CAPITULO 44. Adentrandonos a lo peor

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No sé cuántos días repetí la misma rutina, durante días evite a mis padres solo me daba cuenta que algunas veces mi madre abría la puerta de mi cuarto, yo solo me hacía la dormida una tarde me sorprendió que quien abrió la puerta fue Sara se sentó en la cama al igual que yo y me abrazó, la abracé de vuelta y por primera vez en días pude llorar de nuevo, pasaron algunos minutos ella se separó de mi y limpió con sus dedos mi cara.

—Barbi nos metiste un muy feo susto — me reprochó yo me encogí de hombros — ¿Que pasó? — sollocé y bajé mi cara respiré profundo y tome mi teléfono lo encendí, ignore la nueva lista de cientos de llamadas y mensajes de Abbel y fui hasta el número que me envió todo, le dí el teléfono a Sara y empezó a ver las imágenes supongo, al cabo de unos minutos levantó la mirada — Barbi — dijo con melancolía.

— Me lo enviaron cuando te estaba enviando un mensaje disculpándome por haberme ido — hablé finalmente y no me había dado cuenta de lo dañada que estaba mi voz hasta ese momento.

— Barbi pero ¿Quien es? — me encogí de hombros y varias lágrimas rodaron una vez más por mi mejillas — no sabía que había pasado ésto, él cuando nos fue a buscar solo nos dijo que habían discutido, no sabíamos ni siquiera el porqué.

— ¿Por qué las fue a buscar? — pregunté confundida.

— Porque nos llamó para preguntar si estábamos contigo y me preocupe porque sabía que estabas con él, así que, nos contó ésto que te acabó de decir y de ahí fue por nosotras para intentar localizarte pero vinimos aquí una primera vez y no estabas luego volvimos a venir y fue cuando te vimos — me contó y respiré profundo.

— ¿Mis papás saben algo? — volví a preguntarle.

— Barbara mis tíos están muy enojados, incluso hablaron con mis papás, igual a Jessica la tienen castigada. Ellos no saben que pasó creen, no sé, que te drogaron o algo pero es que Barbara no reaccionabas no sabíamos que hacer o decir, no sabíamos que te había pasado — dijo sentándose a mi lado.

— ¿Ellos estaban aquí cuando llegué? — pregunté asentando mi cabeza en su hombro.

— No, llegaron poco después cuando nosotras los escuchamos te acostamos en la cama para que pensaran que estábamos dormidas y fue cuando moriste — dijo más tranquila sobando mi cabeza.

— Perdón de verdad no quise causarles problemas —dije poniendo mis manos en mi cara y empezando a llorar.

— No pasa nada, cosita — me abrazó — solo no lo vuelvas a hacer, de verdad, me asustaste demasiado.

Sonreí al escuchar el apodo, cuando nací, Sara solo tenia cuatro años y nuestros padres nos cuentan que cuando me vio por primera vez solo dijo "es una cosita", así que, desde niñas en ocasiones aun me llama "cosita". Me abrazó más fuerte yo igual a ella, habían pasado unas horas cuando me obligó a bajar para comer, mis padres estaban en la cocina comiendo preferí guardar silencio, mi madre nos dio nuestros platos a cada una pero ante la tensión del momentos mi apetito se esfumó por lo que solo estuve vacilando mi plato con la mirada fija en el, mi padre se levantó luego de terminar y se fue enojado.

— Barbara deja de jugar tu plato y come — ordenó mi madre yo solo le dirigí una mirada.
Intenté comer lo más que pude aunque solo fuesen dos bocados.

 Sara se quedó conmigo el resto de la tarde e intentó tranquilizarme y animarme, el fin de semana terminó y con eso dio paso al inició de las clases fue cuando finalmente pude ver a Jessica quien me recibió no solo con un abrazo sino también, unos cuántos golpes y varios "te odios", el día en clases fue relajado ya que se trataba de la "bienvenida" al nuevo año.

Las chicas Biancci (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora