🦋Capitulo 18.🦋

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Vladmir

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Vladmir

A lo largo de estos cinco años, he intentado entender el motivo de ese profundo odio que ella siente hacia mí, pero continúa siendo un enigma que no logro comprender. A pesar de ello, me debato en una encrucijada interna: ¿debería ir a verla? ¿Me arriesgaré a caer nuevamente bajo su encanto? Es una verdad incómoda, pero Arabela tiene un don para la seducción, y eso despierta una rabia en mí.

Me enojo conmigo mismo por ser tan vulnerable ante ella, a pesar de ser un hombre temido y despreciado. Mi carácter implacable y mi falta de miedo hacia los demás se desmoronan frente a ella, como siempre ha sido.

Pero no importa si caigo ante ella, de toda forma iré a verla, me tendrá que dar muchas explicaciones y depende de sus respuestas, veré si la haré sufrir o no, pero ¿por qué estoy considerando en no hacerla sufrir? Si desde hace tiempo tenía en mente vengarme si la volvía a ver, y ahora ando considerando, no, yo me voy a vengar, aunque me muera por ella.

Con la furia palpable en cada paso que doy, salgo de la habitación y me encuentro sumido en una tormenta de pensamientos. Las cartas absurdas que he releído una y otra vez siguen atormentándome, agriando mi estado de ánimo. ¿Por qué no puedo dejar de pensarte Arabela?

Ya fuera del hotel, me encuentro con mi grupo de hombres esperándome. Al escanear sus rostros, noto una variedad de expresiones: algunos lucen serios, lo cual es normal en ellos, mientras que otros parecen mostrar signos de nerviosismo. Una mezcla de decepción y frustración me invade. Esto es el colmo ¿Cómo es posible que algunos de mis hombres muestren debilidad? Decido mostrar mi peor cara.

—Señor, debemos informarle algo. —habla uno de ellos viéndome fijamente, es el más serio de todos.

—¿Y qué están esperando para hablar? Hablen de una vez que no tengo todo el día. —ordeno con rabia.

—No-no sabemos cómo, pe-pero ya se han enterado de que usted está hospedado en este hotel, a-alguien intento irrumpir en su habitación para matarlo, pero no sé lo permitimos.

Mientras observo a uno de mis hombres que claramente muestra signos de nerviosismo al hablar, siento cómo mi irritación se intensifica. Una mirada de rabia se clava en sus ojos, dejándole en claro mi descontento. Sus gestos vacilantes y su voz temblorosa no son de mi agrado. Sin embargo, me contengo y decido presionar el puente de mi nariz, tratando de controlar la molestia que me invade en estos momentos.

Es cierto, la frustración y la ira fluyen por mis venas. En situaciones como esta, sería fácil caer en la tentación de eliminar a todos los que no cumplan con mis expectativas sin pensarlo dos veces. Pero no soy un ser insensible que disfruta de la violencia desmedida. Solo tomo medidas drásticas cuando sea necesario para protegerme a mí mismo de aquellos que busquen hacerme daño.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora