CAPÍTULO 23: Don't you dare thinking about it

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Las cosas parecían algo más relajadas. No había hablado con Emma de lo sucedido la noche del Silampa, pero hablaban entre ellos como si no hubiera ocurrido nada.

Ambos se encontraban cada vez más a gusto el uno con el otro. Y eso, según Dean, no era bueno en ninguno de los sentidos. No podía permitirse aquello. Iban de caso en caso, y entre ellos buscaban alguna solución a "la Oscuridad".

-He encontrado algo- comentó Sam sentado en una de las mesas de un motel. Habían acabado con un Rawhead esa misma tarde-. Y no es nada bueno. Según esto las cajas que se le dieron a Pandora sólo se pueden cerrar volviendo a meterlas en un recipiente.

-¿Un recipiente cómo...?- intervino el rubio.

-Un recipiente como una persona.

-Un momento. Entonces las seis cajas, ¿no son cajas? ¿Son personas?- preguntó Emma, con cara de pánico.

-Por lo que puedo entender aquí, no. Es complicado, Pandora las recibió como sellos. Si el sello se rompe, la única forma de volver a confinarlos es un recipiente humano- contestó Sam. Tenía un libro con una tapa que parecía haber sido sobada durante siglos-. Hay un conjuro -Dean cogió el libro de sus manos y se puso a leerlo.

-¿Sólo eso? ¿Unas cuantas palabras en latín y un dibujito?- Sam asintió.

-Tiene que haber una forma de buscar a Pandora-murmuró Emma, más para sí misma que para ellos.

-Probablemente haya miles de demonios que la han buscado para desperdigar quién sabe qué mierdas sobre la Tierra. Si ninguno lo ha conseguido es porque no quiere ser encontrada- comentó Dean, mirando por la ventana.

Una idea se le pasó por la cabeza, como un clavo abriéndose paso por una pared. A Sam no le gustaría y no le permitiría hacerlo si llegase el momento.

-Ni lo pienses- el mayor de los hermanos había pensado que el primero en averiguar sus intenciones sería Sam, pero la voz no había salido de él.

-¿De qué hablas?- preguntó el castaño a Emma.

-Mírale la cara. Se oyen sus ideas desde kilómetros de distancia- a Dean se le tensó la mandíbula, no le gustaba que fuera capaz de leerle con tanta facilidad-. Dean, no estuve con vosotros cuando ocurrió todo lo de la marca. Pero llegué al final, y aun cuando habláis del tema se os ve en la cara lo horrible que tuvo que ser. Ni de coña pienses que voy a dejar que vuelvas a ponértela.

-No me puedo creer que se te esté pasando por la cabeza- le reprochó Sam.

-¿Qué otra opción queda? ¿Encontrar a un pobre miserable que quiera arruinarse la vida con ella?

-¿Y tienes que arruinártela tú?- preguntó Emma casi a gritos.

-¿Pretendes ofrecerte tú de voluntaria?

-No, pero tú tampoco- el rubio se llevó las manos a la comisura de la boca, exasperado.

-Perdona, pero no recuerdo que nadie te haya dado vela en este entierro. No eres nadie para tomar decisiones sobre mi vida- soltó con todo el cabreo.

Emma se levantó, pasó por su lado hecha una furia y salió del cuarto. A los pocos segundos ambos hermanos escucharon el ruido del motor del Imperial.

Dean le pegó una patada a la mesa, estando a punto de tirársela encima a Sam. Se dejó caer sobre la cama, intentando contenerse para no atizar a nada más.

-¿Contento?

-Cállate.

...

Sam, Castiel y Claire estaban fuera. Él se había quedado dentro con la panda de capullos. Habían atado al amigo de Claire a una silla. Uno a uno iban hacia él intentando golpearlo.

Pero él era más rápido.

No era conveniente que le cabreasen teniendo la marca. Pero ellos no lo sabían.

Les fue clavando el arma según se le iban acercando, esquivando todos y cada uno de sus golpes. Cuando se quiso dar cuenta estaba de rodillas, rodeado de cuerpos y de sangre.

-¡Dean!- abrió los ojos de golpe, estaba en la cama del motel.

Emma estaba sentada a su lado, con sus manos cogiéndole por los hombros. Se incorporó rápidamente y se levantó de la cama echándola a un lado.

Hacía mucho que no tenía esas pesadillas, desde que había desaparecido la marca. Abrió la puerta de la habitación y salió al exterior notando el aire fresco de la noche en el rostro y agradeciéndolo silenciosamente. Estaban casi en verano, y aunque hacia algo de frío y era noche cerrada, le venía bien para despejarse. Se apoyó sobre la carrocería del Impala y respiró hondo, viendo de reojo a Emma situándose junto a él apenas unos segundos después.

-¿Estas bien?

-Sí. ¿Cuándo has vuelto? ¿Dónde está Sam?- era raro que Sam no hubiese salido de la habitación detrás de él.

-He vuelto hace cinco minutos. Y tú hermano está durmiendo a pierna suelta en la habitación. No sé cómo no se ha despertado. ¿Estás bien?- insistió obligándole a asentir.

-Ha sido sólo una pesadilla- se quedó a su lado, mirándole con curiosidad durante un buen rato. Muchas veces pensaba en lo que le gustaría saber qué pasaba por las cabezas de ambos hermanos, dedicándose a lo que se dedicaban. Llevar el peso de algo tan grande sobre los hombros debía tener sus consecuencias, y estaba segura de que de lo que había presenciado con Dean unos segundos atrás era una de ellas-.¿Disfrutas de las vistas?- preguntó él con sorna, al igual que la noche del beso.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Lo vas a hacer de todas maneras- ella movió la cabeza como si dijese "tienes razón".

-¿Qué estabas soñando?- Dean se quedó callado unos segundos sopesando si contarle la verdad, sin que aquel gesto pasase desapercibido para ella.

-No me acuerdo- mintió.

No le contaba sus preocupaciones a su hermano y tampoco se las iba a contar a ella. Emma bufó y se dio media vuelta para volver a entrar a la habitación.

-Emma - la llamó, queriendo detenerla por algún motivo-. Siento lo de esta tarde.

-Da igual, lo entiendo, soy la recién llegada- le disculpó, girándose otra vez.

-No, no es eso. Es sólo que... No puedo dejar que otra persona cargué con algo que es mi responsabilidad. ¿Entiendes?

-No puedes estar siempre salvando el mundo Dean- respondió acercándose a él otra vez, con los brazos cruzados. Sin darse, cuenta estaba confirmando sus sospechas sobre los sueños del cazador

-Es lo que hago. Lo que hacemos - dijo mirándola.

-¿Y no puede hacerlo otro? ¿Por qué tienes que ser tú?- Enma le estaba confundiendo-. Dean, sois como mi familia- confesó apoyándose a su lado en el coche-. En estos dos meses he compartido más con vosotros que con cualquier otra persona en toda mi vida. No quiero que os pase nada.

-¿Dos meses sólo?- bromeó con una media sonrisa.

-¿Tan largo se hace el tiempo a mi lado?-respondió ella de la misma manera, dándole un ligero golpe en el brazo-. Al menos prométeme que primero vamos a intentar encontrar otra manera- continuó después de unos segundos -. Si no hay otra opción, y de verdad hay que recurrir a eso, no me opondré-no la contestó inmediatamente y miró hacia el frente-. ¿Dean?- le pidió con ansiedad.

El rubió asintió ligeramente para calmarla. Suspiró y se apoyó sobre él

-Gracias- ambos se quedaron callados, mirando al horizonte.

El cazador se sentía como un crío a su lado, un maldito crío que necesitaba niñera. Pero la verdad era que en ese momento estaba a gusto, así que no se quejó.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora