CAPÍTULO 40: Slyness

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Habían pasado tres semanas y ninguno de los dos hermanos había notado ninguna diferencia en Emma. La chica intentaba actuar con normalidad delante de ellos, aunque el ángel les había confirmado lo que los Winchester ya se imaginaban, algo había cambiado en ella, aunque no lo demostrase. Castiel detectaba en ella la misma oscuridad que había visto en Dean cuando se encontró con él después de que Caín le cediese la marca.

Dean trataba de observarla de cerca, pero no encontraba ningún cambio negativo en su comportamiento, de hecho la notaba incluso más alegre, lo que le hacía pensar que aquello sólo era un engaño para ellos de parte de la chica.

Sin embargo no habló con ella nada de eso, si Emma fingía aquello, sólo demostraba que de momento era capaz de controlarse. Habían ido varias veces de caza en esas tres semanas. La primera un chupacabras había estado rondando en Springfield, Missouri. Les había llevado casi siete horas llegar allí, y en cuanto lo habían localizado, le habían clavado una estaca de pino en el corazón, y habían acabado con el caso.

Tras un nido de vampiros, un espíritu vengativo, una dama de blanco y un shojo, andaban de vuelta en el búnker. Emma estaba con el portátil de Sam sentada encima de una de las mesas de la biblioteca, mientras el menor de los Winchester la observaba situado en frente de ella con una cerveza en la mano.

—Samuel, ¿podrías dejar de mirarme como si fuese una bomba a punto de estallar?— Emma había tomado la costumbre de llamarlo así cuando estaba molesta con él.

El aludido bajo la cabeza, fracasando en el intento de disimular. La chica se quedó observándolo, seria y con el rostro ladeado, esperando a que Sam se atreviese a levantar la mirada. Cuando lo hizo le dedicó una sonrisa irónica.

—Vale, lo siento— se disculpó el menor de los Winchester alzando las manos como un gesto de rendición.

—Es que estoy bien, no tengo tendencias asesinas ni nada por el estilo— comentó la chica, gesticulando con el bolígrafo que usaba para anotar cosas en un cuaderno que tenía apoyado sobre el portátil.

—Eso es lo que me sorprende— obtuvo una mirada de reproche por parte de la pelirroja. Dean apareció en la biblioteca, manchado ligeramente de la grasa del motor del Imperial de la chica.

—¿Quieres que te diga cómo me desahogo?— inquirió observando a Dean con los ojos lascivos. El menor de los Winchester siguió la mirada de Emma y se removió incómodo en el asiento al coger el mensaje con segundas.

—No, he tenido suficiente.

—¿De qué habláis?— preguntó el rubio poniéndose a un lado de la mesa mientras se limpiaba las manos con un trapo.

—Tú hermano quiere saber cómo consigo controlar mi ira— comentó la chica con tono sexy. Dean alzó una ceja, para después sonreír con chulería a su hermano entendiendo a la chica.

—Verás Sammy, cuando una mujer y un hombre...

—He terminado— anunció el chico levantándose de la silla y saliendo de vuelta en dirección a la cocina.

La pareja no pudo contener la risa mientras Dean se acercaba a la pelirroja y le ofrecía su mano. Esta aceptó y se incorporó de la silla, acercándose al cuerpo del cazador para darse beso.

—No me quejaría si necesitases desahogarte ahora mismo— se insinuó el rubio.

—Ni hablar, no hasta que te hayas dado una ducha— comentó Emma.

—Tendría que volver a ducharme después.

—Dean, no me pone el olor a aceite de motor— el chico se rindió dándole un pequeño beso en el cuello.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora