CAPITULO 64. Un pequeño error

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Tarde siglos en poder decidir que usar, me daba miedo cualquier opinión que tuviesen a la mano, Abbel realmente tenia muchos familiares y la mayoría de las chicas eran muy lindas, sentía que en cada outfit que me probara descubría un nuevo defecto lo que hizo que me tumbara en la cama con niveles exagerados de frustración, Abbel entró a la habitación y lanzó un bufido al ver toda mi ropa regadas por todos lados.

— ¿Explotó tu bolso? — preguntó de broma, me senté en la cama — Amor — dijo con sutileza cuando vio mi cara.

— Nada me gusta, todo me queda terrible, nada es adecuado, no relleno la ropa o simplemente me queda mal ¿como voy a salir así? — dije rompiendo en llanto.

Él se sentó a mi lado y me abrazó, respiré profundo mientras él acariciaba mi cabello.

— Todo se te ve hermoso, incluso así en ropa interior te ves hermosa, a mi me encanta y es mas, sí te quitas la ropa interior me encanta aun más — dijo con tranquilidad yo bufe.

— Abbel no todo se trata de sexo ¿Ok? — respondí enojada — de verdad no consigo sentirme cómoda habiendo una casa llena de personas que se ven tan bien — exclamé mientras limpiaba mis lagrimas.

— Amor ¿de que hablas? — preguntó tomándome por los hombros — ¿con quien compites? ¿para que? No hay ropa que no se te vea hermosa, no tienes por que preocuparte si hay o no alguien mas lindo o que se vea mejor, no entiendo, amor si tu eres perfecta — me tomó de la barbilla — ponte lo que sea, incluso tu pijama si quieres e incluso así te verás hermosa.

— ¿de verdad? — pregunté con melancolía.

— Amor, desde que te conocí vivo con celos hasta del viento ¿y me preguntas esto? — arregló con sus dedos mi cabello.

Me levanté y le di un beso en los labios, lo abrace fuerte y el rodeo mi cintura con sus brazos.

— Es la frase de un libro — dije después de unos segundos a lo que él respondió "ujum" — te amo — confesé y él me dedicó una sonrisa.

Me separe de él y empece a recoger mi desastre, vi el vestido crema que había guardado Jessy y decidí probármelo, se trataba de un vestido hecho con crepé chine color crema, era manga larga y de cuello algo, me quedaba ceñido al cuerpo y su falda era redonda lo que hacia que cayera en ondas hasta la mitad de mis muslos. Cuando se lo mostré a Abbel alzo sus pulgares, me maquille tratando de no verme exagerada y luego debatí entre dejar mi cabello suelto o recogido, decidí dejarlo suelto y cubrió mi espalda hasta mi cintura. Abbel se paró en mi espalda y me abrazó desde ella, el espejo se lleno con nuestro reflejo, le dedique una sonrisa.

— ¿Ves a lo que me refiero? — inquirió y yo alce mi ceja — estabas en crisis hace unos minutos y ahora estas así, como sacada de un cuento de princesas ahora pasaré toda la noche cuidándote de todos aquellos que puedan verte, sintiendo celos cada vez que alguno de mis primos te mire y queriendo pelearme hasta con el viento — baje mi cabeza y reí, me giró y me dio un beso apasionado.

Salimos del cuarto y nos dirigimos al patio donde ya estaban todos, la velada fue increíble, comimos, bailamos pero sobre todo me reí sin parar, los primos de Abbel hacían chistes de todo, eran como los chicos pero multiplicados en numero de personas. Incluso hasta llegué a embriagarme de todo lo que había tomado, en la madrugada Abbel me llevó cargada hasta mi cuarto y me acostó en la cama, cuando iba a dejarme, lo tome de la mano.

— Quedate conmigo — le pedí y él sonrío.

Me quitó mis zapatos, me desabrocho y quito mi vestido, entrecerré mis ojos.

— Hazme el amor — le pedí cuando iba a empezar a poner mi pijama, me miro y sonrió - solo el amor, suave ¿si? — especifiqué.

Él se acostó encima de mí y comenzó a besarme, sin medida, sin limite, lo hacia despacio permitiendo que yo disfrutara cada beso; se encargo de recorrer cada espacio de mi cuerpo incluyendo mis pies, comió mi sexo pero esta vez no estaba desesperado ni mucho menos apurado, yo cerré mis ojos y solo disfruté. Me puso de lado se acostó detrás de mi, pensé que dormiríamos que todo había acabado pero no, solo hundió su miembro en mi en esa posición y justo como lo pedí, se movía tan lento, tan delicado, mi cabeza estaba apoyada en su brazo, el mismo con el que me abrazaba, su otra mano la condujo hasta mi sexo y comenzó a estimular mi clítoris, yo gemía sin parar. Se salio de mi, se acostó encima de mi cuerpo y una vez más hundió su miembro dentro de mi, gemí una vez más. Él se movía como las olas y yo me dejaba llevar, beso mi frente, mi nariz y finalmente mis labios, así que me beso sin parar así como sus movimientos.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora