CAPÍTULO 7: Who are you?

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Dean se levantó de la silla y fue hasta el minibar. Era de lo poco que quedaba intacto después del destrozo quebhabía armado aquella mujer. O más bien el demonio dentro de ella.

Cogió una cerveza y se sentó de vuelta en la silla, mirándola. Era delgada y muy pálida, parecía varios años más joven que Sam, y no era muy alta. Claro que para la altura que tenían tanto él como su hermano, cualquier persona parecía baja.

Tenía el pelo largo, por la altura del pecho, un pecho muy bien puesto, todo habíaque decirlo. Sacudió la cabeza. ¿En qué estaba pensando? La chica apenas acababa de ser poseída por un demonio y él ya estaba pensando en su físico.

¿Qué querría un demonio de aquella chiquilla? Pegó un trago a la cerveza, y por el rabillo del ojo se dio cuenta de que ella comenzaba a moverse.

El rubio dejó la cerveza encima de la mesa mientras ella abría los ojos, mirando a su alrededor, confusa. Cuando sus ojos llegaron a él, se abrieron como platos. Dean alzó una ceja y se levantó para acercarse. No apartó la vista de su cara en ningún momento.

—¿Cómo te encuentras?— preguntó, parándose al lado de la cama.

—¿Quién eres?

—El que te ha salvado la vida. Bueno, uno de ellos— volvió a mirar a su alrededor, sin entender nada.

De repente pareció como si se le encendiese una bombilla, se levantó de golpe de la cama y se pegó al armario, mirando a su derecha. Se agachó y cuando volvió a enderezarse tenía un cristal en la mano a modo de puñal.

El rubio alzó las palmas de sus manos  por delante del cuerpo, en modo de defensa.

—¿¡Saaaaam!?— llamó a su hermano. Las mujeres armadas no eran su fuerte—. Tranquila.

—¿Quién eres? — repitió.

—Si bajas eso—comenzó a hablar, señalando al cristal y dándole su mejor sonrisa— , te lo cuento todo.

—Habéis estado a punto de matarme.

—Estabas poseída

—¿Qué sois?— preguntó, haciéndole deducir con aquella pregunta que conocía algo de su mundo.

— Cazamos cosas como la que llevabas dentro de tu cuerpo.

—¿Cazáis demonios?—el rubio frunció el ceño, extrañado. Normalmente cuando la gente salía de una posesión parecía completamente desorientada, sin saber qué era lo que le había ocurrido, y sin embargo ella parecía ser completamente consciente de por lo que había pasado.

—¿Sabías que estabas poseída?—justo en ese momento Sam entró en la habitación, como una avalancha. Su hermano se giró y vio que traía una pistola en la mano, apuntando directamente a la chica—. Sam baja el arma, sólo está asustada.

En ese momento notó un golpe en el brazo, que estuvo a punto de tirarle. La melena rojiza de la chica pasaba a toda velocidad por su lado. Sam la interceptó justo antes de salir por la puerta, cogiéndola de la cintura y elevándola en el aire.

—¡Soltadme!— gritó llenando de golpes a su captor.

Dean corrió hacía ellos y la tapó la boca. Mala idea. En cuanto hizo contacto con su cara sintió los dientes de la pelirroja clavándose en su palma.

Gritó dándose la vuelta y agarrándose la mano.

—¡Será perra!— cuando se volvío hacia ellos, un polvo blanco le cayó en la cara.

Se mordió el labio con los ojos cerrados, conteniéndose, y al abrirlos se encontró con una imagen de su hermano que debía ser parecida a la suya, cubierto de puntos blancos por todo el pelo y parte de la camisa.

Lamió los restos que tenía en el borde del labio— ¿Sal?— ahora ella estaba estática en los brazos de Sam—. Vale, ahora que has visto que no somos demonios, vamos a hablar, y mientras hablamos, te vas a quedar quietecita.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora