Martin se baja del tren en la estación de Madrid, tras horas de trayecto desde Bilbao. Carga con dos maletas grandes y una mochila que le está dando un dolor de espalda horrible. Por suerte, su persona favorita lo está esperando en la salida.
Cuando lo ve, se dan un fuerte abrazo, en el que Juanjo le acaricia la cabeza con cariño.
—¿Cómo estás, Do? —pregunta el aragonés al oído del otro.
—Bien. Con ganas. —dice Martin, sonriendo.Se separan y se miran, sin poder evitar reír como tontos.
—Mi chico... —murmura Juanjo. Martin lo interrumpe poniéndose de puntillas y dándole un corto beso. Juanjo se muerde el labio para controlar la sonrisa tonta que quiere aparecer en su cara.Algo sonrojado, le coge la mochila a Martin y se la cuelga al hombro, y agarra una de las maletas.
—Eres un caballero, mi Do. —dice Martin con voz de bebé.Y se van a pillar el metro con destino... su nuevo piso. En todo el trayecto no se sueltan la mano, y a la vez con la otra mano no sueltan el asa de la maleta que cada uno lleva. Al fin se bajan del metro y salen ansiosos a las abarrotadas calles de Madrid.
***
Cuando llegan al portal del edificio, Juanjo saca un llavero de su bolsillo y se lo da a Martin en la mano.
—Nuestra casa... —dice Juanjo entusiasmado mientras su novio abre la puerta sonriendo.
Entran y suben en el ascensor, quedándose bastante apretados entre las enormes maletas.—Hola. —dice Martin con voz de bebé al verse tan pegado a Juanjo.
—Hola, agapornis. —contesta Juanjo, dándole un besito en la punta de la nariz.Llegan al piso 6º y salen del ascensor. Juanjo guía a Martin hasta la cuarta puerta de la izquierda.
—Es la pequeñita. —dice, señalando al llavero que Martin aún tiene en la mano.Al vasco le tiembla levemente la mano al coger la llave para abrir la puerta del piso. Entra a un recibidor con paredes blancas. Se encuentra las maletas de Juanjo, que llegó ya hace un rato, a la izquierda. Lentamente camina hacia dentro. A la derecha encuentra el salón, en el que solo hay un gran sofá de color beige con pinta de ser muy cómodo.
Juanjo cierra bien la puerta y acomoda las maletas de Martin mientras este sigue explorando su nueva casa. En frente encuentra una cocina blanca totalmente equipada. Además hay una mesita de madera con dos sillas de color verde claro. A la derecha entra a un pasillo estrecho. La primera puerta le muestra una pequeña habitación totalmente vacía.
La siguiente es el baño, que trae una ducha, un váter y un lavamanos blanco y reluciente. Al fondo está su habitación. Al poner un pie ahí dentro inmediatamente se le saltan las lágrimas. Por ahora solo está la cama, una cama de matrimonio con el cabecero de madera y unas sábanas blancas.
Martin vuelve para atrás y se encuentra a Juanjo en el pasillo, andando hacia él con una preciosa sonrisa ladeada. Esto hace llorar a Martin aún más, que solloza lanzándose a abrazar a Juanjo.
—Mi amor... tranquilo... —dice este enternecido, acariciándole la espalda.—Es que no me lo creo. —dice Martin, aferrándose a Juanjo con fuerza entre lagrimones incontrolables. —Estoy... en mi piso... en Madrid. Con mi novio, del que estoy totalmente enamorado.
—Do... —dice Juanjo, dándole un corto beso y limpiándole las lágrimas. —Me encanta que me digas que estás enamorado.
—Pues me alegro de que te guste, porque te lo dije delante de toda la audiencia de OT. —dice Martin, sonriendo a través de las lágrimas.
—Si, habría sido muy incómodo si no me gustara oírlo. —suelta Juanjo, riendo.—Jo... Estoy en shock... no sé ni qué decir... ¿nos dejaron sábanas? —pregunta Martin, escogiendo la pregunta más aleatoria de las mil que invaden su mente.
—No, las puse yo. —dice Juanjo. —Es que llegué y estaba la cama montada pero el colchón de pie contra la pared... y dije: voy a dejarla bien hecha para cuando llegue Martin.
—Do... —dice Martin haciéndole pucheros.—Es que llevo aquí 2 horas, amor, he tenido mucho tiempo. Ha traído un repartidor el sofá, y lo he montado. Luego he salido a comprar un set de sábanas y dos almohadas, y un set de toallas monísimas.
—Jo. Te amo. —dice Martin, dándole un beso.—Y he estado mirando montón de cosas. Hay una mesita para delante del sofá en IKEA preciosa. Y tenemos que comprar espejos, que no hay ni uno. Ah, y mesas de noche y lamparicas también he estado mirando...
—Me parece bien todo lo que elijas. —dice Martin empujando a Juanjo con suavidad dentro de la habitación.—¿Qué haces?
—Estrenar nuestra cama...
—¿Ahora? —pregunta Juanjo, soltando una carcajada.
—Va, un rato solo. Quiéreme un poco... —pide Martin.
—Lo hicimos hace menos de 14 horas en el hotel de Andorra, cariño. —dice Juanjo.
—Shhhh. —lo manda a callar el vasco.Juanjo ríe poniendo los ojos en blanco y deja que el otro lo empuje a la cama. Se acomoda sobre una almohada. Martin le quita las zapatillas a su novio y se quita las suyas, y seguidamente se tira encima de él.
—Hola, Do. —dice Juanjo.Martin une sus labios en un beso lento e intenso. Mientras mezclan su saliva y notan el calor de la lengua del otro, Juanjo recorre la espalda de Martin con los dedos, acariciándolo por debajo de la camiseta.
Entonces Juanjo coge a Martin de los brazos y le da la vuelta, quedando él por encima.
—Ay, Dios, qué cómodo es el colchón. —comenta Martin.Juanjo comienza a besarlo por todos lados, despacio y con mucho amor. Primero le besa la cara, las mejillas y el mentón, y recorre su mandíbula dejando un rastro de besos. Martin cierra los ojos disfrutando del cariño de su novio.
—Te quiero... —susurra el menor.
—Yo más.Juanjo vuelve a besarle en los labios, mientras le acaricia la mejilla con el pulgar. Son besos cortos pero cariñosos, y Martin se siente la persona más feliz del mundo. Los interrumpe el sonido del móvil de Juanjo, una llamada entrante.
Sobresaltado, saca el móvil de su bolsillo.
—Ah, es Irene. —informa, cogiendo la llamada.
—¡Hola! ¿Estáis ya los dos por ahí? —pregunta la mejor amiga de Juanjo desde la otra línea.—Estamos, sí. ¿Venís a inaugurar el piso? Podemos pedir algo de cena. —dice Juanjo.
—Claro, vale. ¿Nos vemos sobre las ocho?
—Perfecto, sí.—Irene y Lucía se vienen ahora a cenar. —informa Juanjo.
—Qué guay, jo... Me hace muchísima ilusión. Oye, ¿le digo a Álvaro que venga? Le había dicho que lo invitaba a la inauguración del piso.—¿Álvaro Mayo? —pregunta Juanjo.
—No, Jurado.
—Ah, claro. Díselo. Que se traiga al novio.
Martin le escribe por WhatsApp a su compañero de Mariliendre.Martin: alvarooo os queréis venir a cenar a nuestro nuevo piso?
Martin: pensábamos pedir algo, que vienen unas amigas de juanjo a las 8
Álvaro: claroooo miniñooo cuenta con nosotros 😊😊
Álvaro: mándame la ubi***
Cenan hamburguesas sentados algunos en el sofá y otros en el suelo, apoyados en una enorme caja de cartón en la que venía el sofá desmontado.
Enseguida Irene y Lucía se hacen súper amigas de Álvaro y Antonio. Terminan contando anécdotas como si todos fueran amigos desde siempre. Juanjo y Álvaro tienen muchísimo en común y se ríen montón juntos, ante la mirada alegre de Martin, quien se siente muy feliz. No se puede creer que esta sea su vida.
***
Esa noche están acurrucados en su nueva cama, Juanjo usando el brazo de Martin de almohada, su mano posada sobre el pecho de vasco, justo sobre su corazón. El mayor se duerme rápido, siempre lo hace cuando duermen juntos.
Martin se queda un rato despierto, pensando, con el olor a limpio de su novio inundando sus fosas nasales.
Llora en silencio, para no despertar a Juanjo. Le puede el pensar que están aquí porque un día Juanjo decidió afrontar sus miedos, dejar de esconderse... un día Juanjo decidió que no iba a vivir para nadie más que para él mismo, y Martin lo ayudó a encontrarse. Han aprendido a quererse, juntos, y ahora están durmiendo en su pisito, más felices y enamorados que nunca.
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Detrás de cámaras - Juanjo y Martin
Storie d'amore¿Qué nos perdimos entre Martin y Juanjo cuando no había cámaras? Basándome en cosas reales, imagino momentos y conversaciones que pudieron ocurrir. La historia está en orden cronológico, desde las semanas en las que Juanjo aún tenía miedo, vemos su...