🦋Capitulo 33. 🦋

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Arabela

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Arabela

—Hermana, ¿estás segura de lo que vas a hacer? —la voz de Fabrizio me sacude, arrancándome de mis pensamientos sombríos.

—Por supuesto, hoy uno de los dos perderá la vida. —afirmo con determinación, ajustando sigilosamente el silenciador en mi arma.

—Podrías dejar atrás esa venganza absurda, ¿no ves que aún lo amas? Además, no es justo. Tus hijos necesitan a su padre. —me mira seriamente. Odio cuando él tiene razón, pero no puedo permitir que mi ruso se case con otra. Sí, él es mío.

Aunque no sea la boda, lo que están celebrando es igual o peor: el compromiso oficial. Eso me llena de rabia, aunque él insista en que es una farsa.

Cuando recibí ese mensaje que anunciaba la celebración anticipada del compromiso, sentí una ira indescriptible. Tenía un deseo arrollador de acabar con todos ellos.

—Mira, Fabrizio, eres mi hermano, pero yo tomo las decisiones que quiero. Si no quieres cooperar, puedes marcharte, pero yo no me moveré de aquí. Ese idiota no se casará con esa perra, ¿entendiste? —miro a mi hermano furiosa, y él me devuelve la mirada con seriedad. Detesto cuando tiene razón.

—Pero solo es el compromiso, no tienes que reaccionar así. En serio, no te entiendo. Quieres alejarlo de ti, incluso lo dejaste plantado, pero no quieres que esté con otra persona. Explícame, por favor. —habla con tono molesto.

—Ya sea un compromiso o una boda, no importa. No permitiré que se case, y punto. —replico con obstinación.

—Eres terca, mujer. —asegura, molesto. Ruedo los ojos, sintiendo fastidio.

—Mejor acompáñame, deberías estar siempre a mi lado para aprender más, si así lo deseas, claro. —lo desafío, levantando una ceja.

—Me dijiste que no me involucrara en tus asuntos. —responde con una sonrisa ladina.

—Te gusta hacerte el difícil, ¿verdad? Bueno, está bien, te quedas. Pero si ves que no salgo en diez minutos, entrarás. —le advierto.

—Como ordene, jefa. —contesta con una media sonrisa burlona.

—Hablando de eso, he decidido que ya no trabajarás para mí. —añado con determinación.

Antes de que él pueda decir una palabra, salgo del coche con determinación. Ajusto mi arma a mi espalda y arreglo mi traje de tres piezas, impecablemente blanco, que realza mis curvas sensuales. No podía faltar mi antifaz, ya que estoy a punto de acabar con alguien frente a todos, y nadie debe reconocerme.

Adentro del lugar, que casualmente me pertenece gracias a la compra solidaria después de que el antiguo dueño cayera en bancarrota, camino con seguridad y sensualidad. Cada paso que doy, todos me observan sin poder apartar la mirada. No sé si les parezco atractiva o simplemente se preguntan quién soy y qué hago aquí.

Arabela «PGP2024»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora