— Despierta, amor — escuche a lo lejos seguido a eso sentí un par de besos, cuando abrí los ojos me encontré que el crepúsculo había acabado y todo estaba totalmente oscuro — eres una pequeña osa dormilona — dijo besando mi cuello, respire profundo disfrutando se la sensación.
— Es que tengo un oso que me quita mis energías — escuche como soltó una discreta risa.
—Vamos tenemos una reservación — empezamos a bajar y fuimos hasta la casa que estaba a oscuras.
Solo en la parte de atrás estaban las luces automáticas encendidas, cuando la casa estaba toda iluminada noté algo especial en los ojos de Abbel, toda su linea de lagrima estaba roja, me quede fijamente mirándolo y él solo continuo haciendo lo que estaba realizando.
— Amor — llamé su atención y me respondió sin dejar de moverse — mírame — me acerqué a él y finalmente me miró comprobé que realmente si estaban rojos como si estuviese... — ¿estabas llorando? — pregunté extrañada en sonrió.
— No amor ¿a que se debe tu pregunta? — tomó mi barbilla y deposito un beso en mis labios.
— Tus ojos están rojos — le expliqué.
— ¡Ah! Es que yo igual me dormí unos minutos — respondió tranquilo y yo solo arquee mi ceja, finalmente me convenció con otro beso y fuimos al baño, tomamos un divertido baño donde los dos estábamos nervioso evitando que no se nos cayera el jabón.
—Entonces si tu me vas a follar sí se me cae el jabón, yo también te puedo follar — deduje y él se sonrojó.
— No Barbara — respondió exaltado — ¿que te pasa? — yo lance una carcajada y solo cuando me calmé le respondí.
—¿Qué tiene? — pregunté aun riendo por momentos.
—¡No! Así que sosegate — dijo pegando su espalda a la pared.
— Amor sí tu me lo haces a mi ¿por que yo a ti no? — le pregunté y sutilmente me alejó de él.
— Barbara estas demente, deja esas ideas extrañas es totalmente diferente — respondió y yo volví a carcajearme — ni se te ocurra — me sentencio con su dedo y a partir de ahí ni quería tomar el jabón.
Salimos del baño nos vestimos y poco después nos fuimos, volvimos al lugar que era el lobby y justo en la parte de atrás había un restauran muy precioso daba la impresión de estar en la selva pero ¿lujosa? Empezó nuestra velada estábamos tomando vino, comiendo aperitivos hasta que recordé entregarle su regalo
— ¿Qué es esto? — preguntó.
— Es un detalle que te traje de mi viaje, no había encontrado el momento para dártelo — respondí dejando caer mi cabeza sobre mi hombro izquierdo, él empezó a abrirlo y tuvo la misma reacción de que yo, de hecho, le tomo unos segundos inspeccionarlo su mirada no se desviaba de la perla creo que en algún punto recordó que yo seguía ahí y preguntó.
— Que es? — le expliqué lo mismo que él señor me dijo en ningún momento apartó su vista de la espera, por momentos la movía para que el agua hiciera mover la perla y es que curiosamente estaba suspendida en el medio sin lograr tocar los bordes.
— No puedes dejar que se rompa — dije para romper el silencio, él me miro finalmente — la perla representa el alma de la persona que te esta dando el regalo, es como sí yo te estuviera dando mi alma, ahora bien, sí se rompe no es que me rompes el alma, según lo que me explicó el artesano, sí se llegase a romper representa que el día que esa persona se vaya de tu lado es porque mas nunca va a volver. — él me miró fijamente y sonrió de manera genuina, apretó en su puño el obsequio y le dio un beso, luego lo guardo en el bolsillo delantero de su camisa.
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Las chicas Biancci (TERMINADA)
Teen FictionLas mejores historias de amor siempre se presentan entre las personas que no pueden estar juntas. Pero ¿Qué tan lejos pueden llegar dos personas con todos los pronósticos en contra? Barbara quién no conocía los límites ni mucho menos el control, con...