CAPÍTULO 37: Little horse

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Un cúmulo de emociones cruzaba el cuerpo de la muchacha en aquel momento. Dean conducía el impala con Sam como copiloto, en dirección a otro motel de la ciudad. El ángel había decidido abandonarlos después del interrogatorio, para deshacerse del cuerpo de este, y después continuar por su cuenta, y seguir investigando cualquier otra forma de librarse de la marca.

Aunque el demonio les había dicho que nadie más sabía dónde se encontraban en aquel momento, preferían prevenir la aparición de cualquier otro, despistándolos.

La pelirroja se había negado a abandonar el caso y volver al búnker. Hasta que Crowley les entregase su hueso estaban en un callejón sin salida respecto a la marca, y necesitaba moverse y quitarse de la cabeza todo lo que la rondaba en aquel momento. Dean miraba por el retrovisor muy de vez en cuando, observando a la chica, que estaba con la mirada perdida a través del cristal, mientras restregaba las manos. Pocas semanas antes se había dado cuenta de que aquel era un gesto que ella repetía cada vez que estaba ansiosa.

El demonio había contestado todas sus preguntas tras una tortura que para Emma había sido eterna. Les había sorprendido con detalles del conjuro de apertura de la jaula que no venían en el libro en el que lo habían encontrado. Tenían que llevar a Emma al mismo sitio en el que Sam había saltado al infierno junto con Miguel, y tenía que ser también el mismo día del calendario, para lo cual quedaban unos tres meses aún. Tal y como les ocurrían los acontecimientos a ellos, ese tiempo no parecía suficiente para solucionar todo lo de la marca.

Habían mandado a varios demonios tras ella para controlarla y no perderle el rastro hasta que llegase el momento, pero Emma siempre había terminado por conseguir el control y gracias a los hermanos ahora les era ilocalizable. Tras haber obtenido todas las respuestas, Sam había procedido a soltar un exorcismo, con la esperanza de que al menos el recipiente de aquel demonio siguiese vivo, pero no había sido así, y aquello sólo suponía otra piedra en el saco que Emma estaba empezando a formar en su espalda.

Dean paró en el aparcamiento de un motel que se encontraba a varios kilómetros del siguiente, mientras Sam se bajaba y repetía la acción del día anterior, pero cogiendo esta vez una habitación. Querían estar lo más cerca posible en el caso de que volviese a haber algún ataque.

Cuando entraron, comenzaron a desempacar y a poner algunas protecciones y trampas contra demonios, mientras Emma aún se encontraba en un pequeño estado de shock después de lo ocurrido. Se puso a hurgar en su bolsa sin saber que buscaba, cuando sintió un toque en su cintura. Aquello hizo que diese un salto y se apartase ligeramente, provocando que Dean la dedicase una mirada de preocupación.

—Hey, ¿estás bien?— se preocupó intentando atraerla hacia él.

Ella suspiró, y puso una mano en la mejilla del rubio, mirándolo a los ojos. ¿Cómo aquellas manos que habían estado torturando a un ser apenas una hora antes podían tocarla con tanto cariño y cuidado a la vez? Asintió, suspirando y abrazándolo, sorprendiéndose con el alivio y la seguridad que le proporcionaba aquel momento.

—Sí, es sólo que la tortura, lo de lucifer... Me sobrepasa un poco.

—Gin, no hay otra forma de sacarle información a esos hijos de puta.

—Lo sé, pero es raro verte tan... mortífero.

—Es parte del trabajo. Gin— la apartó ligeramente y la miró a los ojos—. Eh, todo va a estar bien. Vamos a protegerte— Emma emitió una ligera sonrisa y volvió a abrazarlo, cosa que el cazador devolvió con gusto. No estaba acostumbrado a esos gestos, pero parecía que con la pelirroja le salían naturales.

—Deberíamos empezar a movernos—sugirió aún contra el pecho de Dean—. Este caso no se resolverá sólo.

—Em, no tienes por qué venir con nosotros, es lógico que lo de ahora te haya dejado tocada— la apoyó en este caso el menor.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora