Miles de cosas explotaban en mi vida al mismo tiempo, y yo no tenía idea de cómo manejarlo. No sabía disfrutar ni una sola emoción. Todo en mí era un torbellino: enojo, frustración, decepción, cansancio, curiosidad, celos que me ardían como un veneno lento. Ninguna de estas emociones lograba calmarme. Pero Lea... Lea tenía la extraña habilidad de hacerlas desaparecer, como si fuera un hechizo. Aun sabiendo que estábamos al borde de una discusión, aun siendo consciente de que esa tormenta era inevitable. Ninguno de los dos se quedaría callado, eso era un hecho, mucho menos yo. Pero había algo que yo sabía con certeza: Lea quería algo de mí. Algo que necesitaba escuchar de mis labios.
Y aun así, en el momento en que la tensión debería haber estallado, ella hizo lo que siempre hacía. Me arrastró a ese fuego peligroso, ardiente, que no hacía más que consumirnos. Ese fuego donde las palabras se desvanecían y la discusión perdía todo sentido. Donde todo lo demás dejaba de importar, salvo nosotros. Era su manera de desarmarme. Y, por mucho que odiara admitirlo, siempre funcionaba.
Sin embargo, esta vez era diferente. No quería discutir con ella, no al menos de esa forma, pero el enojo estaba ahí, como un lobo acechando. Verla dejarse besar por ese chico frente a mis ojos... No era algo que podía tolerar. No lo permitiría. Lea no podía comportarse así conmigo mirando. No frente a mí.
Y ese maldito. Ese idiota. Se atrevió a desafiarme. A mirarme como si mis advertencias no significaran nada, como si yo no fuera una amenaza real. ¿De verdad creía que iba a salirse con la suya? Si hay algo que tengo claro es que esto con él no termina aquí.
No perdería el tiempo pensando en él, no ahora.
Más tarde, si valía la pena, lo resolvería.
Ahora solo existía el fuego entre nosotros, el roce de nuestras pieles encendiendo cada rincón de mi cuerpo, su aliento cálido trazando caminos que pedían ser conquistados, su contacto devorándome con una intensidad que quemaba todo a su paso.
Sabía exactamente lo que Lea quería, lo que su cuerpo esperaba sin decir una sola palabra. Sus gestos, su respiración entrecortada, esa mirada cargada de desafío, todo en ella me provocaba, me retaba a soltar las cadenas, a liberar la sombra que ella deseaba despertar en mí. Podía sentir su ansia, su expectativa. Quería verme perder el control, sentir cómo toda la rabia que me carcomía por dentro, esa furia alimentada por los celos, se volcaba sobre su cuerpo.
Le encantaba el sexo salvaje, crudo, y desenfrenado. Lo disfrutaba como un juego peligroso en el que sólo nosotros sabíamos cómo sobrevivir. Lea sabía exactamente cómo encenderme, cómo hacer que la tormenta estallara entre nosotros. Habíamos recorrido ese camino tantas veces antes, siempre igual de intenso, siempre consumiéndonos en el fuego de nuestra pasión. Y esta noche, con mi rabia a flor de piel, todo parecía empujarme al límite.
Pero no lo hice. Algo dentro de mí me detuvo, un impulso más fuerte que la rabia, más profundo que el deseo. No era menos dominante, no, pero había una intención diferente. Mi control no era para doblegarla esta vez, sino para venerarla.
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Peligrosa Adicción. Jungkook ©bnsoel
FanfictionElla gana una beca para estudiar en la Universidad de Corea, un sueño que se convierte en realidad. Sin embargo, sus padres, preocupados por su seguridad, se resisten a dejarla sola en un país tan vasto. Deciden contactar a un amigo de la familia q...