50. Resaca post-concierto

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El domingo después del concierto lo pasan en Bilbao, se quedan en casa de Martin y vaguean todo el día. Es la una del mediodía cuando Rebeca toca a la puerta de la habitación de Martin y asoma la cabeza hacia dentro.

Se encuentra con la imagen de Juanjo y Martin acurrucados en la oscuridad, Martin abrazado a Juanjo, con la cabeza apoyada en su pecho y una pierna por encima de sus muslos. Ambos chicos fruncen el ceño, molestos por la luz que entra a través de la puerta entreabierta.

—Buenas tardes, bellos durmientes. Que es la una ya. Nosotros vamos a salir, os hemos dejado comida en la nevera, para cuando os levantéis.
—Gracias, Rebeca. —dice Juanjo.

—¿A dónde vais? —pregunta Martin.
—A Neguri. He quedado con Maya y los niños.
—¿Llevas a Erik?
—¿Qué quieres? ¿La casa vacía? —pregunta Rebeca mirándolo divertida, viendo tanto a Martin como a Juanjo sonrojarse.

—Pe-Pero si no... —tartamudea Martin.
—Sí, viene Erik. María va a salir con sus amigos. No la liéis, anda. Juanjo, confío en ti.

Se despiden algo tímidamente y les vuelve a cerrar la puerta.
—¿Ha dicho Neguri? —pregunta Juanjo. —Ese es uno de los nombres que digo en el clip este de inventándome nombres de tus amigos vascos.
—Lo sé. —dice Martin sonriendo. —Es un pueblo de aquí al lado.

—Neguri, Zurimi, Itarre, Azagua... —murmura Juanjo entre risas.
—Buah, tío. Qué vergüenza mi madre... —dice Martin.
—Un poco sí. —contesta Juanjo, riendo aún más.

—Es como que... ya sabe que follamos, pero-
—¡Martin! —salta Juanjo.
—¿Qué? ¿No follamos?
—Sí, pero... qué bruto eres, tío.

Se quedan un rato más acostados en la cama, abrazados y riendo adormilados.

—¿Desayunamos? —propone Martin a las once y media.

Y en cuestión de minutos están merodeando por la cocina de la casa vacía de Martin, descalzos y despeinados. Juanjo abraza la cintura de Martin desde atrás y le da besitos en el cuello.

—¿Me hazez? —murmura.
—Ay... ¿Me hazez? —lo repite Martin, sonriendo enternecido.
—¿Me hazez? —vuelve a decir Juanjo, poniendo carita y voz de bebé, matando a Martin de lo adorable que es.
—¡Ay, qué mono! —dice en un tono de voz muy agudo. —Te hago lo que me pidas. Siéntate, mi bebé.

Desayunan juntitos, comparten un tazón de café y comen fruta fresca y cereales. Martin le da mordisquitos en el brazo a Juanjo mientras se termina el café.

—¿Nos duchamos? —propone el vasco, entrelazando sus dedos con los de Juanjo.
—Vale.

Los chicos entran al baño, cierran la puerta con pestillo aunque están solos en la casa y se desvisten. Juanjo regula la temperatura del agua, a los dos les gusta muy caliente.

Martin se mete bajo el agua abrazándose al cuello de Juanjo, teniendo que ponerse levemente de puntillas. El aragonés rodea su cintura y cierra los ojitos, relajándose y disfrutando de la cercanía del chico. Se enjabonan y vuelven a aferrarse el uno al otro bajo el agua calentita. Juanjo no quiere soltarlo nunca.

—Te quiero. —susurra el aragonés.
—Yo más. —contesta Martin, plantándole un beso en el cuello. Juanjo cierra el grifo y se quedan mirándose a través del vapor que inunda la ducha.

A Martin se le escapa una sonrisa ladeada antes de lanzarse y empujar a Juanjo contra la pared, juntando sus labios en un beso intenso, lleno de deseo y amor. Adora cuando sus lenguas se juntan, en una coreografía lenta y nueva cada vez.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora