🦋Capitulo 57.🦋

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Arabela

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Arabela

Abro los ojos lentamente, anhelando encontrarme en otro lugar, deseando que todo lo que está sucediendo sea una maldita pesadilla, y que, al abrirlos por completo, esté junto a mi ruso y mis hijos. Pero la cruda realidad vuelve a mí. Sigo en el mismo lugar. Odio esta habitación, odio a ese maldito. En cuanto tenga la oportunidad, lo mataré.

Mis ojos recorren cada rincón de la habitación mientras me levanto de la cama y emito un largo suspiro. Al menos, esta habitación no está tan mal en comparación con la que ocupé hace unos días, donde me mantuvo casi sin comer ni bañarme durante tres días. Tres días sin verlo. Fue horrible; esa habitación apestaba, me provocaba náuseas y llegué a vomitar en varias ocasiones. Tuve que rogarle para que me trasladara a otra habitación, y solo aceptó cuando me sometí a él, prometiendo comportarme bien.

Me dirijo al baño y agarro el cepillo de dientes, al que le falta la parte de agarre que arranqué para clavárselo a ese maldito de Alan, aunque no pude, ya que dos de sus hombres me lo impidieron. Este acto solo provocó su rabia; me abofeteó varias veces, dejándome aturdida, y me mantuvo un día completo sin comer. Su rostro revela ser un completo psicópata, y lo aborrezco con todo mi ser.

En la habitación, no hay objetos que pueda usar para defenderme. Quitó todo, incluso los espejos; no dejó nada. Entro en la asquerosa ducha, y con la poca agua fría que hay, me lavo. Contengo las lágrimas que intentan salir de hace días. Dije que no lloraría; las lágrimas me vuelven débil, y necesito ser fuerte para enfrentar a ese maldito, para demostrarle que nada de lo que hace me afecta.

Cuando me siento limpia, o más bien cuando el agua se ha agotado, regreso a la habitación. Me seco y me visto rápidamente; no quiero que entre y me vea desnuda. Apenas me ha permitido usar un corto pantalón y una franela, ya que ni siquiera tengo ropa interior; la tanga que iba a modelar para mi ruso la dejé en el primer lugar donde me llevó.

Espero que hoy tampoco venga. Se desaparece, y creo que solo viene cuando se acuerda. Cuando lo hace, se sienta frente a mí y me mira con cara de psicópata sin decir palabra. No sé por qué aún no me ha hecho algo más fuerte; si estuviera en mi situación, ya habría sido torturado de muchas maneras. No saber qué planea me desespera.

Me siento en la cama. Paso la mano por el rostro con frustración, acaricio mi abdomen y emito un largo suspiro. «Mi bebé, pronto saldremos de aquí. Estoy segura de que tu papá nos va a encontrar. Estamos en esta situación por mi culpa, todo por querer darle una sorpresa a mi ruso. Perdóname, por favor», susurro con la esperanza de que mis palabras alivie mi pesar.

Flashbacks

Una semana antes....

—¿A dónde vas? —la voz de mi ruso detiene mis pasos. Me giro para verlo y lo encuentro mirándome seriamente.

Con pasos lentos y una sonrisa juguetona, me acerco a él, rodeo su cuello con mis brazos y lo beso apasionadamente. Él responde apretándome contra su cuerpo, intensificando el beso hasta que nos falta el aire. Nos separamos y apoyamos nuestras frentes.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora