16. Ya no te hago falta

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Esa noche, apagan las luces y Juanjo y Martin se preparan para irse a dormir. El aragonés, con un pantalón de pijama y la camiseta de "Juanjo", se va al sillón a echarse. Está inmerso en su galería cuando se le tira alguien encima. Martin.

—¡Ay, cabrón! —se queja.
—Perdón, Do. —dice Martin con voz de bebé, colocándose sobre Juanjo cómodamente.

Juanjo le sonríe con ternura. Se acomodan, Martin con la cabeza sobre el pecho del otro, este acariciándole el pelo al vasco. Juanjo adora tener el peso de Martin sobre él, no le importa que lo aplaste. Así pasan un buen rato, con las piernas entrelazadas, y Juanjo se empieza a adormilar.

—¿Cómo han ido tus ensayos? —murmura Martin de repente.
—¿Hmm? ...Bien. ¿Tú?
—Bien. He llorado con Abril. —dice Martin.
—¿Por? —pregunta Juanjo, volviendo en sí inmediatamente al oír esto.
—No sé, la letra de la canción. Pensé en mi ex.
—¿El que era tu vecino? —pregunta Juanjo.
—Sí. Bueno, vivimos en la misma manzana, tampoco es que sea el mismo edificio.
—No me has contado exactamente qué pasó.

—Pues... Lo pasé fatal... A mí él me gustaba mucho, pero yo a él no tanto, supongo. Ahora me doy cuenta de que me usó, pero entonces no era tan consciente. O no me importaba.
—¿Te usó cómo?

—Era como si solo me quisiera cuando había gente delante... En plan, me llevaba a sitios... le decía a la gente que era su "rollo", y luego no me hacía ni caso. En realidad nunca quería hacer nada conmigo, a solas. —explica Martin, mientras su novio le acaricia el pelo.
—¿Su rollo? ¿No erais novios? —cuestiona Juanjo.

—Sí, bueno, eso mismo le decía yo siempre... Según él era idioma de fiesta.
—Fuerte gilipollez. Y fuerte imbécil.
—Ya. Ahora lo veo. —dice Martin.
—Pero, ¿cómo acabaste con él? O sea, no parece tu estilo. —pregunta Juanjo, intrigado.
—Bueno, tú tampoco eres mi estilo y aquí estamos. —dice Martin.
—Pero nosotros somos distintos.
—¿Por qué?

—A ver, tenemos gustos distintos pero nos entendemos muy bien. Rollo, nuestras personalidades se complementan. —dice Juanjo.
—...Pues sí. Es verdad. Yo creo que él simplemente me parecía atractivo... Y se aprovechó. Yo me dejé arrastrar.
—Pues qué hijo de puta. ¿Lo sigues viendo? —pregunta Juanjo.
—Bueno, vivimos cerca. Alguna vez me lo he cruzado, pero no nos saludamos.

—¿Te dejó él? —pregunta Juanjo.
—Sí. Habíamos quedado y estuve plantado en frente del portal de su casa... Mientras llovía. Le mandaba mensajes y no contestaba. Y luego me dijo "dame 5 minutos". Así que esperé. Y nunca bajó, sino que después de media hora me escribió "oye, no te ralles, pero quiero cortar contigo". Yo lloré muchísimo.

—Ay, amor. Te imagino ahí... en la lluvia, esperando solo... Se me parte el corazón.
—Sí, qué puto ridículo. —resopla Martin.
—¿Ridículo? ¿Estás loco? Ridículo el cabrón ese. Qué hijo de puta, se me pone delante y lo hostio.

—¿Quieres hablar bien? —dice Martin entre risas.
—No. Que se joda el gilipollas ese. Y tú y yo juntos para siempre. —dice Juanjo, terminando con voz de bebé.
—Sí. Mi Do. —dice Martin sonriendo de oreja a oreja.
—Yo nunca te voy a hacer algo así. —susurra Juanjo.

Martin levanta la cabeza y mira a Juanjo a los ojos, haciéndole pucheros.
—Te lo digo en serio. —insiste Juanjo. Y Martin tiene la certeza absoluta de que, efectivamente, el maño jamás le hará pasar por algo tan doloroso.
—Ya lo sé.
Martin besa a Juanjo.

—Es que hay que ser desgraciado para tener a Martin Urrutia pillado de ti y no enamorarte de él, y te lo digo por experiencia. —suelta Juanjo, mirando a los ojos del vasco.
Martin siente que se le humedecen los ojos.

—Jo.
—Ay, qué tonto. No llores, bebé. —dice Juanjo, apretando a Martin en un abrazo.
—¿Estás enamorado de mí? —pregunta Martin.
—Joder. Pues claro. ¿Qué pregunta es esa? Enamorado hasta las trancas estoy.
—¿Enamorado pero... de verdad?
—Cien por cien. Cero dudas. —dice Juanjo.

—Es que, enamorarte de alguien y que sea mutuo... No pasa siempre, eh. A veces no me creo la suerte que tenemos.
—Dios me envió para compensar lo del vecino. —suelta Juanjo.
Ambos ríen.

Pasan un rato en silencio, y cambian de postura, ahora estando ambos de costado, cara a cara, con las piernas entrelazadas y los brazos rodeando al otro.

—A ver, ¿y qué dice la canción? —pregunta Juanjo.
—¿Te digo la letra?
—Venga.

Y Martin le recita la letra a Juanjo, sin parar de mirarle a los ojos. Nota como la mirada de Juanjo se mueve, examinando cada centímetro de su cara. Le gusta hacer eso de vez en cuando, como si lo estuviera estudiando. Y normalmente le pondría nervioso, pero como lo hace Juanjo le encanta. Sabe que el aragonés no va a parase a analizar sus imperfecciones, todo eso les da igual.

No hace falta
Ya que me lo cuentes
Si yo ya lo siento
Que no quieres más de mí

No hace falta
Que me enseñes los dientes
Si ya no te hace gracia
Y no quieres más de mi corazón

Y ya que me esquivas la mirada
Que ya no te importa nada
No ves que voy dando tumbos
Persiguiendo tu calor

Y tú no dijiste nada
Que esa mierda envenenaba
Que ibas a cortar mis alas
Y después hacer borrón
Porque ya no te hago falta

—Joder. Vaya letrita. —dice Juanjo.
—¿A que sí? Y cuánto más te fijas más dura es. Cada vez que la leo me duele más.
—Sí, eh. Te paras a analizarla y... uf.
—"No ves que voy dando tumbos persiguiendo tu calor." —recita Martin.
—Es que... joder, eh.
—Ya.

—Siento que te identifiques. Tuvo que ser una puta mierda lo del tío ese.
—Pues sí. Pero ahora te tengo a ti.
—Mi chico... Oye, y ¿vas a enfocar la canción a... eso?
—Eh... no estoy seguro. Es que creo que no, porque Abril no quiere que me base en mi vida real. De todas formas, el otro enfoque que tengo también tiene que ver con mi vida, así que a ella tampoco le convence... Pero yo conecto bastante con ese.

—¿Y cuál es?
—Eh...
—¿Qué? ¿Es secreto?
—No, no, es que... bueno, tiene que ver contigo. —dice Martin.
—¿Cómo que conmigo? —pregunta Juanjo, receloso por ser vinculado a una canción tan triste.

—A ver, es todo ficticio, amor. Me monto una historia en la que... tú me dejas de querer. Y, pues, imaginarme eso me trae muchos sentimientos, y los uso para la actuación.
—Ah, vale. 100% ficticio entonces.

Juanjo sonríe y se acomoda poniendo la pierna entre las de Martin.
—Uy. —dice, al rozar la entrepierna de Martin sin querer. —¿Pero esto qué es?
Martin sonríe sin apartarle la mirada.
—¿Nos vamos a la ducha?  —propone el vasco.

—Pero, pero, pero. Este chico, ¿qué le pasa? Ducharse conmigo, dice. Si eres un bebé, ¿cómo vas a estar pensando en esas cosas? —Juanjo se parte de risa, molestando a Martin. Pero le hace caso y terminan yendo a las duchas.

***

Entran a la primera cabina y se funden en un beso intenso. Martin rodea el cuello de Juanjo con sus brazos. Sin parar de besar a su novio, Juanjo abre el agua caliente, se ponen debajo del grifo, y se abrazan con fuerza disfrutando del calorcito.
—Qué calentita. —murmura Martin.
Un rato están así, aferrados el uno al otro. Martin apoya la barbilla sobre el hombro de Juanjo.

Se enjabonan el uno al otro, riendo con vacile. Juanjo adora deslizar sus manos por el pelo mojado de Martin. Se empiezan a besar de nuevo, un beso lento, que termina evolucionando hacia mucho más... Cuando terminan, salen de la ducha y se secan con sus toallas, lanzándose miradas cariñosas.

—¡Ay! —exclama Juanjo, en uno de sus ramalazos de amor —¿Cómo vas a ser tan bonito?
Martin sonríe mientras el otro le llena la cara de besos.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora