Me moví buscando a Barbi, estiré mí mano y no la sentí, abrí mis ojos no estaba, me senté en la cama y su ropa estaba en el suelo. Pasé mi mano por mi nuca, posiblemente estaba en el baño así que esperé pero después de mucho tiempo me preocupe y aunque dudé preferí ir hasta el baño a verla, no estaba. Vestí una playera para poder bajar lo hice y Daniel estaba en la cocina, la busqué pero no estaba, me estaba impacientando por lo que rasqué mi cabeza y fui con Daniel, agarré una taza de café.
— ¿Haz visto a Barbara? — Le pregunté saliendo del área de la cocina. Daniel asintió y esperé que hablara.
— Sí — dijo, esperé que terminara la frase una vez más — se fue — dijo tranquilamente.« Me lleva la maldita mierda» fue lo primero que se cruzó en mi mente.
— ¿A dónde se fue? — pregunté, apoyándome de la barra desayunadora.
— A su casa — respondió.
— ¿Hace mucho se fue? — tenía la esperanza de escuchar que hacía poco como sí eso me permitiese poder ir por ella.
— Si — me miró — la lleve a las cinco de la mañana a su casa. — dijo con total tranquilidad y como si me estuviera diciendo un chiste cualquiera, se fue a la mesa.
— ¿Cómo? — le pregunté incrédulo.
—Si — dijo relajado el pendejo.
— ¿Con que perro permiso la llevaste, cabrón? ¿Estás escuchando lo que estás diciendo? — le pregunté.
— ¿Me vas a decir que yo también tengo que pedirte permiso para hacer las cosas? — inquirió.
— Si pendejo, porque es mi novia ¿Por qué coño la llevaste? — dejé mí taza en la barra y lo enfrenté
— ¿Por qué Abbel? — dejó sus cosas a un lado — te voy a decir porque — me empujó — porque la encontré llorando, temblando, cabrón, llorando — repitió — hecha bola en el mueble, en crisis.
Recordé toda la mierda de anoche y pasé mi mano por mi cabeza ¿Que mierda? Daniel me empujó otra vez y lo aparté.
— ¿Qué le hiciste? — preguntó — ¿Que le hiciste para que estuviera así? — lo aparté otra vez.
— Ya Daniel — lo detuve.
— ¿Ya? ¿Vas a pedirme que me calle? Ahora me vas a escuchar, cabrón — me enfrentó — te lo dijimos Abbel que te calmaras, que le bajarás un verguero a tu mierda que ella no tenía la culpa, todos lo vimos, el tipo la atacó y aún así te atreviste a ir contra ella — reclamó y me callé — es la flaca, cabrón ¿Que te pasa? ¿Por qué andas así, Abbel? No te conozco — concluyó.
Pensaba irme de ahí, de verdad lo quería hacer, sin embargo Daniel me tomó por el brazo y solo nos miramos.
— Sé que algo pasó, sé que algo le hiciste y te juro que sí me llego a enterar que la lastimaste — pausó unos segundos — Abbel eres mi hermano y sabes que te amo pero te voy a partir la madre — me sentenció y voltee mi cara.
— No te metas mas de la cuenta en mi relación, Daniel — lo advertí mientras jalé mi brazo para liberarlo.
De verdad tenía la esperanza de hablar con ella hoy, disculparme, arreglar las cosas, verla. Pasé mi mano por mi boca intentando limpiar toda la mierda que quería gritar, me senté en la mesa sin decir más nada, mirando la misma taza de café que llevo usando años honestamente yo tampoco me conocía y ahora tampoco conocía de que forma iba a limpiar todo este desastre. Preferí irme al cuarto intentar llamarla, lo hice pero el celular sonó aquí mismo por lo que voltee y estaba en la mesa de noche que está de su lado de la cama.
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Las chicas Biancci (TERMINADA)
Genç KurguLas mejores historias de amor siempre se presentan entre las personas que no pueden estar juntas. Pero ¿Qué tan lejos pueden llegar dos personas con todos los pronósticos en contra? Barbara quién no conocía los límites ni mucho menos el control, con...