🦋Capitulo 8.🦋

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Arabela

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Arabela

Las semanas pasan, y yo sigo encerrada porque no me apetece salir; casi no salgo de mi habitación. Mi tonto padre ya eliminó a los guaruras por exigencia de mi madre; discutieron, se gritaron muchas cosas feas.

—Hija, tengo lo que me pediste, tu pudín favorito. —me entrega con una sonrisa.

—Perdón por molestarte, es que no tengo ganas de salir y últimamente me siento muy cansada. —explico con una media sonrisa.

—Tranquila, cariño, no me molestas. Al contrario, me gusta verte así, tan activa. Últimamente estás comiendo más de lo normal. —expone riéndose.

—Sí, seguro es por los días que casi no comía nada. —aseguro mientras devoro el pudín de vainilla que sabe a gloria.

—Tu padre decidió que volveremos a Italia. —menciona de repente, y casi me atraganto con el pudín.

—¿Por qué? ¿Pasa algo? —cuestiono, viéndola preocupada. Ella suspira. —Dime, madre, ¿pasa algo con los Ivanov? ¿Es eso? —mi voz apenas es audible al pronunciar el apellido del que me rompió el corazón. —Soy adulta, puedes decirme lo que sea. —exijo molesta.

—Las cosas no están bien. Además, él dice que ya no quiere estar viajando tanto, y como todos los negocios están allá, decidió volver y partiremos en unas semanas. Pero mejor sigue comiendo, no quiero preocuparte. —explica con una media sonrisa.

Yo no insisto; no me interesa saber nada de esa familia. No sé por qué y cuál es el conflicto que tienen, y no me interesa. Solo espero que no me afecte.

—Mi niña, quería sugerirte algo.

Dejo de comer el pudín para posar mi mirada en ella, asiento y que continúe.

—No sé, pero tal vez te funcione, a mí me funciona. —la miro sin entender. —Mira, siempre dicen que desahogarte hace bien, sacar todas tus frustraciones es liberador, y se me ocurrió que, ¿por qué no haces una carta expresando lo que sientes? Imagínate que se la envías a él, dirás todo lo que sientes, descargarás toda tu rabia e ira en ella. Pienso que te servirá. Yo una vez lo hice, y me funcionó. Bueno, lo he hecho varias veces, y ya luego la botas o la guardas, ya tú sabrás. — sugiere con una sonrisa.

¿Una carta? No creo que sea suficiente para sacar todo lo que siento, pero lo intentaré.

—¿Por qué no bajas al jardín? No te puedes pasar todo el tiempo aquí encerrada. Vamos, que te prepararé algo rico.

Lo pienso un buen rato y al final decido bajar. Sin muchas ganas, me pongo algo cómodo, un pantalón corto y crop top. Tomo el libro que he estado leyendo estos días, que, en vez de animarme, lo que me deprime. Es más, el libro es tan triste que dan ganas de morirse, y todavía no sé por qué sigo leyéndolo.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora