🦋Capitulo 44.🦋

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Arabela

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Arabela

Al llegar al hospital, me dirijo directamente a la habitación de Vladmir, pero lo encuentro durmiendo. Dejo su maleta en el pequeño armario y me encamino a ver a mis hijos, quienes están jugando junto a Fabrizio. Los tres se vuelven hacia mí cuando entro, y la rabia que sentía anteriormente desaparece al ver sus caritas.

—Mami, ¿papi ya despertó? —pregunta Alessandro emocionado, acercándose a mí.

Me agacho y lo abrazo.

—Todavía no, cariño. Está bastante cansado; ustedes lo agotaron. —les digo con una sonrisa.

—Lo siento, mami, es que estábamos emocionados. Gracias, mamita, por darnos a papa. —Alessio me abraza y me besa en la mejilla.

Alessandro hace lo mismo. Sus palabras me hacen sentir terrible. Me hacen sentir como si fuera una mala madre. Al levantarme de repente, siento un dolor en mi vientre, junto con un mareo que casi me hace caer.

—¿Estás bien, hermana? —Fabrizio me sostiene. Lo miro y noto su preocupación.

—No me siento bien, necesito acostarme, me duele. —digo mientras coloco mi mano en mi vientre y aplico presión para ver si el dolor disminuye.

—Voy a llamar para que te revisen. —Niego.

—Necesito descansar, eso es todo. —digo mientras me acuesto y cierro los ojos. Supongo que ya me va a llegar mi período.

Despierto sobresaltada, mirando a mi alrededor. Me siento desorientada al no reconocer el lugar en el que estoy, pero luego veo a mis hijos durmiendo junto a mí y recuerdo todo. Me incorporo con cuidado para no despertarlos. Todavía me siento algo mareada y ahora tengo un fuerte dolor de cabeza, pero el dolor en el vientre ha desaparecido.

Me encamino al baño y me lavo la cara. Mis ojeras son notables, y es cierto lo que dijo mi hermano, mi aspecto es lamentable. Cuando salgo del baño, mis hijos siguen durmiendo. Les doy un beso en la mejilla, verifico la hora y veo que es bastante tarde. Con las cartas en la mano y una mirada preocupada de parte de Fabrizio, me dirijo a la habitación de Vladmir.

Cuando entro, ya está despierto, y su mirada se posa en mí. Me lanza una mirada seria y enojada.

—Pensé que traerías a los niños, ¿cuándo planeabas decírmelo? —dice con irritación.

Suspiro con pesar mientras presiono mi sien, ya que el dolor de cabeza está aumentando. Pero descansaré nuevamente después de hablar con él. Me acerco a Vladmir sin responder a su pregunta inicial. Sacando las cartas de mi bolsillo, se las muestro. Su expresión no refleja sorpresa ni emoción.

—¿De dónde sacaste esto? ¿Cómo las conseguiste? —pregunto en un tono tranquilo, tratando de controlar mi ira. Mi propio enojo proviene tanto del dolor de cabeza que se intensifica como de estas malditas cartas.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora