Arabela es una joven italiana de la mafia más peligrosa de toda Italia. Solía tener una personalidad dulce y tierna, pero todo cambió cuando ese ser en quien confiaba y que pensó que la amaba, la traicionó al confesarle que todo era una vil mentira...
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Arabela.
Estoy en shock con todo lo que Vladmir me ha contado. Aún no puedo creer que haya pasado por todo eso. Mi propio padre fue el que lo mandó a matar aquella vez que íbamos en el carro y Vladmir se vio obligado a defenderse, y para colmo, volvió a intentar matarlo el día que me pidió que me alejara de él. ¿Cómo es posible que mi propio padre sea capaz de hacer esas cosas? No puedo entenderlo. Quien sabe cuántas cosas más ha hecho. Debo enfrentarlo y saber de qué más ha sido capaz de hacer.
Este tiempo he estado viviendo con un enemigo, con alguien que ha causado tanto dolor a la persona que amo. Si una persona es capaz de hacer eso, entonces es mi enemigo. Siempre sospeché que algo no estaba bien con mi padre, pero nunca imaginé que fuera capaz de hacer algo así. ¿Cómo puede esa persona que te engendro no desearte tu felicidad y haga cosas para que no pueda tenerla? No entiendo.
Pero el padre de Vladmir no se queda atrás. Es otro monstruo, secuestró y drogó a su propio hijo solo para separarnos. Aunque he cometido errores, lo que hice no se compara con las atrocidades que han hecho estos hombres. Siento que hay algo más detrás de esta supuesta enemistad entre ellos dos, algo que aún desconocemos, y estoy decidida a descubrirlo.
Me limpio las lágrimas que se me escaparon mientras Vladmir relataba lo sucedido hace cinco años. Su mirada fría me duele profundamente. Anhelo que vuelva a mirarme como lo hacía antes, pero parece difícil que eso suceda.
—Lamento todo lo que pasó. Debería haber pensado mejor, pero el dolor y la rabia me cegaron, solo tenía en menta deseo de venganza. Lamento lo que mi padre te hizo. No entiendo su actitud. Se supone que soy su hija y debería desear mi felicidad. Pero lo que ha hecho no creo que quiera mi felicidad.
—No tienes la culpa de cómo es ese hombre. No necesitas disculparte por algo que él hizo.
—Sí, necesito hacerlo. No sé por qué, pero siento que él está involucrado en más cosas. Cuando lo descubra, si fue algo que me afectó o que me afectará, le irá muy mal. Un poco de tortura no le vendría mal si descubro más cosas en mi contra —digo con una sonrisa maliciosa.
—¿Torturar a tu propio padre? Has cambiado mucho. Antes, nunca hubieras pensado en hacerle algo así. —Su confusión es tan obvia, yo solo puedo sonreír.
—Las personas cambian, especialmente cuando pensabas que el hombre que amas te desprecia y te trata como si fueras una puta. Y cuando te secuestran, esas experiencias te hacen reflexionar y cambiar.
—¿Te secuestraron? Eso no lo sabía. —me dice con asombro genuino.
—Sí, cuando Marcello decidió volver a Italia. Me enteré de mi embarazo, estuve una semana secuestrada, pedían una suma exagerada de dinero, fue un calvario. Por suerte no pasó a mayores. Luego, después de dos años, tuve sexo con Patrick. Fue un error, algo que no debió suceder, pero pasó, y me arrepiento profundamente. Y nada justifica que lo haya hecho. Te juro que solo ocurrió en dos ocasiones, y no siento nada por él.
