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Se encontraba tan hermosa como siempre, su nariz tan linda, las pestañas rizadas, las cejas perfiladas, sus mejillas rosadas al igual que sus labios, el cabello perfectamente acomodado y sus ojos cerrados tal como si estuviera durmiendo.
¿Quién pensaría que ya no escucharía más su risa? Ya no escucharía sus pláticas de temas aleatorios y extraños, no la vería sonreír y ya no escucharía sus te amo. Pero sobre todo... no lo miraría crecer a él.
Nuestro bebé en mis brazos lloraba sin parar desde que nació, sabía que sentía la pérdida de su madre y no sabía qué hacer para calmarlo, no cuando yo estaba peor que él, trataba de no derrumbarme y no dejarlo caer al ver al amor de mi vida en aquel féretro, muerta... sin vida.
El destino fue demasiado cruel al llevársela minutos después de parir y en verdad no sabía si culparlo o culpar a nuestro pequeño sabiendo que sería un parto complicado, ella aun así decidió salvar su vida en lugar de la suya.
Estaba dolido con él, estaba dolido con ella, pero sobre todo estaba dolido conmigo mismo al no poder evitar su ida.
— Cariño, ya nos vamos al cementerio, dame al bebé para intentar calmarlo un poco, ¿sí? — su madre con el rostro apagado me quitó al bebé para mecerlo entre sus brazos.
Ni siquiera pude hablar en el entierro, las palabras no salían de mí y mi corazón quería romperse a cada segundo que veía esa maldita caja de madera bajar.
Por mi mente pasaban imágenes de tirarme sobre esta y abrirla para sacarla y encontrarla despierta, sonriendo para decirme que todo es una broma, que me amaba y que no me dejaría nunca.
La necesitaba demasiado, ella era mi sol, mi todo y ahora nunca más... la vería brillar.
— Sehun... vamos a casa, deben descansar. — su madre se refería a ambos. — El bebé necesita comer, tú necesitas dormir un poco.
— No puedo irme... — susurré en lágrimas. — Ella me necesita a su lado.
La escuché sorber la nariz. — Cariño, ya todos se fueron... tu bebé también te necesita.
— Solo llévatelo a casa, estará mejor ahí.
La escuché suspirar al momento que Jaemin volvió a romper en llanto, aquel molesto ruido fue alejándose hasta quedarme solo con ella.
Caí de rodillas sobre su tumba completamente destrozado.
— Amor, amor, por favor. Por favor, vuelve... no puedo hacer esto sin ti. Te necesito aquí. Dime que esto es una mentira, dímelo, por favor... despierta, por favor. Amor mío, despierta.
El pecho me dolía mucho más que la garganta de tanto llorar y gritar por ella.
¿Por qué sucedían estas cosas? ¿Por qué a personas buenas como ella?
