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—Te ves hermosa... muy hermosa... —jadeó en medio del beso.
Su lengua y la mía se frotaban entre sí mientras absorbíamos la saliva del otro, estábamos tan acostumbrados a hacerlo que poco importó cuando la chupó directamente de mi músculo.
—Quiero quitarte tanto este maldito vestido. Arrancártelo del cuerpo y marcarte como mía.
Su boca bajó hasta mi cuello para darle varios lengüetazos.
—Nu... no puedes hacer eso, no tenemos tiempo.
—Carajo, lo sé. —gruñó mordiendo suavemente mi piel.
Me empujó contra los lavabos besándome con pasión para luego ponerse de cuclillas, alzó la falda del vestido para encontrarse con mi calzón. Y lo escuché reír mientras lo deslizaba hacia abajo.
—La liga le sienta bien a tu pierna, pero esto—alzó la tela dejándome ver mi interior con un estampado de fresas—, es un crimen, mi amor.
—Era la mejor opción, trato de no lucir sexy para la luna de miel.
—Esa es mi maldita chica.
Me volvió a besar de forma hambrienta, empujándome a su boca por mi nuca y fácilmente me sentó sobre el lavamanos.
Remangué el vestido y abrí las piernas para dejarlo colocarse en medio después de bajarse el pantalón de vestir hasta los muslos junto con su bóxer.
Tomó su pene desde su base y lo acercó a mi vulva, molestándome al delinear su figura, recorriendo su glande por mis pliegues y dando toques ligeros a mi clítoris.
—Ah... Sunoo, por favor... te necesito, te necesito mucho, deja de jugar, por favor.
Posé mis manos en su cintura para tratar de meterlo en mí, pero se resistió.
—¿Segura, mi vida? ¿Qué tanto quieres que te penetre?
—Mucho, mucho, por favor. —mis dedos fueron a mi entrepierna y expandí mis labios para dejarlo ver. —Estoy lista, ¿ves? Estoy goteando por ti, por favor, Nu.
Sonrió mordiéndose el labio inferior y empujó sus caderas contra mí, metiéndose en mi cavidad de una sola estocada para empezar a hacerme el amor, duro y rápido, porque no había más tiempo.
