8. Martin malito

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Cuando llegan de la gala 5, Martin se va directamente a la habitación. Juanjo se para a coger un plato de croquetas y se queda en calzoncillos y camiseta, antes de dirigirse también al cuarto. Se encuentra al vizcaíno aún vestido con la camiseta naranja y el pantalón azul de "Dymanite", tirado boca abajo en su cama.

—Martin. ¿Estás bien?
—No. —murmura.
Juanjo se sienta a su lado en la cama y le acaricia la espalda.
—¿No quieres cenar nada?
—No. Me duele la tripa.
—¿Quieres una croqueta?
—No, gracias.
—Venga, cómete una al menos.

Martin se incorpora y se come la croqueta que Juanjo le está ofreciendo, a regañadientes.
—¿Quieres más? —pregunta Juanjo, que aún tiene 3 más en el plato.
—No. —dice Martin, acostándose de nuevo, boca arriba.
—¿Te vas a duchar? —pregunta Juanjo.
—Mañana.
—Pues te traigo el pijama, no vas a dormirte así.

Juanjo se levanta y sale a los armarios, para coger el pantalón de pijama de Martin y la camiseta con su nombre. Vuelve a entrar en la habitación y tira del brazo de Martin para que se incorpore, ayudándole a quitarse la camiseta y a ponerse la del pijama. Martin se acuesta y extiende sus piernas, y Juanjo le pone los ojos en blanco antes de disponerse a quitarle el pantalón.

—Eres un aprovechado. —le suelta.
Martin sonríe y se pone el pantalón de pijama, mientras Juanjo sale a dejar su ropa de la gala en el armario.

Ya listos para irse a dormir, Juanjo se acuesta mirando al techo y Martin apoya la cabeza en el pecho del otro.
—¿Qué te pasa, bebé? —pregunta Juanjo.
—La tripa.
—¿Solo eso?
Martin no contesta, y Juanjo insiste.

—Dime, ¿qué tienes?
—Estoy triste.
—¿Porque te han nominado?
—Entre otras cosas. —murmura Martin.
—Sabes que los profes piensan que fue una locura que te nominaran, ¿no? —le dice Juanjo.
—Bueno. Pero me nominaron.
—Amor...

—Pero no es eso. No sé. Siento que no termino de conectar con ninguna canción.
—Es normal, no las eliges tú.
—Ya...

Juanjo le besa la frente.
—Martin, has salido entre los favoritos 4 galas seguidas. Puede que tú sientas que no conectas, pero a la gente le estás llegando. Y has hecho actuaciones increíbles, eh. La de hoy era muy difícil y la has hecho genial.
—Que va, he desafinado.
—Joder, Martin, que te oí en directo. Te juro que tienes una impresión mucho peor de lo que realmente fue. Sonó bastante bien. Bueno, ya lo verás mañana en el repaso.

—Y Buika, joder. "Aprieta", me dice. Como si no hubiese estado toda la semana ensayando a tope.
—"Aprieta, papi", te dice, y tú con gastroenteritis. —suelta Juanjo, arrancándole una carcajada al menor.
—Ay, Dios, no lo había pensado.

—Yo sí. Esa señora dice muchas cosas raras, eh. Tú no te pongas en plan negativo, Do. Lo estás haciendo genial. No te machaques tanto. —le dice Juanjo.
—Vale.
—Yo estoy aquí para lo que necesites, ya lo sabes. Para hablar, para escucharte, para abrazarte... para bailar contigo, para ducharme contigo, para acostarme contigo...

—Vale, vale. —dice Martin entre risas tímidas. —Gracias, Juanjo.
—Te quiero.
—Yo te quiero más.

Se quedan un rato en silencio, la pierna de Martin entre las de Juanjo y su brazo rodeando el pecho del zaragozano. Juanjo acaricia la espalda y el brazo de Martin. No pueden dejar de tocarse.

—Has salido entre los favoritos, Juanjo.
—Joder. La ilusión que me ha hecho no es normal. Que encima el público se ha puesto a gritar "Juanjo, Juanjo, Juanjo...". Te juro que casi me muero.
—Te lo mereces. —dice Martin sonriendo.
—¿Y tú qué? A ver si sales ya favorito, que ya te toca.
—Bueno, no me puedo quejar.

Se quedan un buen rato en silencio, Juanjo comienza a tener sueño. De pronto, Martin suelta un gruñido.
—Ay... —se queja.
—¿Qué? —pregunta Juanjo al instante.
—Voy a vomitar.

Juanjo se levanta de la cama y ayuda a Martin a hacer lo mismo, sujetándolo con fuerza. Lo guía al baño más cercano, mientras Martin se abraza el vientre. Martin se tira de rodillas en frente del váter, y Juanjo cierra la puerta rápido para agacharse al lado del otro. Le acaricia la espalda mientras Martin respira hondo. Y unos segundos después echa toda la merienda.

—Ay, amor. —dice Juanjo cuando Martin vomita, y le agarra la mano con fuerza. Cuando termina, Martin se queda quieto unos segundos, respirando profundamente.
—¿Ya? —pregunta Juanjo.
—Sí. Lo siento. —dice Martin, con un hilito de voz.
—¿Qué sientes? No hay nada que sentir, Martin. —dice Juanjo, cogiendo papel higiénico y dándoselo a Martin para que se limpie la boca.

—Odio vomitar.
—No pasa nada, amor.
Juanjo le da a la cisterna y ayuda a Martin a ponerse de pie.
—Dios mío, qué asco. Me voy a lavar los dientes. —murmura Martin.

Va a su lavamanos y se cepilla los dientes tres veces seguidas, mientras Juanjo lo observa haciéndole pucheros. Cuando termina, mira a Juanjo con ojos cansados.

—Me voy a acostar.
—Ahora sí que deberías comer algo, Martin.
—¿Para echarlo? —pregunta Martin.
—Si te lo comes despacito no tienes porqué. ¿Vamos a la cocina?
—No quiero...
—¿Te traigo algo, entonces?
—Vale.

Y Juanjo se va a prepararle a Martin una tostada caliente con jamón y tomate. Cuando llega a la habitación, Martin está recostado contra la almohada.
—Buah, Juanjo. Eres lo mejor que me ha pasado.
—Ya lo sé. Cométela despacio, ¿vale?

Cuando Martin se termina la tostada, Juanjo le ofrece la botella de agua y Martin bebe un poco. Después se colocan en sus lados de la cama, pues Juanjo siempre duerme por el lado de la pared.

Martin se acuesta de espaldas a Juanjo, que lo rodea con el brazo y entrelaza su mano con la del vasco.
—Te quiero más que a nada, Juanjo. Te adoro.
—Yo también te quiero, bebé. —contesta Juanjo, poniendo una voz de tonto que a Martin le hace mucha gracia.
—Qué pesado eres. —dice Martin entre risas.
—Qué pesado eres. —le repite Juanjo, poniendo la voz otra vez.
Martin sonríe.

Al cabo de un rato, Martin se duerme. Juanjo lo nota por cómo su respiración se ralentiza. Levanta la cabeza de la almohada para echar un vistazo a su novio. Martin tiene la boca abierta y Juanjo piensa que va a babear la almohada. Sonríe, el chico le da tanta ternura que tiene ganas de estrujarlo. Se pega bien a él, acercando su cara al pelo del otro tanto como puede. Al final, abrazando a Martin y concentrándose en su respiración termina durmiéndose también.

Tras un tiempo la gente va entrando a la habitación. Juanjo y Martin se habían ido a dormir muy temprano, y aún no había nadie más en la cama. Los primeros en entrar son Alex y Lucas. Alex señala a Martin y Juanjo, abrazados, y le pega un manotazo al uruguayo. Sonríen con ternura antes de dirigirse a sus camas. Más tarde entran Violeta y Kiki, que entre risitas les sacan una foto a los chicos que duermen. Al final todos se acuestan a descansar.

***

A la mañana siguiente, Martin se despierta primero. No se han movido de la misma postura en toda la noche. Se acurruca más contra el cuerpo de Juanjo. Después de un rato, Juanjo le besa el pelo, y así Martin se da cuenta de que está ya despierto.

Martin entonces se gira en la cama para mirar a Juanjo a los ojos. Sus miradas se encuentran y se sonríen con ternura.
—Buenos días, amor. —dice Juanjo.
—Hola. —contesta Martin, tímido.

—¿Cómo está hoy mi Pumuki? Ayer te me pusiste muy malito.
—Estoy mejor.
—Me alegro. —dice Juanjo, atrayendo a Martin hacia su pecho en un abrazo.
—Gracias por cuidarme. —susurra Martin.
Juanjo ríe y le habla con su voz de bebé.
—Pues claro, tonto.

Detrás de cámaras - Juanjo y MartinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora