CAPÍTULO 25: Let's do this

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Sus heridas apenas habían terminado de curarse cuando se apareció ante Jenna en una estación abandonada del metro de Chicago. Seguía cojeando mientras andaba en dirección a Jenna, el resto de demonios que se habían asentado allí la observaban. Podía a oír los pequeños crujidos que emitía su rodilla tratando de curarse a la vez que el sonido de sus pisadas. Trato de obviar las miradas de los demonios y pasó de largo a la morena en dirección a un sitio más o menos vacío que había vislumbrado. Una vez allí se apoyó contra la pared y se dejó caer, suspirando de alivio ante el descanso de su rodilla.

Jenna que había ido persiguiéndola hasta aquel rincón, se plantó de frente a ella con los brazos en jarras y el ceño fruncido en confusión.

-¿Se puede saber qué coño te ha pasado?- Pregunto el demonio cuando vio que Emma se quedaba en silenció mirando a los cortes y raspones en toda su ropa. La pelirroja no le contestó y parpadeó para mostrar sus ojos negros, sabía que de aquella manera la curación era más rápida, y lo confirmó al ver su pierna estirarse y oír el último crujido. Jenna abrió los ojos como platos al notar aquel movimiento.- ¿Qué...? ¿Dónde te has metido, en una trituradora?

-Jenna, ahora mismo más te valdría callarte si no quieres acabar con los intestinos formando parte de los azulejos de la estación.- Contestó Emma de mala manera. En aquel momento no estaba para las confianzas de aquel demonio.

-Esta bien, está bien. Pero ¿vas a decirle al menos que te ha ocurrido?

-Los Winchester. Bueno realmente uno de ellos.- Contestó dejando caer la cabeza contra la pared y volviendo a parpadear para mostrar sus enormes ojos azules. El descanso no duro demasiado, la morena la cogió del brazo y tiró de ella hasta un pequeño esquinazo tras el que esconderse.

-¿Le has matado?- Preguntó el demonio esperanzado y con un amago de sonrisa en su cara.

-No.- Contestó de forma rápida.

-¿Qué? ¿Por qué?

-¿Por qué debería hacerlo?- Contestó impaciente y elevando la voz. Un "Shh" de la morena le hizo tensar la mandíbula tratando de contenerse, realmente aquel demonio estaba poniendo a prueba su paciencia.

-Escucha, están comenzando a correr rumores después de lo de esta tarde, y no te viene nada bien eso. Hemos perdido gente.- Anunció el demonio mirándola y valorando su reacción.

-¿Cómo que hemos perdido gente?

-Se piensan que les estas vendiendo. La visita de los Winchester de esta tarde ha disminuido la confianza y los que aún no se han ido están dudando en hacerlo.- Emma se apartó de la morena, comenzando a andar hacia donde los demonios se habían agrupado en su mayor parte. -¿Qué haces?- Insistió Jenna tras ella, tratando de sujetarla por el brazo. Emma apenas tuvo que pegar un pequeño tirón para librarse de ella.

-¡EH!- exclamó plantándose a un metro del grupo de demonios. El silencio cubrió aquella estación mientras todo el grupo comenzaba a volverse hacia ella.- ¡¿Dónde está Boyd?!- Volvió a gritar por encima de los pocos cuchicheos que quedaban y buscando con la mirada entre el grupo en busca del aludido. El demonio tenía la apariencia de un chico joven y rubio, parecía el típico jugador de fútbol americano de una universidad, todo músculos y altura. El chico se hizo paso a través del grupo, mirándola confuso sin entender que era lo que ocurría.

-¿Ocurre algo?- Dijo retándola. Emma supo entonces a lo que se refería Jenna, horas antes de la visita de los Winchester no se habrían atrevido a hablarle de aquella manera.

-Tú dirás.- Dijo dándole paso con la mano para hablar. La pelirroja vio a Boyd tensarse al tiempo que su labio temblaba ligeramente. Estaba comenzando a causar el efecto que esperaba.

-No sé a qué te refieres.- Contestó él, ahora con el tono algo más bajo.

-No sabes a qué me refiero.- Repitió Emma, cambiando el peso de una pierna a otra y mirando el suelo un momento antes de volver a posar los ojos sobre él, impaciente.- Vamos a empezar por lo fácil, ¿vale?- Le preguntó como si quisiese asegurarse de que la había entendido.- ¿Qué hacía Dean Winchester esta tarde en el almacén?- Insistió mirándole. Recordaba haberle ordenado a él expresamente informarse sobre lo que había ocurrido con Rowena y los huesos de Crowley, y la noticia había llegado de manos de uno de los implicados antes que de él.

El demonio tragó saliva, sin saber cómo salir de aquella situación.

-¿Cómo se supone que debería saberlo?

-No sé, creo recordar que te pedí que averiguases todo lo referente a la muerte de Crowley. Y ¿sabes qué? He tenido que ir yo, y pegarme de hostias con ambos Winchester y...- dijo levantando un dedo- la novia de no uno de ellos, para enterarme de que la madre del antiguo Rey del Infierno les ha ayudado a sacar al mayor del pozo. ¿Qué te parece?- Preguntó la chica.

Apenas el demonio había abierto la boca la chica chascó los dedos haciéndole estallar. Las salpicaduras de la sangre llegaron hasta ella mientras el varios de los demonios que habían estado cerca soltaban exclamaciones. Emma se pasó el dedo por una mano donde había caído una gota de sangre y después se lo metió a la boca, saboreándolo.

-Bien. ¡Jenna!- Llamó a la morena que estaba detrás de ella observándolo todo con los ojos abiertos de par en par.- ¿Quiénes son los que dices que se quieren cambiar de bando?- Habían encendido la chispa de la sed de sangre de la chica, y en ese momento ni ella misma sabía cuando iba a parar.

...

-¡Mierda!- Exclamó Dean mientras se encogía bajo el tacto de la mano de Liz en una de sus costillas. La chica tenía la sangre seca esparcida por toda la cara debido a una brecha que se había hecho al chocar contra la pared. Mientras Sam era el primero en darse una ducha para limpiarse todas las heridas que se había hecho al atravesar la ventana.

-Creo que te ha roto un par de costillas.- Le dijo la chica apartándose de él, tratando de quitarse el pelo que se le estaba enredando en la sangre de la herida. Dean sujetaba una bolsa de hielo contra su mejilla. El golpe de Emma dolía más que el de la rubia, y seguía preguntándose cómo no se había partido el cuello debido a aquello.

Había esperado dejar k.o. a Emma para poder ayudar a su hermano y a Liz y al final era él el que se había visto arrastrado hacia su propio cuarto por los otros dos. Después del escándalo que habían montado ni si quiera sabía cómo nadie más había salido de sus habitaciones.

Sam salió del cuarto del baño con la toalla enrollada alrededor de la cintura y mejor aspecto que los otros dos.

-Ve a la ducha anda Liz.- Le indicó el castaño a la chica después de examinarle la herida en la cabeza e ir en dirección a su pequeña bolsa de equipaje para coger algo de ropa. Una vez que estuvo vestido se fue en dirección a su hermano que parecía completamente abatido sentado en un extremo de la cama.

-¿Cómo estás?- Preguntó- A parte de los golpes me refiero.- Sabía que Dean se negaría a hablar, pero tenía que obligarle a hacerlo o después de todo lo que llevaba encima acabaría por explotar.

-¿Cómo se supone si quiera que vamos a pararla, Sam?- El castaño vio a su hermano esperando una verdadera respuesta, esperanzado en que él tuviese alguna solución para aquello. La imagen de Dean, con el labio y ceja partidos, además de partes de su cara amoratadas, y derrotado, no acababa de encajar en la cabeza del menor de los Winchester. Estaba acostumbrado a ver cómo su hermano se levantaba una y otra vez después de cada golpe, y sin embargo se dio cuenta de que aquello estaba a punto de destrozarlo.

-Sabemos dónde va a estar.

-Pero no cuándo.

-Pues lo averiguaremos. Cogemos un demonio, tortura y hasta que hable, Dean. Como siempre.

-Para entonces ya podría haber matado a Metatrón.- contestó el rubio mirando al suelo.

-Pues empecemos ya.- Dean levantó el rostro y observó a su hermano con una ceja alzada.

-¿Tú te has visto?

-¿Y tú?- Contestó el menor. Una media sonrisa apareció en el rostro del rubio.

-De acuerdo.- Dijo levantándose y dando una palmada, tenían que hacerlo, se les acababa el tiempo y tenían que evitar que Chuck acabase con Emma.- Manos a la obra.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora