incluso los meseros llevaban poca ropa, más bien eran como una lencería de distintos conceptos.

Admitía que varios de ellos en verdad tenían un cuerpo de infarto y los rostros angelicales, pero ninguno llamaba mi atención hasta ver a aquel chico con la charola colgada en su mano izquierda.

Llevaba cintas de cuero por su torso como un arnés, además de una corbata y un bóxer pequeño que le apretaba todo lo que tenía que dar y vaya que se notaba su gran tamaño.

— ¡Eh, bombón! — gritó una de mis amigas, Sarah, y este chico fue el que volteó a nuestra mesa para acercarse a nosotras.

— Díganme, qué es lo que necesitan estas señoritas tan hermosas la noche de hoy. — sonrió.

Era la sonrisa más tierna que había visto, contradecía completamente su atuendo y el lugar donde trabajaba, sobre todo hacía contraste a esos ojos rasgados tales como de un zorro.

— Queremos unos tragos y que nos atiendas bien.

— Muy bien. — Megan sonrió pícara y aquel chico rio entendiendo sus palabras.

— Por supuesto, me encantaría atenderlas. Me llamo Sehun y estoy para servirles. — todas le dieron los nombres de los tragos. — En un momento traigo sus pedidos.

El chico antes de irse posó sus ojos en mí con aquella brillante y tierna sonrisa. Al ir a la barra me fui inevitable seguir sus pasos.

— Eh, Haneul. — volteé a quien me llamó, Sophie. — Aquel chico te echó el ojo.

Todas rieron y soltaron vítores, negué divertida.

— Y al parecer a ti también te gustó.

— Cállense, no molesten. Solo... fueron unas miradas.

— Si quieres puede ser más que eso. Puedes pedir que... ya sabes. — Megan alzó las manos, una de ellas sacando el dedo índice y la otra haciendo un círculo para después introducirlo en este haciendo la seña de penetración.

— Eres una pervertida. — la miré asombrada, aunque risueña.

— Aquí viene, aquí viene. Cállense todas.

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