Arabela
—Mi ruso, despierta. Vamos, es hora de cambiar a las niñas. —susurro en su oído.
Él abre los ojos lentamente y sonríe al verme. Me agarra y me pega a su cuerpo. Puedo sentir su erección matutina y eso me calienta.
—Me encanta despertar y ver tu hermoso rostro, mi principessa. —pronuncia con voz ronca mientras me da besos en el cuello y muerde mi oreja.
—Espera, no hagas eso. Hay que cambiar a las niñas. —digo mientras mi cuerpo se estremece ante sus mordidas.
—Déjame saborearte un poquito. —gruñe sin dejar sus besos.
Yo dejo que haga lo que quiera, cuando toca mi cuerpo este se debilita y se me dificulta reaccionar. Sus manos recorren cada centímetro de mi piel. Despacio me retira la bata de dormir, dejando a la vista mi desnudes, facilitando que sus manos viajen hasta llegar a mi vagina. Lentamente abre mis labios vaginales, desplegando sus largos dedos entre ellos, comenzando a acariciar mi clítoris de manera circular, mis jadeos inundan la habitación.
Trato de hablar para detenerlo y atender a las niñas, pero se me dificulta. Sus dedos juegan con mi clítoris de manera perversa. Mi cuerpo siente tantas cosas, se estremece y tiembla. Mi corazón palpita descontroladamente. No puedo evitar mover mis caderas al compás de sus dedos.
—Mi ruso, detente, las niñas. —murmuro con voz entrecortada.
—Mi amor. Dime, ¿acaso no quieres tener un rico orgasmo? —susurra en mi oído sin dejar sus dedos de mi clítoris.
Cuando voy a pronunciar palabra, me penetra con dos dedos evitando que hable y solo me salga un fuerte gemido. Me penetra lento, pero profundo. Arqueo mi espalda con cada embestida con esos maravillosos dedos. Su boca se apodera de mis pezones, dándome mordidas de una manera tan exquisita, tan suave, como si fuera un rico helado. Su lengua recorre mi areola con mucha lentitud. Hace eso con cada uno de mis senos, sin dejar sus dedos de mi interior.
Es una maravilla lo que hace. El placer que siento es tan grande, y más cuando hace cuatro meses que no me tocaba mis pechos, porque después que tuve a las niñas, mis senos me dolían mucho por el acumulo de leche en ellos, me tenía que drenar diario, y todo el día, era mucha. Pero ya ahora es mucho menos y no me duelen, pero aun así mis pechos están muy sensibles y cualquier toque hace que el placer sea más grande.
Su boca deja mis senos y se apodera de mi boca, en un beso apasionado e intenso. De esos que te dejan con todo tembloroso.
—¿Ya te dije que me encantas tus pechos? —habla pegado a mi boca, para luego volver apoderase de mis pezones. —¿Quieres correrte, mi principessa? —pregunta sin dejar de penetrarme, la voz no me sale, solo puedo asentir mientras muevo más rápido mis caderas. —Quiero escucharte, quiero que me lo pidas, dime que quieres correrte. —su voz sale ronca y excitada.
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Arabela «PGP2024»
RomansArabela es una joven italiana de la mafia más peligrosa de toda Italia. Solía tener una personalidad dulce y tierna, pero todo cambió cuando ese ser en quien confiaba y que pensó que la amaba, la traicionó al confesarle que todo era una vil mentira...