CAPÍTULO 29: Finale II

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-¿Puedo cogerla?- Preguntó el ángel a Emma mientras esta aún observaba distraída mirando a la niña en sus brazos con una pequeña sonrisa.

-Cas, relájate, Emma apenas ha podido estar con ella.- Contestó Sam observando la cara de cachorro herido del ángel al recibir la negación mientras recibía una mirada asesina por parte de Dean.

Emma apenas había dicho una sola palabra desde que había cogido a la niña en brazos, y tampoco la había soltado. Sabía que Dianna no recordaba nada probablemente ni de lo ocurrido cinco segundos antes, pero estaba decidida a compensar el tiempo que había estado alejada tanto de ella como de Dean. Apenas la dejaba salvo para ir al baño, y Dean la había obligado a soltarla lo suficiente como para que comiese algo.

El rubio estaba sentado sobre el brazo del sofá, mirando con orgullo a sus dos chicas mientras el resto seguía con su día. Sam y Liz de vez en cuando desaparecían de la biblioteca del búnker, pero el ángel no paraba de rondar alrededor de Emma para coger a la niña en cuanto ella la descuidase.

Una corriente de aire los sorprendió, seguida de un aleteo diferente al de cualquier ángel que se les hubiese desaparecido, y Chuck volvía a estar delante de ellos.

Castiel paró de remolonear y se quedó paralizado al encontrarse con su padre por tercera vez. Dean apartó sus ojos de Emma y Dianna y observó al Dios. Una tímida sonrisa asomaba por la comisura de la boca de Chuck que los miraba de forma extraña. Sam apareció corriendo en la biblioteca seguido de Liz ante el estruendo provocado por la corriente del aire. La niña comenzó a llorar en los brazos de Emma y Castiel se giró tratando de entender el llanto de la niña.

-Oh, Dios mío.- Murmuró Emma reconociendo a aquel hombre que ahora estaba delante de ella. Había sido él mismo que se había encontrado en el infierno y que le había puesto a Lucifer a sus pies. Emma se sintió completamente avergonzada al darse cuenta de quién era, sin entender cómo no lo había visto la primera vez que lo había tenido delante. Su mera presencia era casi enorme.

Se levantó rápidamente y entregó a Dianna voluntariamente a Castiel. No sabía que esperarse de Chuck en aquel momento, pero sabía que con él que más segura se iba a encontrar la niña en aquel momento era con el ángel.

-No le voy a hacer nada.- Dijo Chuck al darse cuenta de los pensamientos de Emma mientras el ángel le susurraba unas palabras a la pequeña que al momento dejó de llorar.- Sólo vengo a hablar.

Dean estaba en tensión observando al del pelo rizado. El aspecto que presentaba en aquel momento aún le chocaba con respecto a la persona que había conocido años atrás y que les había impedido reconocerlo. Ni si quiera Castiel se había dado cuenta de que era su propio Padre. Una extraña sensación se instaló en su pecho. Por un lado estaba agradecido a aquel "hombre" que estaba delante de él, le había devuelto a su familia y eso era lo que más había deseado, pero habían estado entre la espada y la pared tantas veces por su causa que ya no sabía que pensar. Se quedó allí plantado, sopesando lo que tendría que decirles.

Sam por su parte no quería abrir la boca, sabiendo que había incumplido lo que Dios le había ordenado cuando les había sacado del cementerio. No le permitía sacar a su hermano del infierno, y ante todo pronóstico, Sam había hecho lo que le había dado la gana.

-Tampoco vengo a hacerte nada a ti, Sam.

-Puedes dejar el rollo de "The Listener" a un lado y decirnos lo que nos tengas que decir.- Soltó Dean tenso, sabiendo que les estaba leyendo los pensamientos a todos y cada uno de ellos. Aquello era algo que le había incomodado de Castiel, pero el ángel parecía tratar de dejarles sus pensamientos para ellos mismos siempre que podía, sin invadir su privacidad.

Chuck desvió la mirada de vuelta a Dean, suspirando. Después de toda la existencia, por mucho que le molestase la opinión que tenían de él todas sus creaciones, había logrado entenderlos hasta cierto punto, y saber que casi todos tenían motivos propios para actuar como lo hacían. Al fin y al cabo la libertad que les había dado era para eso, así que no le dijo nada a Dean por hablarle de aquella manera. Como había dicho, lo único que quería era hablar, y no ganaba nada lanzando al mayor de los Winchester contra la pared al retarlo.

-Quiero hablar con Castiel.- Anunció. El ángel frunció el ceño aún con la niña en brazos.- ¿Podemos ir a un sitio algo más privado?

-Lo que le tengas que decir a Castiel nos lo puedes decir a los demás.- Volvió a soltar Dean. Chuck le lanzó una mirada de advertencia esta vez, tampoco pretendía permitirle todas las altanerías que quisiera. Volvió a respirar tratando de tranquilizarse mientras el rubio tragaba saliva intentando de aparentar que aquello no le daba algo de miedo.

Castiel se enderezó, tensándose ante el atrevimiento de su amigo y agradeciendo que saliese en su defensa. Aunque él mismo sabía que no podría negarse a cualquier petición por parte de aquel "hombre", al fin y al cabo era su Padre.

-Voy a volver ahí arriba, y necesito tu ayuda.- Sam abrió los ojos de par en par sin esperarse aquello.

-¿Por ahí arriba te refieres al...- Preguntó el castaño.

-Al cielo, sí.- Sam asintió sorprendido y después se pasó la mano por los ojos aturdido.

-Oh, joder.- Soltó Dean pasándose una mano por el pelo.- ¿Ahora? ¿Justo ahora?

-Te agradezco que cuentes conmigo, pero no soy bien recibido por mis hermanos ahora mismo.- Se explicó Castiel, tratando de ser lo más cordial posible. Hubo un tiempo en el que encontrar a Dios había sido el principal objetivo de su existencia. Pero ahora ni si quiera sabía si confiaba en él. Se había sentido completamente abandonado cuando más le necesitaba.

-Es precisamente por eso por lo que quiero volver, Castiel.- Explicó Chuck leyendo la mente del ángel al igual que lo había hecho con el resto. Emma y Liz lo observaban todo sin atreverse a hablar, ellas no tenían la historia con Chuck que los otros tres parecían llevar a cuestas.- Teníais razón con lo de que habéis tenido que solucionar muchos de mis cabos sin atar. Ya es hora de que lo haga yo.

"A buenas horas" Fue lo que pasó por la cabeza de Dean. Esta vez no se atrevió a decirlo en alto, ya le parecía una locura si quiera pensarlo sabiendo que Chuck podía oírle.

-Eso sigue sin solucionar el tema de que el cielo para Castiel ahora mismo es un campo de minas.- Explicó Sam.

-Irá conmigo, no le ocurrirá nada.

-Ya, perdona pero creo que los ánimos ahí arriba tampoco van a tu favor.- Comentó Dean.

-Dean, para.- Soltó Castiel callando así al rubio. Se giró hacia Emma y puso a la niña de vuelta en sus brazos. Emma la recibió observando al ángel atónica, sin entender el por qué estaba haciendo lo que ella pensaba que hacía. Miró a Dean que tenía los ojos puestos sobre Castiel de la misma manera que ella.

-Cas, hombre ¿qué estas haciendo?- Le preguntó Dean a su amigo.

-Volveré, lo prometo.- Dijo observando con tristeza a la niña en los brazos de Emma.- Pero quiero intentar hacer las cosas bien por una vez.

-Espera- Le dijo Chuck poniéndole una mano en el pecho y parándole. Les miró a todos uno por uno, y volvió su mirada hacia uno de sus hijos. En los últimos momentos había comprendido todo por lo que había pasado aquel grupo, y realmente pensaba que necesitaban un tiempo de paz.- Tienes un mes.- Le dijo en voz neutral.- Un mes para disfrutar de todo esto. Después te necesito conmigo.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora