CAPÍTULO 12: First part of the plan

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Se habían armado hasta los dientes teniendo en cuenta que cuando Crowley se enterase de lo que tenían entre manos podría intentar matarlos. Pero estaban esperando a Rowena para hacerlo. La bruja no tenía ningún tipo de ropa en el búnker y su vestido se había visto completamente destrozado después de lo ocurrido en el panteón donde estaban los huesos de Crowley. Así que Liz se había visto obligada a dejarle algunas de sus prendas aunque no tenían nada que ver con el estilo de vestir de la pelirroja.

El resto estaban en la biblioteca del búnker otra vez, dando vueltas alrededor de la mesa, tensos. Sam tenía a su sobrina en sus brazos, balanceándose de un lado a otro. Dianna rara vez había abierto los ojos, y sin embargo él no podía parar de sonreír cada vez que lo hacía al ver los ojos de su hermano en ella.

Casi podía sentir su pecho ensanchándose cada minuto que la tenía en brazos, sorprendiéndose de que algo tan pequeño pudiese inspirarle tanto cariño. Odiaba que Dean no estuviese allí para sostener a la pequeña, su hermano era el que debía haberla tenido primero en brazos, no él.

-Es muy buena.- Comentó Liz poniéndose junto a él y mirándola con otra pequeña sonrisa. – Llevo todo el día aquí con ella y no ha llorado ni una sola vez. He tenido que despertarla yo para darle el biberón.

-Ya sabes lo que dicen de los bebés. Comen, duermen...

-Y hacen popo. Sí, eso también lo ha hecho. Creo que es el primer pañal que he cambiado en toda mi vida. No me habría extrañado habérselo puesto en la cabeza.

-Si... Lo siento por eso.- Se disculpó el chico mirando por primera vez después de un rato a Liz. Ella le dio una mirada sin entendimiento.- Que te hayas tenido que quedar cuidándola, no es tu responsabilidad. Después de todo lo que me has ayudado, te mereces estar metida en esto. No me malinterpretes, no quiero que salgas herida, pero creo que también te mereces formar parte de lo que estamos haciendo.

-Eh, me gusta hacer de niñera. Si se sigue portando así no tengo ningún problema.- Dijo tratando de quitarle hierro al asunto.

Lo de Dianna sólo había supuesto un pequeño cambio de planes, y tenía claro que lo mejor que podía hacer en aquel momento era quedarse cuidando de ella. Sam no iba a quedarse allí, obviamente, era su hermano al que trataban de salvar y Castiel era de mucha más ayuda de la que ella podía ser. Y luego estaba Rowena, que les gustase o no, era una parte crucial de aquello. Si alguien tenía que encargarse de la niña era ella, y no tenía ningún problema con ello.

-Es en serio, Sam.- Dijo viendo que él no parecía del todo convencido.- Es la mejor manera de llevar la situación ahora mismo.- Terminó dándole un pequeño beso, tratando de no aplastar a la niña de camino.

El sonido de Rowena aclarándose la garganta hizo que todos se irguiesen. La bruja llevaba unos pantalones vaqueros y una camiseta negra bastante ceñida. Liz no pudo evitar poner una mueca rara al verla.

-Ahora tendré que quemar esa ropa.- Comentó por lo bajo, aunque aquello no sirvió ya que la bruja le miró con cara de asco.

-Créeme, a mí me hace tanta gracia como a ti llevar estas prendas de... zorra.- Dijo mirándose de arriba a abajo mientras arrastraba la última palabra. Liz puso los ojos en blanco, en los últimos tiempos desde que habían encontrado a la bruja sabía cómo era esta y había llegado a la conclusión de que lo mejor era ignorarle. Total, segundos antes ella también se había burlado de la bruja.

Sam le entregó a la rubia la niña que comenzó a balancearse de un lado a otro al igual que lo había estado haciendo él momentos antes, tratando de acunarla. Castiel se acercó a ellos desde una de las sillas en las que había estado sentado mientras Sam sacaba su teléfono móvil.

-Bien, vamos a ello.- Dijo marcando el ridículo número de Crowley. Rowena no iba a ir con ellos en aquel primer encuentro, pero quería ver como acontecía todo, quería ver al Rey del Infierno pasarlo mal antes de llevar a cabo los planes que tenía para él.

Le dio a la llamada y puso el altavoz para que todos los demás pudieran oírlo. Después del tercer tono Crowley ya había descolgado el teléfono.

-Alce, creí haberte dicho...

-Ahórrate el sermón, Crowley. Tengo un trato que proponerte

-El único trato que hay es que vosotros os cargáis a Lucifer y yo saco a tu hermano del pozo.

-Se te ha olvidado lo de ayudarnos a quitar la marca de Emma encontrando a Rowena.

-Elige, alce, o tu hermano o el protón con patas.

-Tengo un trato mucho mejor para ti. ¿Qué tal si sacas a Dean del infierno y yo te devuelvo tus huesos?- El silencio se hizo al otro lado de la línea. Rowena sonrió, imaginándose la cara que debía habérsele quedado a su hijo al oír aquello.

No se escuchaba ni una sola respiración, Crowley aún parecía estar sopesando lo que ocurría. Sam supuso que aún no le había llegado la noticia de la desaparición de sus huesos. Ni si quiera estaba seguro de que contase con alguien que le llevase la buena nueva.

-¿Qué?- Contestó al final.

-Oh, perdona, ¿necesitas que te lo repitamos?- Instó Liz uniéndose a la conversación. En lo único que habían quedado era en que Rowena no podía dar ninguna señal de estar ahí con ellos.

-¿Cómo sé que esto no es una patraña?- Preguntó con una mezcla de intriga y sorpresa en su voz.

-Cas, haz los honores.- Pidió Sam al ángel que estaba en frente de él. Este le respondió con una sonrisa cogiendo el soplete que habían dejado encima de la mesa. Abrió la bolsa en la que habían metido los restos del demonio y saco huesos varios poniéndolos encima de la mesa. Cuando el fuego del extremo del soplete tocó el primero de los huesos un quejido seguido de un pequeño gritó se oyó al otro lado del teléfono.

-¡Vale, vale, vale! ¡Os creo, parad!- Suplicó el británico. Castiel apartó el soplete de los restos cuando Sam asintió confirmando la petición de Crowley.- ¿Qué os hace pensar que no me voy a presentar allí y acabar con vosotros?

-Primero: no puedes entrar en el búnker si no te convocamos y segundo, Crowley, somos los únicos aliados que tienes ahora mismo. Piénsalo, realmente no te merece la pena.- El suspiró del demonio se oyó resignado en toda la biblioteca del búnker. Estaba realmente claro que no le estaba yendo bien.

No había podido pisar su "reino" desde que Lucifer había salido de la caja. Crowley era consciente de que él probablemente era el menor de sus problemas en aquel momento, pero también sabía que Lucifer se encargaba de hacer pagar a todos los que le traicionaban tarde o temprano, y él no se iba a dejar coger fácilmente. Si había algo que se le había dado bien a lo largo de su larga existencia, era huir.

-¿Qué quieres?

-Ya te lo he dicho. A mi hermano, primero. Y después a Rowena.- Continuó para evitar sospechas. Ya habían hablado con la bruja sobre hacer el hechizo para quitarle la marca otra vez del brazo a Emma, pero la bruja les había dicho que no había otra forma que ella hubiese visto en el "Libro de los condenados" y que a ella ya no le quedaba nada más que ofrecer, ya que se suponía que había que acabar con lo que su corazón más quería, y en aquel momento ella ya no se sentía atada a nada.

Pero Crowley no podía ni si quiera sospechar que estaban con Rowena. El demonio resopló dramáticamente al micrófono del teléfono y después continuó hablando.

-En dos días, al medio día, en la puerta de vuestra maldita cueva. – La señal del teléfono colgado comenzó a hacer eco por toda la biblioteca y todos suspiraron aliviados.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora