CAPÍTULO 13: Another point of view

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Sam se había asegurado de que Rowena dejaba los huesos en el búnker antes de salir. Sabían que el mejor lugar para planificar y hablar con Crowley era el búnker, y la bruja no podía permanecer allí mientras el Rey del Infierno estuviera presente, no cuando él tenía la irritante manía de pasearse por allí a sus anchas.

-No puedo bajar ahí abajo.- Replicó Crowley por segunda vez, ya que la primera no había recibido respuesta de la pareja.

-Te hemos oído la primera vez, pero ¿recuerdas quién tiene tus huesos ahora mismo?

-Respecto a eso... ¿Cómo los habéis encontrado?

-Tenemos nuestros trucos, que en general consisten en un perro rastreador con alas.- Contestó Liz refiriéndose al ángel que en aquel momento no estaba con ellos.

Tampoco habían querido mencionarle al demonio la existencia de la niña. Ya lo sabía Rowena, y Sam no se sentía completamente seguro con ello. Realmente pensaba que la capacidad de usar cualquier información en su contra era común para ambos.

-¿Quién te ha dicho que puedes dirigirte a mí?- Preguntó Crowley enfurruñado.- Ella no me gusta.- Le comentó a Sam señalándola.

-Vaaale "grumpy cat".- Contestó la chica por lo bajo.- Voy a acabar hasta las narices con los dos.

-¿Qué dos?

-Castiel también le pone un poco nerviosa.- Respondió Sam rápidamente tratando de justificarse. Liz aún no conseguía a hacerse a la idea de que casi cualquiera de los seres sobrenaturales con los que se cruzaba podía oírla cualquier mínimo murmullo.- Ahora centrémonos, ¿cómo sacamos a Dean de ahí abajo?

-La única manera de sacarlo de ahí abajo es yendo a por él, sacarlo de la sala particular de torturas en la que le tengan encerrado y subirle. Sin incluir a la cantidad de demonios que tendremos que llevarnos por delante que van ya no solo a por vosotros sino también a por mí. Y obviamente también está el asunto de Lucifer, que probablemente se este paseando por allí en pijama. ¿He dicho ya que no puedo bajar al infierno?

-Poder puedes, otra cosa es que no quieras.- Insistió Sam.

-Y creo que si no quieres arder en combustión espontánea, vas a tener que ayudarnos.

-¿Cuál es la parte que no os ha quedado clara?

-¿Cuál es la que no te ha quedado clara a ti?- El demonio apretó los dientes, tenso mirándolos a ambos al otro lado de la mesa de la biblioteca mientras se servía otro vaso de Whiskey de una petaca que llevaba en uno de los bolsillos de su chaqueta.

-Vale, pero ella se viene con nosotros.

-No- Dijo Sam de forma rotunda. Ya lo habían hablado todo, Liz se quedaría allí cuidando de la niña, no se podía quedar sola en el búnker y obviamente no iban a dejar a Rowena con ella a solas haciendo de niñera.

-Sí.

-He dicho que no, alguien tiene que quedarse en el búnker.

-¿Para qué?- Preguntó el demonio dudoso.

-¿Crees que vamos a dejar tus huesos sin vigilancia?- Contestó Liz tratando de cubrir a Sam que se había quedado sin respuesta. – Y créeme, es mejor que me quede yo, la otra opción es Castiel, y no creo que te apetezca estar sin la protección extra de un ángel.

Sam se apuntó mentalmente agradecérselo más tarde. Dio gracias a que Liz tuviese aquellas salidas para todo. A veces cuando discutían sobre algo le sacaba de quicio que tuviese respuestas para cualquier cosa, pero en casos como aquellos...

Observó a Crowley esperando su reacción y cuando este rodó los ojos dio otra batalla por ganada.

...

-¿Dónde están?- Preguntó al demonio frente a ella. Había preferido no mancharse las manos porque ya se había limpiado esa mañana después del primer demonio. Al fin y al cabo con lo que disfrutaba era viendo las torturas, y para eso no le hacía falta infligirlas ella. Así que tenía a uno de los demonios que estaba a su propio servicio a su lado, con una espada angelical, mientras ella servía únicamente como la imagen amenazadora con la primera hoja en la mano, y le ponía punto y final cargándoselos cuando ya no tenía más información que sacarles. Después de todo, necesitaba saciar su sed de sangre.

El que tenían ahora delante era un sirviente de Lucifer. Y sabía que Metatrón estaba con ellos. Desde el primer momento tenía claro que acabaría con él el primero, aún a sabiendas de que estaba bajo la protección de Lucifer.

El demonio estaba demacrado, uno de los ojos estaba hinchado y amoratado, mientras gran cantidad de sangre procedente de un corte en su cabeza tapaba a otro. Había empezado a flaquear hacía poco, y estaba comenzando a cantar como un pajarillo. El demonio miró al ente que Emma tenía ahora como su mano derecha, como sopesando si debía responder, y dándose cuenta de ese gesto, Emma ladeó la cabeza a tiempo que con un rápido movimiento clavaba primera espada en su súbdito.

El demonio que había estado siendo torturado hasta unos segundos antes miró alternativamente a la pelirroja y el cadáver del que había sido como él, con la boca abierta.

-¿Por qué has hecho eso?

- Por traidor.- Comentó ella haciéndose un corte en el brazo mientras veía como este se curaba rápidamente, casi fascinada.- ¿Crees que no me he dado cuenta de las miraditas que lleváis lanzándoos toda la tarde? Parecíais un par de enamorados.- Dijo con una risa.- Hay algo que no comprendo. Los demonios no os regís ni os vendéis por dinero, y pocas veces lo hacéis por poder. Realmente lo hacéis por supervivencia, os prestáis al mejor postor. ¿En qué momento... le ha parecido que ese mejor postor era Satán?- Preguntó la chica de forma retórica balanceando la primera espada delante del demonio, como si aquel supuesto fuera obvio. Examinó a su víctima entrecerrando los ojos, como si fuese un problema de matemáticas demasiado complejo como para poder entenderlo.- Mírate, incluso tú pareces más asustado de lo que te pueda hacer él si me dices algo que de mi propia ira.

-¿Tan segura estas de tu victoria?

-¿Es que no lo veis?- Preguntó cabreada y tensándose.- No puede matarme, soy inmortal.

-¿Y por qué no vas y acabas tú misma con él? ¿Para qué necesitas todo este ejército?- Insistió aquel demonio, debatiéndose en si creerse aquella palabrería. La chica había armado una tropa en dos días que estaba comenzando a asustar a todos los súbditos de Lucifer.

La risa que salió de la boca de Emma, terminó de arrugarlo en la silla. Lanzó la primera espada hacía la trampa y se acercó hacia el demonio, apoyándose con ambas manos en los brazos de la silla y poniendo la cara a la altura del rostro de su víctima.

- ¿Cómo te cargas al ángel caído más orgulloso de la creación?- Preguntó con una sonrisa irónica. Alzó una ceja al ver que no obtenía ninguna respuesta del demonio.- Acabando con todas sus obras, con todo su ejército, con todas sus posesiones... Humillándolo.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora