🦋Capitulo 59.🦋

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Arabela

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Arabela.

Sin moverme, observo todo el lugar frente a mí. Una enorme mesa para veinte personas está en el centro del salón, con platos de comida como para alimentar a una gran familia. No puedo evitar que mi estómago gruña; una semana sin probar comida decente, y hoy ni siquiera me han dado la oportunidad.

Un candelabro enorme de cristal cuelga del techo, y pequeños candelabros de mesa con velas están ubicados por todas partes del salón. Cuadros costosos adornan las paredes blancas. El lugar es muy bonito y limpio en comparación con lo poco que he visto y la habitación donde me tienen, que es una porquería.

—Wow, eres toda una diosa. —escucho su voz detrás de mí.

Mi cuerpo se tensa al sentirlo tan cerca. No quiero voltear y verlo. Siento sus manos recorrer mi cintura, rodeándome con ella y finalmente posando su barbilla en mi cuello. Mi corazón se acelera, haciendo que mi cuerpo tiemble. Quiero apartarlo, gritarle, pegarle, pero debo controlarme, aguantar lo que hace. Mi ruso, por favor, ven pronto.

—Estás tan hermosa. Ese vestido te queda de maravilla. Y hueles tan exquisita. —dice aspirando mi cuello.

Mi cuerpo se estremece ante ese acto. Si sigue así, no dudaré un segundo en quitármelo de encima, pase lo que pase.

—Gracias, me halagas, pero ¿qué tal si comemos y hablamos como personas normales? Me gustaría conocerte. —hablo tratando de controlar mi mal humor.

Él se aleja, se posiciona frente a mí mirándome con seriedad. Trato de que no se note lo mal y nerviosa que me siento al tenerlo cerca. Luego, pasa su mano por mis mejillas acariciándolas para empezar a sonreírme. Esa sonrisa da más miedo que cuando me mira con odio y desprecio. Me agarra el mentón, acerca su rostro al mío.

—Me parece perfecto, mi diosa. Vamos, siéntate. —ronronea muy cerca de mi boca.

Cuando se aleja, suelto el aire que estaba conteniendo. Saca la silla y me indica que me siente, y sin querer hacerlo, lo hago. Me quedo paralizada observando los platos y los tenedores, que serían perfectos para clavárselos, pero aún no es el momento.

El silencio inunda todo el lugar mientras ambos nos servimos de comer. La verdad, no quisiera comer nada, pero tengo hambre, a parte que debo ganarme su confianza y ganar tiempo hasta que mi ruso llegue. Cuando doy el primer bocado, no puedo evitar suspirar y jadear por lo delicioso que está.

—Está deliciosa, ¿verdad? ¿Te gusta? Lo mandé a preparar especialmente para ti. —su voz me hace mirarlo, y me mira seriamente.

—Espero que no esté envenenada, ya que lo preparaste para mí. —digo con sarcasmo.

—Eso jamás, mi diosa. Vamos, come y disfruta. —responde con más seriedad.

Ambos comemos en silencio, y por cada bocado, mi bebé lo agradece. Lo miro y veo que no está comiendo, solo me observa fijamente. Esto es tan incómodo, y las ganas de estrangularlo no se me quitan. Pero paciencia, ganar tiempo.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora