🦋Capitulo 42.🦋

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Arabela

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Arabela

—Hija, debes calmarte, ¿y por qué trajiste a los niños aquí? No es un lugar para que ellos estén. —me dice mi madre con preocupación mientras camino de un lado a otro en la sala de espera del hospital.

La angustia me está devorando, el no saber cómo está mi ruso me tiene desesperada. Después de recuperar a mis niños, vine inmediatamente al hospital. Apenas han pasado dos horas desde lo sucedido. Lo están operando, según lo que me informaron, está muy grave, y eso me tiene desesperada.

—No puedo, madre, él está al borde de la muerte, y yo no quiero... no, él no puede... — no puedo terminar las oraciones, las lágrimas no me dejan. Mi madre me abraza. —Tampoco dejaré a mis niños, estarán conmigo en cada momento.

—Cálmate, él va a estar bien. Además, ¿no era eso lo que querías? Tú planeabas matarlo de todas formas, ¿o me equivoco?

La miro molesta, y ella me ofrece una media sonrisa.

—No me digas nada, eso era antes. Intenté hacerlo, pero no pude. Lo que siento por él es mucho más fuerte. Lo amo demasiado —aseguro mientras limpio mis lágrimas. —Además, es el padre de mis hijos, y no podía hacerles eso, y mi corazón no lo permitió. —aclaro mientras observo a mis niños jugar con Fabrizio.

—Siempre te lo dije: deja esa tontería de venganza. Nunca me hiciste caso; estabas cegada. Pero me alegra que hayas recapacitado. Mereces lo mejor, mi niña. Olvida el pasado. Tus hijos son tu presente y tu futuro, junto a ese ruso.

—Es que ya no me importa el pasado, madre. Lo necesito a él. Y sé que me odiará por ocultarle a sus hijos.

—Seamos positivas, mi niña. Y si eso pasa, solo queda esperar a que él te perdone. Sin importar el tiempo que pase.

No decimos nada más, y me siento en uno de los sofás, pasando mi mano por la cara con frustración. Es que eso pasará, él me odiará por eso, pero todo esto es mi culpa, y si me odia, lo merezco.

—Mami, no llores, estamos aquí. —la voz de mi niño Alessio me hace levantar la cabeza. Ambos me miran sonrientes. A pesar de que sus voces suenan iguales, puedo reconocerlos.

—No llores, mamita. Dijiste que papá se va a sanar y lo vamos a ver, y estaremos todos juntos. —me habla Alessandro con una sonrisa, mientras se sienta en mis piernas y me abraza. Alessio hace lo mismo.

—Mis niños lindos, sí, papá se va a sanar, y ya lo verán. Gracias por estar aquí y por existir. Los amo.

Los abrazo con fuerza y les doy besos por toda la cara. Mis niños son tan inteligentes y fuertes, saben mucho, asimilan las cosas muy rápido. Cuando los traje aquí, solo me preguntaron quién está enfermo. Lo pensé mucho antes de decirles quién es, pero hablé con ellos y les expliqué que su papá está un poco enfermo y que vinimos a verlo para cuando despierte. Pensé que ambos se alterarían, pero no fue así; todo lo contrario. Saltaron de alegría y dijeron que no se irían hasta que vieran a su papá.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora