27. Los campos de Magallón

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—Y a ver cuándo me presentas a su hermana... —suelta Javier.
Juanjo le mete una colleja.
—Gilipollas. —dice.
—¿Qué haces?
—Tiene 15 putos años, Javier.
—Y yo 18. Nos llevamos casi lo mismo que tú y Martin. —dice vacilón.

—Que es menor de edad, imbécil.
—Ya, estaba de coña, ¿vale? Tengo novia.
—¿Otra nueva? —lo vacila el mayor.
—Oye, ¿qué cojones haces? ¿A dónde vas?
—Me voy. —dice Juanjo.
—Y una puta mierda, te toca a ti recoger la cocina.
—Mis cojones, Javier. La recojo yo siempre.

Martin, mientras Nieves le enseña su colección de cuadros, escucha toda la pelea de los hermanos Bona en la distancia.
—Mis hijos son muy pesados y juntos aún más. —murmura la mujer, avergonzada oyendo a Javier y Juanjo insultarse.

Martin ríe.
—Te lo digo en serio, tú eres tan bueno y tan tranquilito... y mi Juanji es tan... No sé, ¿cómo te empezó a gustar?

—Pues... Al principio porque es muy guapo, y tiene una voz preciosa, la verdad... Y luego lo conocí un poco más. Era muy extrovertido, pero yo notaba que tenía como... un mundo interior, que no enseñaba. Sobre todo las primeras semanas. Yo creo que por eso estaba de mal humor, se estaba como restringiendo a sí mismo. Y yo quería sacarlo de ahí.

—Y lo conseguiste. Te lo voy a agradecer siempre, Martin. —dice Nieves, dándole un beso en la mejilla.

—Los cabrones estos, ¡dejad de decir palabrotas ya, joder! —grita el padre de Juanjo desde la otra habitación.
—¡Juan José, por Dios, que eres peor que ellos! —dice Nieves.
—¡Coño ya, que el pobre Martin va a alucinar con estos dos!

Martin sigue a Nieves hasta la cocina.
—A ver, ¿qué pasa? —dice la mujer.
—Que le toca a Javier recoger. —dice Juanjo.
—No, pero ¿qué dices? Mamá...
—Mirad, los dos, me da igual quién lo haga pero lo decidís ya. Ahora mismo.

—Yo no lo voy a hacer. —dice Juanjo.
—Venga, yo ayudo al que lo haga. —ofrece Martin, intentando que haya paz.

Juanjo y Javier se miran, aguantándose la mirada durante unos segundos, diciéndose mil cosas sin pronunciar ni una palabra. Y entonces Juanjo rompe el silencio y dice:
—Vale, yo recojo. Yo solo.

—Que no, que yo te ayudo. Que tampoco es cuestión de venir aquí como si esto fuera un hotel. Puedo hacer algo, eh. —se queja el vasco.
—Martin, ¿un FIFA? —dice de repente Javier, yendo al salón.
Martin mira a su novio, frunciendo el ceño.
—¿Qué...? —susurra.
—¡Venga, sí! Un FIFA, Martin. —suelta Juanjo, haciéndole un gesto para que se vaya.

Martin se va al salón, flipando, y se sienta al lado de Javier mientras oye a Juanjo recogiendo la loza.

—¿Sabes jugar, no? —dice Javier.
—Eh, sí. Más o menos.
Le da un mando y empiezan a jugar. Al cabo de 10 minutos se están partiendo de risa los dos.

—Cabrón, ¿cómo era eso de que jugabas más o menos? —pregunta Javier.
—Cállate, que estoy a punto de marcarte otro. —dice Martin.
—¡Hijo de puta! Te voy a reventar, te lo juro.
—Por Dios, Javier, contrólate. —dice Juanjo, sentándose en el sofá al lado de Martin y metiéndose en Instagram.

—¡Ey, ey ey ey! ¿Qué haces? —dice Martin de pronto, alterado.
Bid jacking.
—No, venga ya, no sé que es eso, no vale.
—Calla, cabrón, pa una cosa en la que te tengo ventaja.
—¡Oye! Que no le digas... —dice Juanjo.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora