🦋Capitulo 67.🦋

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Arabela

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Arabela

Me encanta ver cómo los hombres que se creen imponentes y mejores que las mujeres muestran todo su temor cuando me tienen frente a ellos. Verlos temblar de miedo me da una gran satisfacción y me emociona bastante. Tener el poder y el control para infundir miedo es lo mejor.

—Podemos llegar a un acuerdo. No es necesario que haga esto. Le aseguro que nunca enviaré a nadie. —asegura con nerviosismo Enrique, el jefe de su banda.

—Ustedes me orillan a esto. Yo quiero ser buena y ustedes no cooperan. Mandan a ese infeliz, y hay cosas que no tolero y tampoco perdono. —explico con una media sonrisa perversa.

—Yo no lo hice. Lo juro. —responde Enrique más nervioso.

Vladmir se acerca a Enrique con esa sonrisa que causa miedo. Lo sostiene del cuello haciendo presión. Los hombres de Enrique no se mueven; estan aterrados, observando la escena. Mientras tanto, mis hombres los apuntaban a todos ellos.

—La diosa tiene razón, dejen de hacer estupideces. Ella intenta ser buena persona con ustedes porque, en verdad, no es buena. Antes, ella los habría matado a todos sin piedad y sin darles la oportunidad de decir una palabra. Pero ahora les están dando la oportunidad de vivir —espeta Vladmir, apretando aún más el cuello de Enrique.

Escucharlo llamarme "la diosa" me gusta. En un momento me molestaba porque me recordaba al idiota de Alan, que me llamaba así. Aunque mi ruso solo me llama de esa manera cuando nos presentamos ante individuos como este, para que todos sepan con quién se están metiendo.

—Háganle caso, porque ahora estos dos juntos son imparables, causan mucho miedo. Están hechos el uno para el otro —secundó Fabrizio, sonriendo con malicia. Río ante su comentario.

Vladmir me mira con una sonrisa igual de maliciosa y me guiña un ojo. Luego, vuelve la vista a Enrique.

—Ustedes saben bien que no les conviene ser nuestros enemigos. Y con lo que hicieron, solo arruinan los negocios con nosotros. Además, a ella no le gusta que intenten robarles, y menos que le cancelen. Lamentablemente, por eso ella castiga; le gusta torturar, para ser más específico. Al igual que yo, somos tal para cual —explica mi ruso con mucha seriedad y malicia en su voz, mientras suelta al tipo bruscamente y este comienza a toser por la falta de aire.

Los hombres en la sala están tensos, nerviosos. Sus miradas se pasan entre mi ruso, Fabri, yo y el hombre que yace en el suelo gravemente herido por la pequeña golpiza que le dieron mis hombres. Él se lo buscó, intentó entrar a uno de nuestros lugares donde tenemos las mercancías. Me quería robar el muy desgraciado.

—Bueno, esta fiesta ha culminado. Me imagino que las cosas ya quedaron bien claras. Solo falta coordinar el día y la hora en que enviaremos el cargamento hacia Perú. Gracias por sus magníficas atenciones; espero que mi visita haya sido de su total agrado. Nos estaremos viendo en otra ocasión, ojalá que cuando nos volvamos a ver no sea para matarlos a todos —les aclaro con sarcasmo, mientras rio.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora