🦋Capitulo 52.🦋

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Arabela

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Arabela

—Hija, despierta.

Escucho la voz de mi madre, pero no tengo ganas de levantarme. Estoy cansada, estresada, abrumada, dolida. Quisiera dormir para siempre, o despertarme y darme cuenta de que todo es una pesadilla, un sueño; que nada de lo que ha pasado en estos cinco años fue real. Pero por desgracia es real, y eso es lo que más me duele.

Al abrir los ojos, veo a mi madre con semblante serio, junto a sus moretones. Eso me da rabia, porque recuerdo lo que paso ayer.

—Despierta, hija, recuerda que tienes que ir a ver al ruso, ¿o acaso no le dirás nada del bebe? —su mirada es reproche.

—Sí, madre, iré a verlo, le diré, no pienso ocultarle nada, pero estoy tan cansada. —digo mientras estiro mi cuerpo.

—Pues vamos, levántate, si quieres te ayudo a bañarte. —me dice con una sonrisa.

—Madre, por favor, estoy grandecita para eso. —aclaro, mientras me levanto.

—Lo sé, pero déjame consentirte, arreglar algo de todo lo que ha pasado, que en partes soy culpable. —me dice con tristeza.

No le respondo, y ella lo toma como un sí, empezando a buscar todo para bañarme, como lo hacía cuando era pequeña. Ya sentada en la tina, ella empieza a echarme agua desde la cabeza. Agarra el gel del cabello y me lava el pelo, lo hace con mucho cuidado, como si estuviera tratando con algún cristal y fuera a romperme.

Empezamos a hablar, recordando el pasado cuando era niña, las veces que llenaba la tina con espuma y ella jugaba conmigo, o la vez que me caí de las escaleras por salir corriendo para esconderme y yo solo me reí. Por cada recuerdo, ambas reímos. Al terminar de lavarme el pelo, lentamente pasa una esponja en mi espalda mientras seguimos hablando.

Admito que esto se siente bien. Hace tiempo que no tenía un momento bonito con ella. El silencio se cierne entre nosotras, pero no uno incómodo, mientras ella continúa frotando mi espalda y los brazos. Cierro los ojos cuando a mi mente llegan los lindos momentos que pasaba junto a Vladmir, y sin poder evitarlo, las lágrimas brotan de mis ojos. Cómo desearía retroceder el tiempo y cambiar muchas cosas.

Mi madre no dice nada y continúa lavando mi espalda. Al terminar, ambas nos vemos a los ojos; los suyos están rojos, al parecer ha llorado en silencio y no me he percatado de ello.

—Perdóname, hija. Sé que no debí darle las cartas, y debí buscar otra manera. Fueron años donde había perdido las ilusiones de encontrar a tu hermano. Con tu padre no podía salir; era un caso imposible. ¿Nunca te diste cuenta de que siempre estaba encerrada? —me mira con tristeza mientras se limpia las lágrimas.

La verdad es que no le había dado importancia a que ella no saliera. Solo pensé que quizás no le apetecía y prefería quedarse en familia. Ambas siempre la pasábamos en el jardín, y salir no era una opción frecuente. Luego empezamos a salir al parque, donde conocí a Vladmir y empecé a salir con él, claro, y con mil guaruras a nuestro alrededor.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora