4. Los entes de Juanjo

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Martin está en su cama, con sudadera y pantalón de pijama, tapado hasta la nariz. Tiene bastante frío. Solo quiere que Juanjo se acueste con él para darle calor. Lo escucha riendo fuera con Naiara, y comienza a quedarse dormido, perdido en sus pensamientos.

En un momento, recupera la consciencia, al sentir a Juanjo acostándose al fin a su lado. Rodea a Martin con el brazo y le da un besito en la nuca. Medio dormido, Martin se acurruca contra Juanjo, su chico caluroso que duerme en calzoncillos. Duermen tranquilamente.

***

Juanjo se despierta de repente, sobresaltado. La puerta se abre y ve algo... entrando en la habitación. ¿Qué es eso? Siente que no puede respirar.

Intentando huir se levanta de la cama de Martin y muerto de miedo llega a su propia cama. Piensa en salir pero se paraliza al escuchar al ente acercándose... Quiere salir de la habitación pero siente que no puede moverse, algo lo retiene...

***

Vuelve en sí. Se da cuenta sorprendido de que sigue en la cama de Martin. ¿Lo ha soñado todo? ¿Está soñando ahora? Está muy confundido y tiene miedo, el corazón le va a mil. Se decide a despertar a Martin, que duerme plácidamente a su lado. Le sacude el brazo con nerviosismo.
—¿...Hmm... qué... pasa? —pregunta Martin, arrastrando las palabras.

—Martin, despierta, que he visto algo. Tengo miedo. —dice Juanjo, temblando y todo sudado.
—¿Has tenido una pesadilla? —dice Martin, en voz baja, acariciando el brazo de Juanjo para calmarlo.
—Pesadilla no, que te juro que era real. He visto algo abriendo la puerta. Ciérrala por favor.

—Tranquilízate. Respira, anda.
—Martin, por favor. Necesito que cierres la puerta.

Martin, algo alterado ahora, se levanta de la cama para hacerle caso, y se encuentra la puerta cerrada. Sonríe para sí; Juanjo ha tenido una pesadilla, piensa, y nunca lo había visto tan vulnerable.
—Estaba cerrada, Juanjo. Ha sido un sueño. Estoy aquí, ¿vale?

Juanjo respira de manera entrecortada.
—Te juro... que lo he visto.

Martin lo atrae hacia sí, y lo abraza con fuerza.
—Me he ido hasta mi cama porque me estaba persiguiendo. Y debí haber vuelto a la tuya pero... no lo recuerdo, pero debí hacerlo... —dice Juanjo, hablando rápido y tartamudeando un poco.
—De aquí no te has movido, que yo me hubiera despertado. Lo has soñado, amor.

Juanjo no lleva camiseta, y Martin le acaricia la espalda con cariño, consciente del sudor frío que la recorre. Juanjo tiembla levemente contra su pecho.
—Te juro que era real.

Martin le susurra al oído:
—No tengas miedo. Estoy aquí contigo.

Abrazados, al fin se duermen, Juanjo sintiéndose protegido y querido por Martin. Y esto normalmente le incomoda, pero esta vez solo puede estar agradecido.

A la mañana siguiente Martin se despierta primero, con Juanjo abrazado a él, su cabeza apoyada en su pecho. Recorre con sus dedos la espalda desnuda de Juanjo bajo la sábana mientras mira alrededor: todas las camas están vacías excepto la de Chiara y la de Violeta.

Martin entierra los dedos en el pelo de Juanjo, acariciándole y susurra su nombre. Juanjo se remueve y gruñe contra el pecho de Martin.
—¿Vamos? Hay fitness.
—No puedo, Martin. —susurra Juanjo.

Y siempre se quejan de Fitness, pero esta vez Martin detecta algo diferente en la forma en que lo dice.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Es que he dormido muy mal. Siento que no he dormido prácticamente nada.
—Normal. Con tus espectros.
—No es coña. —se queja Juanjo.
—Ya lo sé. ¿Te vas a quedar?
—Sí. Díselo a Toni.
—¿Y qué le digo? ¿Que mi novio ve fantasmas?

Ambos se dan cuenta. Martin se acaba de despertar y no ha pensado antes de decirlo. En su mente lo dice mucho, porque le encanta, pero ellos no lo habían verbalizado. Para Juanjo ha sido algo importante. Por una parte, que Martin lo considere su novio le encanta, y por otra le molesta que no lo hayan concretado y este simplemente lo haya asumido.

Y en el fondo, le da mucho miedo lo que eso supone. No sabe si está preparado para afrontar esa palabra, todavía no.

—Eh... Lo siento, se me ha... —comienza Martin.
—Te he oído. Es... Espera. —pide Juanjo. —A ver, es que me has pillado por sorpresa.
—Sí. —responde Martin, un poco demasiado rápido. —Sí, lo siento.

Juanjo gruñe y se lleva las manos a la cara, frustrado.
—Lo siento, me incomoda este asunto. Uf... es muy temprano para esto. No lo habíamos hablado nunca... No sé muy bien qué somos, Martin. Y no sé si estoy listo para descubrirlo ahora mismo...

Martin sonríe, compasivo.
—Tranquilo. No tenemos que tenerlo todo claro.
Se levanta y antes de irse se inclina sobre Juanjo y le besa la mejilla. Chiara y Violeta ya han salido.
—Descansa, mi amor. —suelta Martin antes de irse, derritiendo a Juanjo.

Este se queda perdido en sus pensamientos, en esa mezcla de emoción y miedo que le causa su indefinida relación con Martin.

El vasco sale de la habitación sonrojado. Decirle "mi amor" a Juanjo, por algún motivo le ha acelerado el corazón.
—¿Tenías calor? —le pregunta Bea, que se está lavando los dientes.
—No. ¿Por?
—Estás todo colorado.
—Ah. No sé. —dice Martin yendo a mirarse en el espejo. Se presiona las mejillas con las manos frías, para que se vaya el rubor.

—¿Y Juanjo? —pregunta Bea.
—Se ha quedado durmiendo. Ha tenido mala noche.
—¿Y tú qué?
—Yo he dormido bien, no, no, es que ha tenido pesadillas. Se puso muy paranoico anoche. —dice Martin sonriendo.
—¿Y... te hace gracia por...? —pregunta Bea, riendo ante la extraña reacción de Martin.
—Es que es muy mono cuando tiene miedo. —contesta Martin sonriendo, tapando su micro con la mano.

***

Se reencuentran en el desayuno, y se dedican sonrisas tímidas desde la distancia. Juanjo prepara tostadas para ambos y comen con tranquilidad, Martin siendo incapaz de quitar la mirada del otro. Más tarde están en la zona de los armarios, y Martin anuncia que va a ducharse. Juanjo, aunque él no ha hecho fitness, lo sigue.

Así entran a las duchas juntos, mirando alrededor inocentemente. Nadie se habrá fijado, piensan. Nada más haber cerrado la puerta de las duchas, sueltan sus toallas en el banquito que hay en medio de la sala y Martin salta a los brazos de Juanjo. Se abrazan con fuerza.

Juanjo está muy despeinado, con pelo de recién levantado. Martin está acalorado de la clase de Fitness y el flequillo se le pega un poco a la frente del sudor. Juanjo agarra a Martin por las mejillas y le planta un beso en los labios. Se separa y ve al vasco con los ojos cerrados y una sonrisa tonta. Este salta hacia él, volviéndole a besar. Rodea el cuello del zaragozano con sus brazos, y este lo agarra de la cintura. Juanjo empuja a Martin con cuidado contra la pared más cercana, y el beso se intensifica.

—¿Tú sabes cuánto te quiero? —pregunta Martin entre beso y beso.
—Yo a ti más. —contesta Juanjo.
Y Martin lo empuja con suavidad, apartándolo de su cuerpo.
—Quiero que me lo digas, Juanjo.
—¿El qué? —pregunta Juanjo, haciéndose el inocente.
—Que me quieres.

Juanjo suspira y pone los ojos en blanco, en un enfado fingido, una sonrisa escapándose entre sus labios. Martin espera ansioso a que diga eso que se muere por oír.
—Te quiero muchísimo, Martin Urrutia. Más que a nada... Aunque seas un friki de mierda.
—Tenías que arruinarlo.
—Es que es verdad, eres un frikazo.

—Qué idiota eres.
—Y también te quiero aunque me lleves esos pelos, Pumuki.
—¿No te gusta mi pelo?
—Me encanta tu pelo, tonto. Me encanta... me encantas tú, entero.

Dentro de la ducha, charlan y ríen bajo el agua caliente. Y se sienten tan felices que podrían explotar de emoción.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora