Esa mañana, Martin se levanta de la cama con cuidado, procurando no hacer ruido. Desayuna y se viste, y le deja un besito a su novio que duerme estirado en la cama, antes de irse a ensayar para Mariliendre.
Juanjo se despierta a las 10:30 y se siente como una mujer del siglo dieciocho que se queda en casa esperando a su marido. Se parte de risa ante este pensamiento. Pero no le disgusta, la verdad, poder quedarse tranquilo ordenando su nuevo pisito.
Se enfrenta a la tarea de abrir las maletas y acomodar todo su contenido. Ordena su ropa en una parte del armario, y luego pasa a la de Martin.
Sabe que su novio es bastante tiquismiquis con el orden del armario, así que se lo coloca como sabe que a él le gusta: todo bien doblado, clasificado por prendas, dejándole lo que más usa arriba. Espera que no se enfade porque le haya colocado las cosas.
Se pasa la mañana de compras: cojines, dos lamparitas, un espejo de cuerpo entero para el recibidor... También recoge las mesas de noche y la mesita de delante del sofá que había encargado, y las lleva desmontadas en cajas hasta el piso.
"Soy ingeniero, puedo hacerlo", se repite a sí mismo mientras se pelea con las piezas para volver a montarlas.
Después sale a comerse una ensalada barata en una terracita, y de vuelta a casa se para a comprar un juego de vajilla y cubiertos, porque literalmente solo tienen tres vasos y un tenedor.
Un rato después, Juanjo al fin se tira al sofá a descansar y se pone a ver Paquita Salas en su portátil. Quiere ver a Martin ya.
***
Más tarde, suena el telefonillo, y se levanta del sofá de un brinco. La camarita del portal del edificio muestra a Martin, sonriéndole y saludando enérgicamente con la mano. Juanjo sonríe y pulsa el botón. Al cabo de lo que le parece una eternidad, oye dos toques en la puerta de madera.
Abre la puerta y Martin está ahí, guapísimo pero con pinta de cansado, sonriéndole. Juanjo lo atrae a su cuerpo, rodeándole la cintura con los brazos. Martin se funde en el abrazo y coloca sus brazos sobre los hombros de Juanjo, inspirando el olor de su novio.
—¿Cómo estás, Do? —pregunta Martin.
—Yo bien. ¿Tú? ¿Muy cansadico? —dice Juanjo.—Sí. He muerto... Ala, ¡Do, has comprado un espejo! —exclama, señalando al espejo apoyado contra la pared del recibidor (aún sin colgar).
—Sí, he comprado algunas cosicas... —dice Juanjo, sintiéndose de pronto algo tímido. —Bueno, luego te enseño.—¿Luego? Enséñame ahora, Do. —se queja Martin.
—Pero estás cansado...
—Estoy bien, Juanjo. Venga, enséñame.El aragonés lo mira entrecerrando los ojos y finalmente camina hacia el salón.
—Pues estos cojines... —murmura, señalando a los cojines coloridos sobre el sofá.
—¡Ay, me encantan, por favor, Juanjo! ¡Y la mesita! Qué bonita es. ¿Vinieron a montarla?
—Ojalá. Casi me la cargo... Bueno, te enseño la vajilla.Martin lo sigue hasta la cocina. Se está muriendo de ternura con lo nervioso que está Juanjo. Como si no fuera a encantarle todo lo que ha elegido.
—Son las tazas más monas que he visto en mi vida. —dice Martin, admirándolas. —Le voy a mandar una foto a Arrate.
Juanjo no puede evitar sentirse muy validado con esto. Sabe que es una tontería, pero recibir aprobación de los amigos bohemios de Martin le encanta.
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Detrás de cámaras - Juanjo y Martin
Romance¿Qué nos perdimos entre Martin y Juanjo cuando no había cámaras? Basándome en cosas reales, imagino momentos y conversaciones que pudieron ocurrir. La historia está en orden cronológico, desde las semanas en las que Juanjo aún tenía miedo, vemos su...