CAPÍTULO 25: Laziness

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—Estamos totalmente perdidos. Por lo que sabemos hasta ahora podría ser un demonio normal y corriente— informaba Sam.

¿Los demonios normales y corrientes se dedican a matar una familia tras otra sin ningún motivo?—preguntó Emma que apenas había llamado unos minutos antes al móvil de Sam y este había puesto el altavoz para que ambos pudieran escucharla.

—Siempre suelen tener a alguien dándoles órdenes.

¿Habéis hablado con Crowley?

— No.

Bueno, pues empezad por ahí. Además, por lo que he visto en las noticias, todas las familias que han asesinado tienen hijos únicos— Dean hizo una mueca que su hermano interpretó que no pensaba que aquello fuera una mala idea. 

Se acercó a la ventana distraído y miró a través de ella. Nada, no había nadie en la calle. Excepto un hombre haciendo footing, y si sus ojos no le engañaban, parecía ser el mismo hombre que le había atendido en la gasolinera.

— Este pueblo está muerto— repitió por vigésima vez aquel día—. No he tenido un caso más aburrido que este en mi vida. No hay nadie por la calle, nada.

Es verano, y si allí hace el mismo calor que aquí es normal que la gente no quiera ni salir a la calle— dijo Emma—. En fin chicos, mañana os llamo. Si necesitáis algo avisad.

— Lo mismo te digo— se despidió Sam colgando el teléfono— Creo que me voy a dar una ducha y a tumbarme en la cama— informó.

—Son las 5 de la tarde.

— ¿Se te ocurre algo mejor?— la verdad era que estaban realmente estancados, y hasta que no tuvieran otra noticia o volviera a ocurrir algo semejante en el pueblo, no tenían ningún tipo de pista que seguir. 

Lo único a lo que podían dedicar su tiempo era buscar datos en el registro de las familias con hijos únicos pero, desde el punto de vista del mayor, eso podía esperar un rato. Se tumbó en la cama mientras Sam se metía en el baño y encendió la televisión. Ese calor le estaba matando. Se quitó la camiseta y la tiró al suelo al lado de la cama.

No recordaba haberse quedado dormido, pero su teléfono móvil comenzó a sonar.

— Dean— le llamó Sam con voz cansina—. Dean, coge el teléfono— no lo hizo, se dio la vuelta en la cama y se volvió a quedar dormido. 

El sonido del móvil interrumpía los sueños de ambos, pero ninguno de los dos lo cogía, abriendo los ojos momentáneamente y volviéndolos a cerrar pocos segundos después. Llegó un momento en el que ninguno sabía cuándo estaba dormido y cuándo despierto. 

Dean recordaba estar con los ojos abiertos, tumbado bocabajo mirando a Sam, que casi que encontraba en la misma posición que él, llegándose a preguntar si su hermano estaba muerto ya que parecía no moverse. Pero él tampoco lo hacía y no lo estaba. Con esa conclusión volvía a cerrar los ojos y a dormitar.

....

— ¡CASTIEL!— gritó apenas había puesto un pie fuera del refugio. Suponía que este mismo estaba protegido contra los ángeles y los demonios, así que si quería contactar con el de la gabardina, tenía que salir—. ¡Cas...!

— ¿Qué ocurre?— le preguntó serio apareciendo a centímetros de ella.

— Sam y Dean, están en Idaho, trabajando en un caso. Creo que se han cruzado con la pereza— el ángel la observó confuso —. Ayer hablé con ellos. El caso parecía tener que ver con los demonios que habían salido de la caja de Pandora o lo que sea. No habían encontrado nada, aparte de azufre en una casa, pero por lo visto tiene pinta de que los asesinos sean los niños. Y como los demonios se parecen a esa tal Lilith y a ella le gustaba poseer a niños dedujeron que podía tratarse de ellos.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora