BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDO

CAPÍTULO 30: Harpy

Emma estaba tumbada en la cama, mientras Sam se daba una ducha. Dean había salido hacia un par de horas, y aquello tenía a la pelirroja subiéndose por las paredes. Mientras miraba al techo se preguntaba por qué tenía que haberse dado cuenta de lo que sentía, o al menos de que sentía algo, no tenía muy claro el qué. Era consciente de lo que Dean podía estar haciendo en ese momento, y aquello estaba provocando un nudo en la chica. Por eso se alegró en el momento en el que oyó que la puerta de la habitación se abría.

Incorporándose rápidamente, sonrió mientras preparaba una frase inteligente que soltar para cuando el cazador cruzase la puerta, últimamente picarle se había convertido en uno de sus deportes favoritos. La sonrisa se borró de su cara en cuanto se dio cuenta del aspecto de Dean. Se levantó corriendo en dirección a él.

—¡Sam!— gritó.

Nada más dar un paso dentro de la habitación, Dean comenzó a desvanecerse. La pelirroja intentó sostenerlo, pero el peso y la altura del cazador lo hicieron imposible, y ambos cayeron al suelo de rodillas. Emma lo abrazó en el suelo para intentar sostenerlo.

—Dean, Dios mío— murmuró con la cabeza del mismo sobre ella. Apoyó las manos sobre sus hombros para intentar verlo a la cara, pero el aludido parecía estar a punto de desmayarse.

Una de sus manos se posó sobre su mejilla para intentar despejarlo. Se oyeron pasos rápidos por la habitación y al momento Sam estaba al lado de Emma, entre los dos pusieron los brazos de Dean alrededor de los hombros de los respectivos y lo levantaron tumbándolo encima de la cama. Emma se lanzó sobre las heridas rápidamente, examinándolas.

—Hay que llamar a Castiel, son bastante profundas, no creo que pueda hacer nada con ellas— anunció levantándose camino al baño para aparecer después con una toalla humedecida.

—Cas, te necesitamos. Dean está herido— rezó, mientras Emma se sentaba al lado del aludido, le levantaba la camiseta e intentaba limpiar las heridas. Un par de segundos después un aleteo se oyó por la habitación.

—¿Qué ha ocurrido?— preguntó el ángel, acelerado y acercándose rápidamente a su amigo.

—No lo sabemos, acaba de aparecer en la habitación y al momento ha caído inconsciente— le contó la de los ojos azules mientras apartaba la toalla para que Castiel hiciese su trabajo.

Todos contuvieron la respiración durante los momentos que el ángel mantenía las manos encima del abdomen de Dean, iluminándolo por completo. En cuanto las retiró, los ojos del rubio comenzaron a abrirse, provocando un suspiró conjunto en el cuarto. Se incorporó en el momento en que la chica se lanzaba encima de él abrazándole.

—Te vas a llenar de sangre— comentó el mayor de los hermanos sorprendido por el gesto y apoyando la mano en su cintura.

En ese momento se sentía como el mayor estúpido del planeta. Emma había tenido razón, y él no le había hecho caso, convenciéndose de que podían ser celos.

—¿Qué ha ocurrido?— preguntó Sam.

—La encargada, es ella la que ha puesto en coma a todos esos tipos— aseguró mientras se separaba de la pelirroja, mirándola de reojo mientras esperaba su reacción. El rostro de ella se desfiguró totalmente, imaginándose como podría haber descubierto Dean aquello—. Estábamos... El caso es que fue como si me quitase todo el aire del cuerpo, y después la salieron un par de garras y alas, como si fuese un palomo gigante.

—Arpía—afirmó el ángel. Emma se levantó de la cama mordiéndose el labio.

—¿Qué?

—Es una arpía, se dedican a robar almas.